Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 3 DE DICIEMBRE. Daniel 1, 2

Daniel y sus compañeros en Babilonia

1

1En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. 2Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. 3Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, 4muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. 5Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. 6Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

8Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. 9Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. 11Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. 13Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. 14Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

17A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. 18Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. 21Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

 Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor

2

1En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño. 2Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. 3Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño. 4Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación. 5Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. 6Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. 7Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación. 8El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido. 9Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación. 10Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. 11Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

12Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. 13Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos. 14Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. 16Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.

17Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. 19Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. 20Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. 23A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

24Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.

25Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. 26Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? 27Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. 28Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: 29Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. 30Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

31Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 32La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 33sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. 34Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.

36Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 38Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. 41Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 42Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

46Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. 47El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. 48Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. 49Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey. Amen.

 

LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 3 DE DICIEMBRE 1Juan 2

Cristo, nuestro abogado

2

1Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. 3Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. 4El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

 El nuevo mandamiento

7Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. 8Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. 9El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 10El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 11Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

12Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. 13Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. 14Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

 El anticristo

18Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 19Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. 20Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 21No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. 22¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. 24Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. 25Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.

26Os he escrito esto sobre los que os engañan. 27Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

28Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. 29Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. Amen. Rv

 

COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 3 DE DICIEMBRE. Daniel 1,2

DANIEL

Capítulo 1

1.1, 2 Daniel nació a la mitad del reino de Josías (2 Reyes 22, 23) y creció durante las reformas de ese rey. Durante este tiempo probablemente escuchó a Jeremías, profeta que citó en 9.2. Josías murió en batalla contra Egipto en 609 a.C., y a los cuatro años ya Judá había regresado a sus malas andanzas.

En 605 a.C. Nabucodonosor ocupó el trono de Babilonia. En Septiembre de ese año arrasó con Palestina y puso sitio a Jerusalén, con lo que Judá se convirtió en estado vasallo. Para demostrar su dominio, se llevó cautivos de Jerusalén a muchos de los hombres más sabios y a las mujeres más hermosas. Daniel estaba en este grupo.

1.1,2 Nabucodonosor, el líder supremo de Babilonia, era temido en todo el mundo. Cuando llegaba a un país, la caída del país era inminente. Después de una victoria, los babilónicos solían llevarse a la gente más valiosa a Babilonia y dejar a los pobres detrás para que tomaran cualquier tierra que quisieran y vivieran allí pacíficamente. Este sistema fomentó una gran lealtad por parte de las tierras conquistadas y aseguraba un suministro constante de gente sabia y talentosa para el servicio civil de Babilonia.

1.2 A veces Dios permite que su obra sufra. En este caso, los babilónicos irrumpieron en el templo de Dios y se llevaron los utensilios de la adoración al templo de un dios babilónico. Ese Dios puede haber sido Bel, el que los hebreos llamaban Merodac, dios supremo de los babilónicos. Los que amaban al Señor seguramente se sintieron descorazonados y desalentados. Nos sentimos bien desalentados cuando nuestras iglesias sufren daños materiales, o divisiones, o se cierran por motivos económicos, o están plagadas de escándalos. No sabemos por qué Dios permite que su iglesia experimente tales calamidades. Pero, como los que presenciaron el saqueo del templo a manos de los babilónicos, debemos confiar en que Dios está al timón y vela por los que confían en Él.

1.4 La lengua de Babilonia era el arameo. El programa académico de Babilonia debió haber incluido matemáticas, astronomía e historia con una fuerte dosis de alquimia y magia. Estos jóvenes demostraron no solo capacidad sino también disciplina. Este rasgo de su carácter, combinado con integridad, los ayudó mucho en aquella nueva cultura.

1.7 Nabucodonosor les cambió el nombre porque quería hacerlos babilónicos ante sus ojos y ante los ojos del pueblo babilónico. Los nombres nuevos les ayudarían a integrarse a la cultura. Daniel, que significa «Dios es mi juez» en hebreo, pasó a llamarse Beltsasar, que significa «Aquel a quien Bel favorece». Bel era un dios babilónico. Fue un intento del rey por cambiar la lealtad religiosa de estos jóvenes del Dios de Judá al dios de Babilonia.

