Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 24 DE Septiembre, Isaías 1,2,3

DE SALOMÓN

ISAÍAS

Una nación pecadora

Capitulo 1

1Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.

4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.

5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.

9Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.

 Llamamiento al arrepentimiento verdadero

10Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.

12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo,* el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

18Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

 Juicio y redención de Jerusalén

21¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas. 22Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. 23Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

24Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; 25y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza. 26Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.

27Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia. 28Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos. 29Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis. 30Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. 31Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.

Reinado universal de Jehová

(Mi. 4.1–3)

Capitulo 2

1Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.

2Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

 Juicio de Jehová contra los soberbios

5Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová. 6Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros. 7Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables. 8Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos. 9Y se ha inclinado el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no los perdones. 10Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad. 11La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.

12Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido; 13sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán; 14sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados; 15sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; 16sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas. 17La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. 18Y quitará totalmente los ídolos. 19Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.

20Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, 21y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. 22Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?

Juicio de Jehová contra Judá y Jerusalén

Capitulo 3

1Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; 2el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; 3el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. 4Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. 5Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble.

6Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina; 7él jurará aquel día, diciendo: No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo. 8Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad.

9La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí. 10Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos. 11¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado. 12Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.

13Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. 14Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas. 15¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

Juicio contra las hijas de Sion

16Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; 17por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.

18Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, 19los collares, los pendientes y los brazaletes, 20las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, 21los anillos, y los joyeles de las narices, 22las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, 23los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. 24Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura. 25Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra. 26Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra. Amen.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 24 DE Septiembre, Gálatas 2

Capitulo 2

1Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. 2Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. 3Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 5a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. 6Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. 7Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8(pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), 9y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. 10Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.

Pablo reprende a Pedro en Antioquía

11Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 15Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. 17Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 19Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo. Amen. Rv


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 24 DE Septiembre, Isaías 1,2,3

Capítulo 1

1.1 Isaías profetizó durante el tiempo en que Israel estaba dividida en dos reinos: Israel en el norte y Judá en el sur. El reino del norte pecó en gran manera contra Dios y el reino del sur iba en la misma dirección: perversión de la justicia, opresión al pobre, alejamiento de Dios para ir en pos de los ídolos y la búsqueda de ayuda militar en las naciones paganas en lugar de buscarla en Dios. Isaías llegó primero como profeta a Judá, pero su mensaje también fue para el reino del norte. Algunas veces «Israel» se refiere a los dos reinos. Isaías llegó a ver la destrucción y el cautiverio del reino del norte en 722 a.C. Así que su ministerio comenzó con una advertencia.

1.2–4 Aquí «Israel» se refiere al reino del sur, Judá. El pueblo de Judá estaba pecando en gran manera y no quería conocer ni entender a Dios. A través de Isaías, el Señor presentó sus cargos contra Judá debido a que se rebelaron y lo abandonaron (Deuteronomio 28). Con la violación del pacto moral y espiritual se buscaban el castigo. Dios les dio prosperidad y no lo sirvieron. Les envió advertencias y no quisieron oír. El fuego del juicio caería sobre ellos (véase 1.7).

1.4–9 Mientras el pueblo de Judá siguiera pecando, no tendría la ayuda de Dios y estaría aislado. Cuando se sienta solo y separado de Dios, recuerde que Él no lo abandona. Nuestros pecados nos separan de Él. La única cura segura para esta clase de soledad es la restauración de las relaciones con Dios mediante confesión de pecado, obediencia a sus mandatos y comunicación regular con Él (véanse Salmo 140.13; Isaías 1.16–19; 1 Juan 1.9).

1.7 ¿Se estaba produciendo esta destrucción en ese tiempo? A Judá la atacaron muchas veces durante la vida de Isaías. Ser comidos (devastados) por extranjeros era el peor tipo de castigo. Quizás este versículo sea una ilustración de los resultados de estas invasiones o una predicción de la invasión asiria que sufriría Israel. Es muy probable que señale la futura invasión de Judá por los babilonios así como la caída de Jerusalén en 586 a.C.

1.9 Sodoma y Gomorra fueron dos ciudades que Dios destruyó completamente debido a su gran maldad (Génesis 19.1–25). Se mencionan en otras partes de la Biblia como ejemplo del castigo de Dios por el pecado (Jeremías 50.40; Ezequiel 16.46–63; Mateo 11.23, 24; Judas 7). Quedaría «un resto pequeño» de sobrevivientes que Dios perdonaría porque eran fieles.

