Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE DICIEMBRE. Abdias

ABDÍAS

 La humillación de Edom

1

1Visión de Abdías.

Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla. 2He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. 3La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? 4Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.

5Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? 6¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. 7Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento. 8¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? 9Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago. 10Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. 11El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. 12Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. 13No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. 14Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.

 La exaltación de Israel

15Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. 16De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. 17Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. 18La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho. 19Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. 20Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev. 21Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová. Amen.

 

LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE DICIEMBRE Apocalipsis 8

El séptimo sello

8

1Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 2Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 3Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

 Las trompetas

6Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

7El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

8El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

10El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 11Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.

12El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

13Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles! Amen. Rv

 

COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE DICIEMBRE. Abdias

Capítulo 1

1 Abdías fue un profeta de Judá que habló del juicio de Dios en contra de la nación de Edom. Hay dos fechas que comúnmente se dan a esta profecía: (1) entre los años 848 y 841 a.C., cuando al rey Joram y Jerusalén los atacaron la coalición filisteo-árabe (2 Crónicas 21.16ss), o (2) en 586 a.C., cuando los babilonios destruyeron por completo a Jerusalén (2 Reyes 25; 2 Crónicas 36). Edom se regocijó por las desgracias de Israel y Judá, aun cuando los edomitas y judíos descendían de dos hermanos, Esaú y Jacob (Génesis 25.19–26). Pero del mismo modo que estos dos hermanos estaban en constante conflicto, Israel y Edom raramente estaban en paz. Dios pronunció juicio sobre Edom por sus acciones insensibles y maliciosas hacia su pueblo.

3 Edom era el vecino de Judá ubicado al sur y compartían una frontera común. Los vecinos no siempre son amigos y Edom no quería tener nada que ver con Judá. Su capital en ese tiempo era Sela (tal vez haya sido luego la ciudad de Petra). Sela se consideraba una ciudad impenetrable porque estaba en un acantilado y cerca de un cañón al que solo llegaba por un camino estrecho. Las cosas que Edom consideraba como fortaleza de esta ciudad constituyeron su ruina: (1) la seguridad en la ciudad (vv. 3, 4), Dios los haría bajar desde las alturas; (2) la soberbia por su autosuficiencia (v. 4), Dios los humillaría; (3) la riqueza (vv. 5, 6), los ladrones robarían todo lo que tuvieran; (4) los aliados (v. 7), Dios haría que se volvieran contra Edom; (5) la sabiduría (vv. 8, 9), todo sería destruido.

3 Los edomitas se sentían seguros y orgullosos de su autosuficiencia. Pero se engañaban debido a que no hay seguridad perdurable apartados de Dios. ¿Está su seguridad en objetos o en personas? Pregúntese cuánta seguridad perdurable le ofrecen realmente. Las posesiones y la gente puede desaparecer en un momento, pero Dios no cambia. Solo Él puede ofrecernos verdadera seguridad.

4 Los edomitas estaban orgullosos de su ciudad enclavada en la roca. En la actualidad es considerada como una de las maravillas del mundo antiguo, pero solo como atracción turística. La Biblia advierte que la soberbia es la ruta más segura hacia la autodestrucción (Proverbios 16.18). Al igual que Sela (Petra) y Edom cayeron, la gente soberbia caerá. Una persona humilde está más segura que una persona soberbia, ya que la humildad nos da una perspectiva más adecuada de uno mismo y del mundo.

4-9 Dios no pronunció estos juicios severos en contra de Edom por venganza sino para ejercer justicia. Dios es moralmente perfecto y demanda justicia y rectitud perfectas. Los edomitas simplemente estaban obteniendo lo que se merecían. Debido a que asesinaron, serían asesinados. Debido a que robaron, sufrirían robos. Debido a que se aprovecharon de los demás, se aprovecharían de ellos. No peque pensando que «nadie se enterará» o «que no lo atraparán». Dios conoce todos nuestros pecados, y Él será justo.

8 Edom se caracterizaba por sus sabios. Existe una diferencia, sin embargo, entre la sabiduría del hombre y la sabiduría de Dios. Los edomitas pudieron haber sido sabios en los caminos del mundo, pero fueron tontos porque ignoraron y se burlaron de Dios.

9 Elifaz, uno de los tres amigos de Job (Job 2.11), era de Temán, ocho kilómetros al este de Petra. Temán fue llamado así por el nieto de Esaú (Génesis 36.10–12).

10, 11 Los israelitas descendían de Jacob, y los edomitas de su hermano, Esaú (Génesis 25.19–26). En vez de ayudar a Israel y a Judá cuando lo necesitaban, Edom permitió que fueran destruidos e incluso saquearon lo que quedaba. Edom se constituyó en su enemigo, y sería destruido. Cualquiera que no ayude al pueblo de Dios es enemigo de Dios. Si usted no ha ayudado a alguien en tiempos de necesidad, ha pecado. El pecado no incluye solo lo que hacemos, sino también lo que nos negamos a hacer. No desprecie ni niegue ayuda a los necesitados.

12 Edom estaba contento de ver a Judá en problemas. Su rencor los llevó a querer ver destruida a la nación. Por esta mala acción, Dios borró a Edom. ¿Cuán a menudo se alegra por las desgracias de otros? Debido a que únicamente Dios es el juez, nunca debemos alegrarnos de las desgracias de los demás, incluso si pensamos que se las merecen (véase Proverbios 24.17).

12–14 De todos los vecinos de Judá e Israel, Edom era el único al que no se le prometió ninguna misericordia por parte de Dios. Esto fue debido a que saquearon Jerusalén, y se alegraron por sus desgracias. Traicionaron a sus hermanos de sangre en momentos de crisis y ayudaron a sus enemigos. (Véanse también Salmo 137.7; Jeremías 49.7–22; Ezequiel 25.12–14; Amós 1.11, 12.)