1.8 Daniel decidió no comer de esa comida debido a que la carne probablemente era cerdo u otra comida prohibida en Levítico (véase Levítico 11), no estaba preparada de acuerdo con la ley judía, y probablemente había sido sacrificada a los ídolos. A pesar de que Daniel estaba en una cultura que no honraba a Dios, seguía obedeciendo las leyes de Dios.

1.8 «Propuso en su corazón» son palabras fuertes que expresan fidelidad a los principios y determinación a seguir un curso de acción. Cuando Daniel determinó que no iba a contaminarse, estaba siendo fiel a su determinación de siempre de hacer lo correcto y no ceder a las presiones del medio. Demasiado a menudo nos vemos presionados a bajar nuestras normas y vivir más como el mundo que nos rodea. No basta con preferir o desear hacer la voluntad de Dios para resistir los embates de la tentación. Como Daniel, debemos proponernos obedecer a Dios.

1.8 Es más fácil resistir la tentación si uno fortalece sus convicciones antes de que llegue la tentación. Daniel y sus amigos tomaron la decisión de ser fieles a las leyes de Dios antes de enfrentarse a las golosinas del rey, y no dudaron permanecer firmes en sus convicciones. Algunas veces nos metemos en problemas porque no fijamos previamente los límites. Antes de que surjan las situaciones difíciles, defina su compromiso con Dios. Así estará listo para decir no cuando se presente la tentación.

1.9 Dios se movió con mano invisible para tocar el corazón del funcionario babilónico. La fuerte convicción de aquellos cuatro jóvenes lo impactaron. Dios promete estar con su gente en momentos de pruebas y tentaciones (Salmo 106.46; Isaías 43.2–5; 1 Corintios 10.13). Suele actuar cuando nos paramos firmes. Párese firme en los principios de Dios y confíe en que le protegerá en maneras que quizás no vea.

1.12 Los babilónicos estaban tratando de cambiar la mentalidad de estos judíos al darles educación caldea, su lealtad al cambiarles el nombre, y su estilo de vida al cambiarles la dieta. Sin ceder en nada, Daniel encontró la manera de vivir según las normas de Dios en una cultura que no honraba a Dios. De manera sabia eligió negociar en vez de rebelarse, y sugirió una dieta experimental de diez días. Como pueblo de Dios, podemos ajustar nuestra cultura mientras que no pongamos en peligro nuestras convicciones.

1.17 Daniel y sus amigos aprendieron lo mejor que pudieron la nueva cultura para poder hacer su trabajo con excelencia. Sin embargo, mientras aprendían, se mantuvieron en total lealtad a Dios. Ninguna cultura es necesariamente enemiga de Dios. Si no viola sus mandamientos, puede ayudar a cumplir el propósito divino. Los que seguimos a Dios tenemos la libertad de ser líderes competentes en nuestra cultura, pero se nos demanda que depositemos nuestra lealtad primeramente en Dios.

1.20 Nabucodonor situó a Daniel y a sus amigos entre su equipo de consejeros. Ese equipo incluía «magos y astrólogos» que afirmaban predecir el futuro a través de las prácticas del ocultismo. Eran bien hábiles en comunicar su mensaje con autoridad, como si lo recibieran directamente de sus dioses. Sin embargo, Daniel y los otros jóvenes judíos tenían discernimiento, que era un don de Dios, además de conocimiento. Por eso el rey estaba más complacido con ellos que con los otros. Al servir a Dios no debemos fingir tener sabiduría de Dios. Nuestra sabiduría será legítima cuando estemos bien relacionados con Dios.

1.20 ¿Cómo sobrevivieron los cautivos en una cultura extraña? Aprendieron la cultura, procuraron la excelencia al trabajar, sirvieron al pueblo, pidieron la ayuda de Dios y mantuvieron su integridad.