1.10 Isaías comparó a los gobernantes y pueblo de Judá con los gobernantes y pueblos de Sodoma y Gomorra. Para escuchar lo que Dios quería decir, el pueblo tenía que prestar atención y estar dispuesto a obedecer. Cuando no entendamos el mensaje quizás se deba a que no prestamos atención ni esperamos que Él nos hable.

1.10–14 Dios estaba descontento con los sacrificios, pero no revocaba el sistema de sacrificios que inició con Moisés. Por el contrario, estaba haciendo un llamado a una fe y devoción sinceras. Los líderes cumplían con mucho cuidado los tradicionales sacrificios y ofrendas en las celebraciones santas, pero seguían siendo infieles a Dios en sus corazones. Los sacrificios debían ser una señal externa de fe interna, pero si faltaba la fe en Dios, las señales externas serían vacías. Entonces, ¿por qué continuaron ofreciendo sacrificios? Como muchos en la actualidad, depositaban más fe en los rituales de su religión que en el Dios que adoraban. Examine sus propias prácticas religiosas: ¿surgen de su fe en el Dios viviente? Dios no se complace de nuestras expresiones externas si falta la fe interna (véanse Deuteronomio 10.12–16; 1 Samuel 15.22, 23; Salmo 51.16–19; Oseas 6.6).

1.13 «Luna nueva y día de reposo» se refieren a ofrendas mensuales (Números 28.11–14) y días de reposo semanales y anuales especiales durante el Día de Expiación y la Fiesta de los Tabernáculos (Levítico 16.31; 23.34–39). Véase una lista de todas las fiestas en el cuadro de Levítico 23. A pesar de que el pueblo no se avergonzaba por sus pecados, continuaba ofreciendo sacrificios por el perdón. Las ofrendas y los sacrificios no significan nada ante Dios cuando surgen de un corazón corrupto. Dios quiere que lo amemos, confiemos en Él y nos apartemos del pecado. Después de esto, Él se agradará de nuestros «sacrificios» de tiempo, dinero y servicio.

1.18 Grana o carmesí era el color rojo intenso de una tintura que virtualmente era imposible sacar de la ropa. Tal vez las manos ensangrentadas de los homicidas se visualizaban aquí (véase 1.15, 21). Asimismo, la mancha del pecado parece ser permanente. Sin embargo, Dios puede quitar la mancha del pecado de nuestra vida tal y como lo prometió a los israelitas. No tenemos que ir por la vida manchados para siempre. La Palabra de Dios nos asegura que si estamos dispuestos y somos obedientes, Cristo nos perdonará y arrancará nuestras manchas más indelebles (Salmo 51.1–7).

1.21, 22 La «ciudad fiel» se refiere a Jerusalén, que representa a toda Judá. Dios compara la conducta de su pueblo a la de una ramera. El pueblo dio las espaldas a la adoración del Dios verdadero para adorar ídolos. Su fe era pobre, impura y adulterada. La idolatría, ya sea externa o interna, es adulterio espiritual, pues el idólatra viola su compromiso con Dios por ir tras otra cosa. Jesús llamó adúlteros a la gente de sus días, aun cuando eran estrictos en lo religioso. La Iglesia es la «Esposa» de Cristo (Apocalipsis 19.7) y por la fe podemos revestirnos con su justicia. ¿Se ha vuelto impura su fe? Pida a Dios que lo restaure. Mantenga su devoción a Él fuerte y pura.

1.25 Dios prometió refinar a su pueblo como un metal en una fundición. Este proceso requiere fundir el metal y limpiarlo de escorias hasta que el trabajador vea su propia imagen en el metal líquido. Debemos tener la disposición de someternos a Dios, permitiéndole limpiar nuestro pecado o nuestra imperfección hasta que reflejemos su imagen.

1.29, 30 A través de la historia, la encina ha sido un símbolo de fortaleza, pero el pueblo las adoraba. Ezequiel menciona que las arboledas de encinas se usaban como lugares de adoración idolátrica (Ezequiel 6.13). ¿Es usted devoto de los símbolos de fortaleza y poder que se oponen a Dios, queriendo tomar el lugar de Él en su vida? ¿Posee intereses y compromisos donde su amor por ellos linda con la adoración? Que Dios sea su primera lealtad. Todo lo demás desaparecerá con el tiempo y se consumirá bajo su escrutinio.