15 ¿Por qué la venganza de Dios caería sobre las naciones gentiles? Edom no era la única nación que se alegró con la caída de Judá. Todas las naciones y los individuos serán juzgados por la forma en la que tratan al pueblo de Dios. Algunas naciones de la actualidad tratan al pueblo de Dios en forma favorable, mientras que otras son hostiles hacia ellos. Dios juzgará a todas las personas de acuerdo con la forma en la que traten a los demás, especialmente a los creyentes (Apocalipsis 20.12, 13). Jesús habló de esto en Mateo 25.31–46.

17–21 Judas Macabeo derrotó a los edomitas en 185 a.C. La nación ya no existía en el primer siglo d.C. En el tiempo de la profecía de Abdías, pudo haber parecido que Edom sobreviviría más que Judá. Pero Edom se desvaneció y Judá sigue existiendo. Esto demuestra la absoluta certeza de la Palabra de Dios y del castigo que aguarda a todos los que han maltratado a su pueblo.

19 Neguev era la región más al sur en Judá. Era una región árida y caliente. Las colinas estaban en el este de Judá.

20 Las fronteras del reino podrían haberse extendido hasta la Sefela (campos filisteos) y Sarepta, al sur, entre Tiro y Sidón en la costa mediterránea. Sefarad debe haber sido la ciudad de Sardis.

21 Abdías llevó el mensaje de Dios acerca del castigo de Edom. Dios estaba molesto tanto por su rebelión interna como por la externa. La gente de la actualidad se parece mucho a la de los tiempos de Abdías. Vemos la arrogancia, la envidia y la falsedad y nos preguntamos cuándo terminará todo esto. A pesar de los efectos del pecado, sin embargo, Dios tiene el control. Cuando enfrente luchas, no se desespere, ni renuncie a toda esperanza. Sepa que cuando todo esté dicho y hecho, el Señor seguirá siendo el Rey, y la confianza que usted deposite en Él no será en vano.

21 Edom es un ejemplo de todas las naciones que son hostiles con Dios. Nada puede romper la promesa de Dios de proteger a su pueblo de la destrucción total. En el libro de Abdías vemos cuatro aspectos del mensaje de Dios acerca del juicio: (1) el mal ciertamente será castigado; (2) los que son fieles a Dios tienen la esperanza de un nuevo futuro; (3) Dios es soberano en la historia de la humanidad; (4) el propósito final de Dios es establecer su reino eternal. Los edomitas habían sido crueles con el pueblo de Dios. Eran arrogantes y soberbios, y se aprovechaban de las desgracias ajenas. Cualquier nación que maltrate a las personas que obedecen a Dios será castigada, a pesar de lo invencible que parezca. De manera similar nosotros, como individuos, no debemos permitir sentirnos tan «cómodos» con nuestra riqueza o seguridad que no podamos ayudar al pueblo de Dios en necesidad. Esto es pecado. Y debido a que Dios es justo, las personas que siembran pecado cosecharán castigo.

 

COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE DICIEMBRE Apocalipsis 8

8.1, 2 Cuando se abre el séptimo sello, se revela el juicio de las siete trompetas. De igual forma, la séptima trompeta anunciará los juicios de las siete copas en 11.15 y 16.1–21. La trompeta de los juicios, como el sello de los juicios, son solo parciales. Todavía no ha llegado el juicio final y absoluto de Dios.

8.3 Se usaba un incensario lleno de brasas encendidas en el templo para la adoración. El incienso se echaba sobre las brasas y el humo fragante subía, simbolizando la oración de los creyentes que asciende hasta Dios (véase Éxodo 30.7–9).

8.6 El toque de las trompetas tiene tres propósitos: (1) advertir que el juicio es verdadero, (2) llamar a las fuerzas del bien y del mal a la batalla, y (3) anunciar el regreso del Rey, el Mesías. Estas advertencias nos instan a asegurarnos de que nuestra fe esté fundada con firmeza en Cristo.

8.7-12 Ya que solo un tercio de la tierra es destruida por estos juicios de las trompetas, este es solo un juicio parcial de Dios. Aun no se ha manifestado su ira total.

8.11 Ajenjo es una planta con sabor muy amargo, y representa la amargura del juicio de Dios.

8.13 Habacuc emplea la imagen de un águila para simbolizar rapidez y destrucción (véase Habacuc 1.8). Aquí la figura es de un ave fuerte y poderosa que vuela sobre toda la tierra, advirtiendo de los terrores que todavía vendrán. Aunque todos sufren los terrores descritos en los versículos 7 al 12, «los habitantes de la tierra» son los incrédulos que sufrirán daño espiritual con los juicios de las tres próximas trompetas. Dios les ha garantizado a los creyentes la protección del daño espiritual (7.2, 3).

8.13 En el versículo 6.10 los mártires claman a Dios: «¿Hasta cuándo[...] no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?» Al ver la perversidad del mundo, nosotros también podemos clamar a Dios: «¿Hasta cuándo?» En los capítulos siguientes, el juicio llega al fin. Podemos hallarnos desesperados e impacientes, pero Dios tiene su plan y su tiempo, y debemos aprender a confiar en que Él sabe lo que es mejor. El juicio viene, no le quepa la menor duda. Gracias a Dios por el tiempo que le da para

que se aparte de sus pecados. Aproveche el tiempo que le queda en ayudar a que otros también se vuelvan a Él. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.

No hay comentarios:

Publicar un comentario