1.21 Uno de los primeros cautivos llevados a Babilonia, Daniel vivió para ver el primer regreso de los desterrados a Jerusalén en el año 538 a.C. A lo largo de ese tiempo honró a Dios, y Dios lo honró a él. Mientras servía como consejero de los reyes de Babilonia, Daniel era el vocero de Dios ante el Imperio Babilónico. Babilonia era una nación malvada, pero hubiera sido peor sin la influencia de Daniel.

Capítulo 2

2.1–11 Se creía que los sueños eran mensajes de los dioses, y se esperaba que los sabios los interpretaran. Podían ofrecer cierta interpretación siempre y cuando supieran cuál había sido el sueño. En esta ocasión, sin embargo, Nabucodonosor demandó conocer el sueño porque no podía recordarlo. Dios envió una serie de sueños a Nabucodonosor con mensajes proféticos que podían ser revelados y comprendidos sólo por un siervo de Dios. Otras personas que recibieron sueños de parte de Dios fueron Jacob (Génesis 28.10–15), José (Génesis 37.5–11), el copero y el panadero de faraón (Génesis 40), faraón (Génesis 41), Salomón (1 Reyes 3.5–15) y José (Mateo 1.20–24).

2.10,11 Los caldeos (astrólogos) dijeron al rey que era imposible conocer los sueños de otra persona. Lo que el rey pedía era humanamente imposible. Sin embargo, Daniel pudo dar la respuesta al rey debido a que Dios estaba actuando a través de él. En la vida diaria, podemos enfrentarnos a muchas situaciones que serían insolubles si tuviéramos que manejarlas únicamente con nuestras débiles fuerzas. Pero Dios se especializa en imposibles.

2.16-18 Daniel estaba en un momento de crisis. Imagínese tener que ir a ver al rey temperamental y poderoso que acababa de ordenar furioso su muerte. Sin embargo, Daniel no se contrajo por el miedo, sino que confió que Dios le diría lo que el rey quería saber. Cuando el rey dio a Daniel tiempo para encontrar la respuesta, Daniel buscó a sus tres amigos y oraron juntos. Cuando se encuentre en un momento difícil, cuente sus necesidades a sus amigos de confianza que también crean en el poder de Dios. La oración es más eficaz que el pánico. El pánico es confirmación de impotencia, la oración es confirmación de esperanza en Dios. La confianza que Daniel tenía en Dios lo salvó a él, a sus tres amigos y a los demás sabios.

2.19,23 Después de que Daniel pidió a Dios que le revelara el sueño de Nabucodonosor, recibió una visión del sueño. Su oración fue contestada. Antes de correr hacia Arioc, tomó su tiempo para dar el crédito a Dios por toda la sabiduría y el poder, y agradecerle el que contestara su oración. ¿Cómo se siente usted cuando ve que sus oraciones son contestadas? ¿Emocionado, sorprendido, aliviado? Hay veces que buscamos a Dios en oración y, después de recibir contestación, salimos corriendo por el entusiasmo y nos olvidamos de darle a Dios la gloria. Que su persistencia en la oración sea congruente con el humilde agradecimiento cuando sus peticiones sean contestadas.

2.21 Cuando vemos a líderes malvados que viven y a líderes buenos que mueren jóvenes, quizás nos preguntemos si Dios todavía regula los acontecimientos del mundo. Daniel vio a gobernantes malvados con un poder casi ilimitado, pero sabía y proclamaba que Dios controla todo lo que sucede. El mundo se mueve de acuerdo a los propósitos de Dios. Permita que este conocimiento le dé confianza y paz suceda lo que pueda suceder en su vida.

2.24 Daniel no aprovechó el triunfo para beneficio propio. Pensó en los demás. Cuando estemos luchando por triunfar, pensemos en las necesidades de los demás.

2.27-30 Antes de decirle nada al rey, Daniel glorificó a Dios. Explicó que no sabía del sueño por su propia sabiduría sino sólo porque Dios se lo reveló. ¡Cuán fácil es quedarnos con el honor de lo que Dios hace por medio de nosotros! Esto es robarle a Dios el honor que merece.