1.31 Una chispa en la estopa enciende un fuego rápido y devorador. Dios compara a los hombres fuertes cuyas malas acciones los devoran hasta arder como la estopa. Nuestras vidas pueden destruirse pronto por una pequeña pero mortal chispa de maldad. ¿Qué peligros de «incendios» potenciales debe retirar de su vida?


Capítulo 2

2.2 El templo se construyó sobre el monte de Jehová, monte Moriah, bien visible a toda la gente en Jerusalén. Si desea más información sobre el significado del templo, véase la nota a 2 Crónicas 5.1ss. En los últimos días el templo atraerá las naciones, no por su arquitectura ni prominencia, sino por la presencia e influencia de Dios.

2.2–4 Dios le otorgó a Isaías el don de ver el futuro. Aquí Dios muestra a Isaías lo que a la larga le sucedería a Jerusalén. Apocalipsis 21 describe el glorioso cumplimiento de esta profecía en la nueva Jerusalén, donde se les permitirá entrar solo a los que sus nombres aparezcan escritos en el libro del Cordero. Dios hizo un pacto (promesa) con su pueblo y nunca lo quebrantará. La fidelidad de Dios nos da esperanza para el futuro.

2.4, 5 Aquí se nos habla de un futuro maravilloso de paz, cuando instrumentos de guerra se convertirán en instrumentos de labranza. Cuando se nos enseñarán las leyes de Dios y las obedeceremos. Sabemos que un día Dios quitará todo el pecado que ocasiona guerras, conflictos y otros problemas. Aun así no debemos esperar para obedecer a Dios. A Judá y a nosotros se nos habla en 2.5, debemos caminar a la luz de Dios ahora. Aunque nos aguarda nuestra recompensa eterna, ya podemos disfrutar de los muchos beneficios de la obediencia a medida que aplicamos la Palabra de Dios a nuestras vidas.

2.6 El pueblo seguía prácticas del Imperio Asirio. La frase «agoreros, como los filisteos» significaba afirmar conocer y controlar el futuro por el poder de los demonios o la interpretación de los presagios. Dios prohibió estas prácticas (véanse Levítico 19.26; Deuteronomio 18.10, 14). Los filisteos adoraban a Dagón, Astoret y a Baal-zebub. Durante los períodos más pecaminosos de su historia, el pueblo de Israel adoró a estos dioses paganos además de adorar a Jehová, e incluso les dieron nombres hebreos.

2.8, 9 Bajo el reinado de los reyes malvados, la idolatría floreció en Israel y en Judá. Unos pocos reyes buenos en Judá la detuvieron durante sus reinados. Aún continúa la adoración de objetos que simbolizan poder a pesar de que muy poca gente adora imágenes esculpidas o moldeadas. Rendimos homenajes a nuestros automóviles, casas, estrellas deportivas, celebridades, dinero, etc. La idolatría es mala porque: (1) insultamos a Dios cuando adoramos algo que creó y no lo adoramos a Él; (2) nos impide conocer y servir a Dios cuando ponemos nuestra confianza en cualquier cosa que no sea Él; (3) nos hace confiar en nuestros propios esfuerzos y no en Dios (véase también Deuteronomio 27.15).

2.12 El «día de Jehová de los ejércitos» es el día del juicio, el momento cuando Dios juzgará a buenos y a malos. El día vendrá y desearemos estar a bien con Dios cuando vuelva. Como primer paso hacia el desarrollo de una relación con Dios, debemos exaltarlo solo a Él (2.11, 17).

2.15-17 Las torres altas eran parte de la defensa de una ciudad o nación. Esta frase se refiere a la seguridad basada en fortalezas militares. «Naves de Tarsis» ilustran prosperidad económica. Nada es comparable con Dios ni digno de ocupar el lugar que Él debe tener en nuestros corazones. Depositar nuestra esperanza en otra cosa no es más que un falso orgullo. Confíe solo en Dios.