2.31ss La cabeza de oro representaba a Nabucodonosor, el gobernante del Imperio Babilónico. El pecho y los dos brazos de plata representaban el imperio medopersa que conquistó Babilonia en el año 539 a.C. El vientre y los muslos de bronce eran Grecia y Macedonia bajo el gobierno de Alejandro Magno, quien conquistó el imperio medopersa en el año 334–330 a.C. Las piernas de hierro representaban a Roma, que conquistó a los griegos en el año 63 a.C. Los pies y dedos de arcilla y hierro representaban la caída del Imperio Romano, cuando el territorio que gobernaba Roma se dividió en una mezcla de naciones fuertes y débiles. El tipo de metal de cada una de las partes representaba la fortaleza del poder político que representaba. La piedra que se desprendió de la montaña representaba el Reino de Dios, que sería regido eternamente por el Mesías, el Rey de reyes. El sueño reveló que el Dios de Daniel estaba por encima de cualquier rey terrenal.

2.36 Cuando Daniel dijo «diremos», en plural, estaba incluyendo a sus tres amigos. Ya que les había pedido que oraran, los hizo partícipes del triunfo cuando presentó la interpretación. Quería que participaran del honor que aquello significaba.

2.44 El Reino de Dios jamás será destruido. Si le inquietan los rumores de guerra y la prosperidad de los líderes malos, recuerde que Dios, no los líderes del mundo, deciden el desarrollo de la historia. Bajo la protección de Dios, el Reino de Dios es indestructible. Todos los que creen en Dios son ciudadanos de su reino y están seguros en él.

2.47 Nabucodonosor honró a Daniel y al Dios de Daniel. Si Daniel se hubiera quedado con la gloria, el rey lo hubiera honrado sólo a él. Debido a que Daniel dio el crédito a Dios, el rey los honró a ambos. Parte de nuestra misión en este mundo es mostrar a los que no son creyentes cómo es Dios. Podemos hacerlo al dar a Dios la gloria por las grandes cosas que hace en nuestra vida. Nuestros actos de amor y compasión pueden impresionar a la gente, y si le damos la gloria de lo que hacemos a Dios, querrán saber más acerca de Él. Agradezca a Dios lo que está haciendo en usted y por medio de usted.

2.49 Después de que lo nombraron gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de los sabios, Daniel pidió que sus compañeros, Sadrac, Mesac y Abed-nego, fueran sus ayudantes. Daniel sabía que no podría llevar tan gran responsabilidad sin colaboradores capaces, y escogió a los mejores hombres que conocía: sus tres compañeros hebreos. Un líder competente nunca hace todo el trabajo: sabe cómo delegar y supervisar. Moisés, el líder más grande de Israel, compartió su carga de administración con docenas de colaboradores. (Véase el relato en Éxodo 18.13–27.)

 

COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 3 DE DICIEMBRE 1Juan 2

Capítulo 2

2.1 Juan emplea la expresión «hijitos» de una forma paternal y afectuosa. No está menospreciando a sus lectores sino mostrándoles afecto. Juan en ese momento era muy anciano, había empleado gran parte de su vida en el ministerio y muchos de sus lectores eran sus hijos espirituales.
2.1, 2
A las personas que se sienten culpables y condenadas Juan les ofrece confianza. Ellas saben que han pecado, y Satanás (llamado «acusador de nuestros hermanos» en Apocalipsis 12.10) está exigiendo la pena de muerte. Cuando usted se sienta de esa manera, no pierda la esperanza. El mejor abogado defensor del universo está a cargo de su causa. Jesucristo, nuestro defensor, es el Hijo del Juez. Ya sufrió el castigo en su lugar. Usted no debe intentarlo otra vez porque ya su nombre no está en la lista de los encausados. Unido con Cristo, está tan seguro como Él. No tema pedirle que se haga cargo de su caso; Él ya obtuvo la victoria (véanse Romanos 8.33, 34; Hebreos 7.24, 25).

2.2 Jesucristo es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados (véase también 4.10). Él puede presentarse delante de Dios como nuestro mediador porque su muerte satisfizo la ira de Dios contra el pecado y pagó la pena de muerte por ellos. De esa manera, Cristo satisface los requisitos de Dios y quita nuestro pecados. En Él somos perdonados y purificados.
2.2
Algunas veces tenemos dificultad para perdonar a alguien que nos ha ofendido. ¡Imagínese cuán difícil debe ser tener que decir a cada persona que estamos dispuestos a perdonarla sin importar lo que hagan! Eso es lo que hizo Dios en la persona de Jesucristo. Nadie, sin importar lo que haya hecho, está fuera de la esperanza del perdón. Lo único que tenemos que hacer es volvernos a Jesucristo y entregarle nuestra vida.

2.3–6 ¿Cómo puede estar seguro de que pertenece a Cristo? Este pasaje menciona dos modos de saberlo: si usted hace lo que Cristo dice y vive como Cristo quiere. ¿Y qué quiere Cristo que hagamos? Juan responde en el 3.23 «que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros». La fe cristiana verdadera se traduce en una conducta afectuosa; esa es la razón por la que Juan dice que nuestra conducta nos otorga la seguridad de que pertenecemos a Cristo.

2.6 «Andar como Él anduvo» o vivir como vivió Cristo no significa escoger doce discípulos, realizar grandes milagros y ser crucificado. No podemos tratar de imitar la vida de Cristo, porque mucho de ella tuvo que ver con su identidad como Hijo de Dios, su misión especial al morir por el pecado y el contexto cultural del primer siglo del mundo romano. Para vivir hoy como Cristo vivió en el primer siglo, debemos seguir su ejemplo de total obediencia a Dios y de servicio afectuoso a las personas.

2.7, 8 El mandamiento de amar a los demás es nuevo y es antiguo al mismo tiempo. Es antiguo porque viene del Antiguo Testamento (Levítico 19.18) y es nuevo porque Jesús lo interpretó de una manera totalmente nueva (Juan 13.34, 35). En la iglesia cristiana, el amor no se expresa solo al mostrar respeto; también se expresa mediante la abnegación y el servicio (Juan 15.13). Por esa razón, puede definirse como «dar incondicionalmente». Va más allá de los amigos y llega hasta los enemigos y perseguidores (Mateo 5.43–48). El amor debe ser la fuerza unificadora y la marca distintiva de la comunidad cristiana. Es la clave para andar en la luz, porque no podemos crecer espiritualmente mientras odiamos a los demás. Una relación creciente con Dios produce una relación creciente con los demás.

2.9-11 ¿Eso significa que, si a usted no le agrada alguien, usted no es un cristiano? Estos versículos no se ocupan de no aceptar a los cristianos desagradables. Siempre habrá personas que no nos agradarán tanto como otras. Las palabras de Juan señalan la actitud que motiva despreciar o marginar a otros, tratarlos como irritantes, competidores o enemigos. Afortunadamente, el amor cristiano no es un sentimiento sino una elección. Podemos optar por interesarnos por el bienestar de las personas y preocuparnos por ellas con respeto, sintamos o no afecto por ellas. Si optamos por amar a otros, Dios nos ayudará a expresar nuestro amor.

2.12-14 Juan escribe a creyentes de diferentes edades, sus «hijitos» que habían experimentado perdón por medio de Jesucristo. Los mayores («padres») eran personas maduras en la fe que mantenían una relación duradera con Cristo. Los jóvenes habían luchado con las tentaciones de Satanás y habían vencido. Los hijitos y las hijitas habían aprendido acerca de Cristo y apenas comenzaban su viaje espiritual. En cada etapa de la vida, la Palabra de Dios es importante. Cada etapa de la vida en el peregrinaje cristiano se levanta sobre la otra. A medida que los hijitos aprenden acerca de Cristo, van creciendo en su capacidad para sobreponerse a la lucha de las tentaciones. A medida que los jóvenes van de victoria en victoria, crecen en su relación con Cristo. Los mayores, habiendo conocido a Cristo durante años, han desarrollado la necesaria sabiduría para enseñar a los jóvenes y empezar el ciclo nuevamente. ¿Es su crecimiento cristiano apropiado para la etapa de su vida?