2.19 Véase Apocalipsis 6.15–17 para una descripción del temor de los enemigos de Dios en el día de su ira.

2.22 «Cuyo aliento está en su nariz» se refiere a la mortalidad del ser humano. Las personas están muy limitadas en comparación a Dios. No son confiables, son pecadoras y cortas de vista. A menudo confiamos vida y futuro más rápidamente a seres humanos mortales, en vez de confiar en el Dios que todo lo sabe. Tenga cuidado con la gente en la que quiere confiar en lugar de Dios. Recuerde que solo Él es completamente digno de confianza, debido a que nos ama con un amor eterno (Salmo 100.5).


Capítulo 3

3.1–3 Jerusalén sitiada, sus líderes destruidos. Esta triste descripción pronto se volvería una realidad. La desobediencia de la gente acarrearía serias aflicciones y gran destrucción, así como Dios lo advirtió (Deuteronomio 28).

3.2 Isaías no condonaba el uso de adivinos al incluirlos en esta lista. Mostraba lo bajo que había caído la nación. 

3.4-9 Esta sección describe lo que sucede cuando una nación pierde su liderazgo.

3.9–11 El pueblo estaría orgullosos de sus pecados, alardeando de ellos abiertamente. El pecado destruye al ser humano. En el mundo actual, la vida pecaminosa parece encantadora, excitante y audaz. Sin embargo, a pesar de la forma en la que la sociedad lo perciba, el pecado es algo malo ya que a la larga nos hará miserables y nos destruirá. Dios trata de protegernos al advertirnos acerca del daño que podemos causarnos al pecar. Los que se enorgullecen de sus pecados recibirán el merecido castigo de Dios. Rechazan el camino de vida de Dios (véase Salmo 1) y la única alternativa es el camino de la destrucción.

3.10,11 En medio de su mensaje sombrío, Dios nos da esperanza: A la larga el justo recibirá la recompensa de Dios y el malvado su castigo. Es desalentador ver que el malvado prospere mientras nos sentimos derrotados cuando seguimos el plan de Dios. Aun así, ¡debemos continuar asidos a la verdad de Dios y cobrar ánimo! Al final, Dios traerá justicia y recibiremos su recompensa si hemos sido fieles.

3.14 Los ancianos y los príncipes eran responsables de ayudar a la gente, pero en vez de eso defraudaban al pobre. Debido a que fueron líderes injustos, Isaías dijo que serían los primeros en recibir la ira de Dios. Los líderes tendrán que rendir cuentas de cómo ejercieron su liderazgo. Si usted está en una posición similar, debe hacerlo de acuerdo con los mandamientos justos de Dios. La corrupción acarrea la ira de Dios, sobre todo si otros siguen su ejemplo.

3.14 ¿Por qué la justicia es tan importante en la Biblia? (1) La justicia es parte de la naturaleza de Dios; es la forma de administrar el universo. (2) Es un deseo natural en cada persona. Incluso como pecadores, todos queremos que se nos haga justicia. (3) Cuando los líderes del gobierno y de la iglesia son injustos, los pobres y los desvalidos sufren. Por lo tanto, impide su adoración a Dios. (4) Dios tiene al pobre en alta estima. Son los que con mayor probabilidad se vuelvan a Él para pedirle ayuda y consuelo. Entonces, la injusticia ataca a los hijos de Dios. Cuando no hacemos algo para ayudar al oprimido, en realidad nos aliamos al opresor. Debido a que seguimos solo a Dios, debemos defender la justicia.

3.16–26 Las mujeres de Judá se afanaron más por la ropa y la joyería que por Dios. Se vestían para llamar la atención, ganar aprobación y estar a la moda. Pasaban por alto el verdadero propósito de la vida. En vez de preocuparse por la opresión que las rodeaba (3.14, 15), procuraban autosatisfacerse, solo pensaban en ellas. Los que abusan de sus posesiones terminan sin nada. Estos versículos no van en contra de la ropa ni de las alhajas, sino son un castigo sobre quienes los usan con derroche mientras se ciegan ante las necesidades de los demás. Cuando Dios lo bendiga, no haga alarde de su riqueza. Utilice lo que tiene para ayudar a los demás, no para impresionarlos.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 24 DE Septiembre, Gálatas 2

Capítulo 2

2.1 Pablo se había convertido más o menos por el 35 d.C. Los catorce años que menciona, probablemente, han sido calculados desde el momento de su conversión. Sin embargo, este viaje a Jerusalén no era el primero. Muchos piensan que hizo su primer viaje a Jerusalén alrededor del 38 d.C. (véase Hechos 9.26–30) y otros viajes aproximadamente en 44 d.C. (Hechos 11.29, 30; Gálatas 2.1–10), 49/50 d.C. (Hechos 15), 52 d.C. (Hechos 18.22, donde la iglesia que se menciona se refiere a la iglesia de Jerusalén) y 57 d.C. (Hechos 21.15ss). Así, es posible que Pablo haya visitado Jerusalén en otras ocasiones también.