2.15, 16 Algunas personas piensan que las mundanalidades tienen que ver con la conducta externa: con las personas con quienes nos juntamos, los lugares que frecuentamos, las actividades de que disfrutamos. Eso no es totalmente cierto, porque la mundanalidad empieza en el corazón y se caracteriza por estas tres actitudes: (1) deseos de la carne, afán por la satisfacción de deseos físicos, (2) deseos de los ojos, anhelo y acumulación de cosas, y (3) vanagloria de la vida, obsesión con el nivel social o la importancia de uno. Cuando la serpiente tentó a Eva (Génesis 3.6), la tentó en estos tres aspectos. También cuando el diablo tentó a Jesús en el desierto, esas fueron sus tres esferas de ataque (véase Mateo 4.1–11).
Por contraste, Dios valora el dominio propio, un espíritu generoso y un servicio humilde. Es posible dar la impresión de que evitamos los «placeres mundanos», mientras todavía albergamos actitudes mundanas en nuestro corazón. Es también posible, como Jesús, amar a los pecadores y pasar el tiempo con ellos mientras se mantienen los valores del reino de Dios. ¿Cuáles son los valores más importantes para usted? ¿Su conducta refleja los valores del mundo o los valores de Dios?

2.17 Cuando es fuerte nuestro afecto por los bienes materiales, es difícil creer que un día se desvanecerá lo que deseamos. Y puede parecer aun mucho más difícil creer que la persona que hace la voluntad de Dios vivirá para siempre. Pero esa era la convicción de Juan basada en los hechos de la vida, muerte, resurrección y promesas que Jesús hizo. Al saber que este mundo de maldad y su pecado tendrá fin, nos da ánimo para controlar nuestra codicia, conducta desenfrenada y continuar haciendo la voluntad de Dios.

2.18–23 Juan habla del último tiempo, el período entre la primera y la segunda venidas de Cristo. Los lectores de 1 Juan en el primer siglo vivían en el último tiempo al igual que nosotros. Durante este tiempo aparecerán «anticristos» (falsos maestros que pretendían ser cristianos y que engañaban a miembros débiles, alejándolos de Cristo). Por último, antes que el mundo termine, surgirá un gran anticristo (Apocalipsis 13.19, 20; 20.10). Sin embargo, no debemos temer a ese maligno. El Espíritu Santo muestra sus errores para que no seamos engañados. No obstante, debemos enseñar la Palabra de Dios con claridad y con cuidado a los débiles que están entre nosotros, de modo que no sean presa de esos falsos maestros, que «vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7.15).

2.19 Los anticristos no fueron totalmente extraños a la iglesia; un día salieron de ella, pero en realidad no pertenecieron a ella. Juan no dio una razón por la que no permanecieron. Es claro que sus razones para formar parte, al comienzo, fueron equivocadas. Hoy muchas personas son «cristianas» por menos que las mejores razones. Quizás ir a la iglesia sea una tradición familiar. A lo mejor gustan de los contactos sociales y de negocios que pueden desarrollar allí. O posiblemente el ir a la iglesia es un hábito de años, y nunca se detuvieron a preguntarse por qué lo hacían. ¿Cuál es su razón fundamental para ser cristiano? A menos que sea una razón cristocéntrica, usted podría en realidad no serlo. No debiera conformarse con menos de lo que es mejor. Usted puede relacionarse con Cristo personalmente y llegar a ser un discípulo leal y confiable.

2.20 Por lo general, unción se refiere al derramamiento de un aceite especial. El aceite se usaba para consagrar a los reyes y a las personas especiales para el servicio (1 Samuel 16.1, 13), y también se usa en la iglesia cuando alguien está enfermo (Santiago 5.14). «Pero vosotros tenéis la unción del Santo» se podría leer: «Se le ha dado a usted el Espíritu Santo por el Padre y el Hijo». Cuando una persona se entrega a Cristo recibe el Espíritu Santo. Una de las formas en que el Espíritu Santo ayuda al creyente y a la Iglesia es por comunicar la verdad. Jesucristo es la verdad (Juan 14.6) y el Espíritu Santo guía a los creyentes a Él (Juan 16.13). Los que están en contra de Cristo también están en contra de la verdad, y el Espíritu Santo no obra en sus vidas. Cuando somos guiados por el Espíritu podemos permanecer en contra de los falsos maestros y del anticristo. Pídale al Espíritu que lo guíe cada día (véase 2.27).

2.22,23 Al parecer los anticristos de la época de Juan intentaban ser leales a Dios mientras negaban y se oponían a Cristo. Juan afirma categóricamente que hacer eso es imposible. Como Jesucristo es el Hijo de Dios y el Mesías, negarlo es rechazar la forma en que Dios se reveló al mundo. Una persona que acepta a Cristo como el Hijo de Dios acepta al mismo tiempo a Dios el Padre. Los dos son uno y no se les puede separar. Muchos miembros de sectas se denominan «cristianos» pero niegan que Jesucristo sea divino. Debemos poner al descubierto esas herejías y oponernos a dichas enseñanzas para que los débiles no sucumban a ellas.

2.24 Estos cristianos habían escuchado el evangelio, al parecer de Juan mismo. Sabían que Cristo era el Hijo de Dios, que murió por sus pecados y que resucitó para darles nueva vida, y que regresaría para establecer su Reino en forma completa. Pero ahora estaban infiltrados por los maestros que negaban las doctrinas fundamentales de la fe cristiana, y algunos de los creyentes estaban en peligro de sucumbir a los argumentos falsos. Juan los anima a aferrarse a la verdad cristiana que escucharon desde el principio de su andar con Cristo. Es más importante crecer en nuestro conocimiento del Señor que depender de nuestra comprensión obtenida mediante un cuidadoso estudio, y enseñar esas verdades a los demás. Sin embargo, por mucho que sepamos, nunca debemos abandonar las verdades fundamentales acerca de Cristo. Jesucristo siempre será el Hijo de Dios, y su sacrificio por nuestros pecados es permanente. No hay verdad que pueda contradecir estas enseñanzas bíblicas.

2.26, 27 Cristo había prometido enviar al Espíritu Santo para enseñar a sus discípulos y para recordarles todas las cosas que Jesús les había enseñado (Juan 14.26). Como resultado, los cristianos tienen al Espíritu Santo en ellos («la unción») para evitar que se desvíen. Además, tienen la Palabra inspirada de Dios, que puede revelar las enseñanzas cuestionables. Para permanecer en la verdad de Cristo debemos seguir su Palabra y su Espíritu. Permita que el Espíritu Santo le ayude a distinguir la verdad del error. Para mayor información acerca del Espíritu Santo, lo que es y hace, véanse las notas sobre Juan 3.6; Hechos 1.5 y Efesios 1.13, 14.

2.27 Cristo vive (permanece) en nosotros por medio del Espíritu Santo, y además nosotros vivimos en Cristo. Eso significa que ponemos nuestra absoluta confianza en Él, dependemos de Él para dirección y fortaleza, y vivimos como Él quiere que vivamos. Eso significa que nuestra relación con Él es personal y vivificante. Juan usó la misma idea en Juan 15, donde habla de Cristo como la vid y de sus seguidores como los pámpanos (véase también 3.24; 4.15).

2.28, 29 La prueba visible de ser cristiano es su conducta recta. Muchas personas hacen cosas buenas pero no tienen su fe puesta en Jesucristo. Otros afirman que tienen fe pero rara vez producen buenas obras. Un déficit, ya sea en la fe o en la conducta recta, será motivo de vergüenza cuando Cristo vuelva. Debido a que la verdadera fe siempre produce buenas obras, los que afirman que tienen fe y los que viven constantemente de forma recta son verdaderos creyentes. Las buenas obras no producen salvación (véase Efesios 2.8, 9) pero son necesarias para probar que la verdadera fe está en realidad presente (Santiago 2.14–17). Comentarios de la Biblia del diario vivir. Rv 1960.

 

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