2.1 Bernabé y Tito eran dos amigos muy cercanos de Pablo. Bernabé y Pablo visitaron juntos Galacia en su primer viaje misionero. Pablo escribió una carta personal a Tito, un creyente fiel y líder de la iglesia, que servía en la isla de Creta (véase el libro de Tito). Para mayor información relacionada con Bernabé, véase su perfil en Hechos 13. Para datos adicionales vinculados con Tito, véase la carta que Pablo le escribió, la que se halla en el Nuevo Testamento.

2.1 Después de su conversión, Pablo empleó muchos años preparándose para su ministerio, al cual Dios lo había llamado. Este período de preparación incluyó un tiempo a solas con Dios (1.16, 17) como también un tiempo de consulta con otros creyentes. Con frecuencia los cristianos nuevos, en su fervor, quieren empezar un ministerio a tiempo completo sin invertir tiempo en el estudio de la Biblia y sin recibir clases de maestros calificados. No es necesario que esperemos para hablar de Cristo, pero será necesario un entrenamiento adecuado para emprender un ministerio especial, sea como voluntarios o a tiempo completo. Mientras esperamos el tiempo de Dios, debiéramos continuar con nuestro estudio, aprendizaje y crecimiento.

2.2, 3 A pesar de que Dios había enviado especialmente a Pablo a los gentiles (Hechos 9.15, 16), estuvo dispuesto a discutir su mensaje con los líderes de la iglesia en Jerusalén (Hechos 15). Esta reunión previno un mayor resquebrajamiento en la iglesia y esta formalmente reconoció la aprobación de los apóstoles a la predicación de Pablo. Algunas veces evitamos consultar con otros porque tememos que los problemas o argumentos puedan desarrollarse. No obstante, debiéramos discutir abiertamente nuestros planes y acciones con amigos y consejeros. La buena comunicación permite que todos entiendan la situación mejor, reduce los comentarios y contribuye a la edificación de la unidad en la iglesia.

2.2 Dios le dijo a Pablo, por revelación, que consultara con los líderes de Jerusalén sobre el mensaje que estaba predicando a los gentiles, luego ellos entenderían y aprobarían lo que él estaba haciendo. La esencia del mensaje de Pablo, tanto a judíos como a gentiles, fue que la salvación de Dios es ofrecida a todos sin importar la raza, sexo, nacionalidad, riqueza, nivel social, educación o cualquier otra cosa. El perdón viene por medio de la confianza en Dios (véase Romanos 10.8–13).

2.3–5 Cuando Pablo llevó a Tito, un cristiano griego, a Jerusalén, los judaizantes (falsos hermanos) dijeron que debía circuncidarse. Pablo rechazó de plano sus demandas. Los apóstoles estuvieron de acuerdo en que la circuncisión era un rito innecesario para aplicarse a los gentiles convertidos. Varios años después, Pablo personalmente circuncidó a Timoteo, otro cristiano griego (Hechos 16.3). A diferencia de Tito, sin embargo, Timoteo era medio judío. Pablo no negó a los judíos el derecho a circuncidarse, simplemente él estaba diciendo que los gentiles no debieran ser obligados a ser judíos antes de llegar a ser cristianos.

2.4 Estos falsos hermanos se parecían al partido de los fariseos (Hechos 15.5). Estos fueron los estrictos líderes religiosos del judaísmo, alguno de los cuales se habían convertido. No sabemos si eran representativos de los convertidos bien intencionados o si trataban de pervertir el cristianismo. La mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que ni Pedro ni Santiago formaban parte de esta conspiración.

2.5 Normalmente pensamos tomar una posición contra aquellos que podrían guiarnos a una conducta inmoral, pero Pablo había tomado una línea dura contra los más «morales». No debemos ceder ante aquellos que hacen guardar las normas hechas por el hombre como una condición para la salvación, incluso cuando tales personas son de moralidad brillante o de posición respetable.

2.6 Es fácil clasificar a la gente sobre la base de demandas jerárquicas y ser intimidados por gente poderosa. Pero Pablo no fue intimidado por «los que tenían reputación de ser algo» porque todos los creyentes son iguales en Cristo. Debiéramos respetar a nuestros líderes espirituales pero nuestra lealtad final es a Cristo. Debemos servirle con todo nuestro ser. Dios no nos clasifica de acuerdo a nuestro nivel social, Él mira la actitud de nuestros corazones (1 Samuel 16.7).

2.7-9 Los líderes de la iglesia («columnas») —Jacobo, Cefas y Juan— se dieron cuenta de que Dios estaba usando a Pablo para alcanzar a los gentiles, así como Pedro era usado para alcanzar a los judíos. Después de oír el mensaje de Pablo y Bernabé ellos le dieron su aprobación («la diestra en señal de compañerismo») para continuar trabajando entre los gentiles.

2.10 Aquí los apóstoles se referían a los pobres en Jerusalén. Mientras muchos gentiles convertidos disfrutaban de holgura económica, la iglesia en Jerusalén sufría los efectos de una hambruna severa en Palestina (véase Hechos 11.28–30). Fue por eso que en este viaje Pablo recaudó fondos para los cristianos judíos (Hechos 24.17; Romanos 15.25–29, 1 Corintios 16.1–4; 2 Corintios 8). La necesidad de que los creyentes cuiden de los pobres es un tema permanente en la Biblia, pero con frecuencia no hacemos nada por tomarlo en cuenta. Hemos sido atrapados en el interés egoísta de satisfacer nuestros deseos y necesidades. Tal vez no vemos demasiada pobreza para recordar las necesidades de los pobres. El mundo está lleno de pobres, aquí y en otros países. ¿Qué puede usted hacer para ayudarles?

2.11 Antioquía de Siria (diferente de Antioquía de Pisidia) era el centro principal de tráfico comercial en el mundo antiguo. Densamente poblada por griegos, en su oportunidad llegó a ser un centro importante del cristianismo. En Antioquía los creyentes fueron llamados por primera vez cristianos (Hechos 11.26). Antioquía de Siria se convirtió en el centro de operaciones de la iglesia gentil y la base de las operaciones de Pablo.

2.11ss Los judaizantes acusaron a Pablo de diluir el evangelio y hacerlo más fácil para que lo aceptaran los gentiles, al mismo tiempo Pablo acusó a los judaizantes de anular la verdad del evangelio, agregándole condiciones a esta. La base de la salvación fue el tema: ¿se obtiene la salvación por medio de Cristo solamente, o se alcanza por medio de Cristo y además se adhiere a la ley? El argumento emergió cuando Pedro, Pablo, los judaizantes y algunos de los cristianos gentiles se juntaron en Antioquía para disfrutar de una comida juntos. Pedro, probablemente, pensó que manteniéndose lejos de los gentiles, promovería armonía, él no quería ofender a Santiago y los cristianos judíos. Santiago tenía una posición muy prominente y presidió el concilio en Jerusalén (Hechos 15). Pero Pablo criticó la acción de Pedro de haber violado el evangelio. Al reunirse Pedro con los judaizantes, de forma implícita apoyaba su declaración de que Cristo no era suficiente para ofrecer salvación. Hacer concesiones es un elemento im

portante para llevarse bien con otros, pero nunca debiéramos comprometer la verdad de la Palabra de Dios. Si nosotros sentimos que debemos cambiar nuestras creencias cristianas, para estar de acuerdo con nuestros acompañantes, caminamos en un terreno peligroso.

2.11, 12 Aunque Pedro fue un líder de la iglesia actuó como un hipócrita. Él sabía lo que debía hacer, pero se dejó llevar por el temor de lo que pudieran pensar Santiago y los otros. Proverbios 29.25 dice: «El temor del hombre pondrá lazo». Pablo sabía que tenía que enfrentarse a Pedro antes de que sus acciones dañaran a la iglesia. Por lo tanto, Pablo enfrentó públicamente a Pedro. Note, sin embargo, que no fue a los otros líderes, no escribió a las otras iglesias indicando que no siguieran el ejemplo de Pedro. En cambio, se enfrentó a Pedro cara a cara. Algunas veces cristianos, aún líderes honestos, cometen errores; siendo necesaria la participación de otros cristianos sinceros para hacerles recapacitar. Si está convencido que alguien está haciéndose daño a sí mismo o a la iglesia, intente un acercamiento directo. No hay lugar en el cuerpo de Cristo para mantenerse al margen.

2.15, 16 Si las leyes judías no pueden salvarnos ¿por qué debemos seguir obedeciendo los Diez Mandamientos y las otras leyes del Antiguo Testamento? Pablo no decía que las leyes eran malas, en otra carta que escribió manifestó: «La ley a la verdad es santa y el mandamiento santo, justo y bueno» (Romanos 7.12). En cambio, decía que por medio de la ley nunca podremos ser aceptables delante de Dios. La ley aún juega un papel importante en la vida de un cristiano. La ley: (1) nos protege del pecado dándonos normas para nuestra conducta; (2) nos convence de pecado, dándonos la oportunidad de pedir el perdón de Dios; (3) nos lleva a confiar en la suficiencia de Cristo porque nosotros nunca podremos cumplir los Diez Mandamientos a la perfección. Por la ley es imposible salvarnos, pero después de que llegamos a ser cristianos, la ley puede ser una valiosa guía para vivir como Dios requiere.

2.17–19 Al estudiar el Antiguo Testamento. Pablo se percató de que no podía obtener salvación por medio de la obediencia a las leyes de Dios. Los profetas sabían que el plan de salvación no estaba basado en el cumplimiento de la ley (para referencias véase el cuadro en el capítulo 4). Porque nosotros podemos ser infectados por el pecado, no podemos cumplir las leyes de Dios perfectamente. Afortunadamente, Dios ha provisto un camino de salvación que depende de Jesucristo, no de nuestros propios esfuerzos. Aunque conocemos esta verdad, debemos guardarnos de la tentación de usar el servicio, las buenas obras, las dádivas o cualquier otro esfuerzo como un sustituto de la fe.

2.20 ¿Cómo hemos sido crucificado con Cristo? Legalmente, Dios nos ve como si hubiésemos muerto con Cristo, porque nuestros pecados murieron con Él, ya no estamos más condenados (Colosenses 2.13–15). En cuanto a la relación, hemos llegado a ser uno con Cristo y sus experiencias son nuestras. Nuestra vida cristiana empieza cuando, en unidad con Él, morimos a la vida vieja (véase Romanos 6.5–11). En nuestra vida diaria, en repetidas ocasiones hemos tenido que crucificar nuestros deseos pecaminosos que han tratado de impedir que sigamos a Cristo. Esta también es una forma de morir con Él (Lucas 9.23–25). Aunque el enfoque del cristianismo no es la muerte sino la vida. Porque hemos sido crucificado con Cristo, también hemos resucitado con Él (Romanos 6.5). Legalmente, hemos sido reconciliado con Dios (2 Corintios 5.19) y somos libres para poder crecer a la semejanza de Cristo (Romanos 8.29). Y en nuestra vida diaria, al continuar con nuestra batalla contra el pecado, el poder de la resurrección de Cristo está disponible (Efesios 1.19, 20). No estamos solos, Cristo vive en nosotros, esta es nuestra razón para vivir y nuestra esperanza para el futuro (Colosenses 1.27).

2.21 Los creyentes de hoy todavía están en peligro de actuar como si Cristo hubiera muerto en vano. ¿Cómo? Al reemplazar el legalismo judío por sus propias marcas de legalismo cristiano, le están dando a la gente leyes extras para obedecer. Al creer que ellos pueden ganar la aceptación de Dios por medio de lo que hacen, no confían plenamente en la obra de Cristo en la cruz. Al tratar de apropiarse el poder de Dios para cambiar a sí mismos (santificación), no confían en el poder de Dios para salvarlos (justificación). Si pudiéramos salvarnos por ser buenos, entonces no habría sido necesaria la muerte de Cristo. Pero la cruz es el único camino para la salvación. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. !960


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