Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 23 DE Septiembre, Cantar de los Cantares 6,7,8

Mutuo encanto del esposo y de la esposa

Capitulo 6

1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿A dónde se apartó tu amado,

Y lo buscaremos contigo?

2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,

Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.

3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;

El apacienta entre los lirios.

4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en orden.

5 Aparta tus ojos de delante de mí,

Porque ellos me vencieron.

Tu cabello es como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

6 Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y estéril no hay entre ellas.

7 Como cachos de granada son tus mejillas

Detrás de tu velo.

8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,

Y las doncellas sin número;

9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;

Es la única de su madre,

La escogida de la que la dio a luz.

La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;

Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,

Hermosa como la luna,

Esclarecida como el sol,

Imponente como ejércitos en orden?

11 Al huerto de los nogales descendí

A ver los frutos del valle,

Y para ver si brotaban las vides,

Si florecían los granados.

12 Antes que lo supiera, mi alma me puso

Entre los carros de Aminadab.

13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;

Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.

¿Qué veréis en la sulamita?

Algo como la reunión de dos campamentos.

Capitulo 7

1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,

Oh hija de príncipe!

Los contornos de tus muslos son como joyas,

Obra de mano de excelente maestro.

2 Tu ombligo como una taza redonda

Que no le falta bebida.

Tu vientre como montón de trigo

Cercado de lirios.

3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.

4 Tu cuello, como torre de marfil;

Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;

Tu nariz, como la torre del Líbano,

Que mira hacia Damasco.

5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;

Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey

Suspendida en los corredores.

6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,

Oh amor deleitoso!

7 Tu estatura es semejante a la palmera,

Y tus pechos a los racimos.

8 Yo dije: Subiré a la palmera,

Asiré sus ramas.

Deja que tus pechos sean como racimos de vid,

Y el olor de tu boca como de manzanas,

9 Y tu paladar como el buen vino,

Que se entra a mi amado suavemente,

Y hace hablar los labios de los viejos.

10 Yo soy de mi amado,

Y conmigo tiene su contentamiento.

11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,

Moremos en las aldeas.

12 Levantémonos de mañana a las viñas;

Veamos si brotan las vides, si están en cierne,

Si han florecido los granados;

Allí te daré mis amores.

13 Las mandrágoras han dado olor,

Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,

Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

Capitulo 8

1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío

Que mamó los pechos de mi madre!

Entonces, hallándote fuera, te besaría,

Y no me menospreciarían.

2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;

Tú me enseñarías,

Y yo te haría beber vino

Adobado del mosto de mis granadas.

3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

 El poder del amor

5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,

Recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté;

Allí tuvo tu madre dolores,

Allí tuvo dolores la que te dio a luz.

6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos.

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,

De cierto lo menospreciarían.

8 Tenemos una pequeña hermana,

Que no tiene pechos;

¿Qué haremos a nuestra hermana

Cuando de ella se hablare?

9 Si ella es muro,

Edificaremos sobre él un palacio de plata;

Si fuere puerta,

La guarneceremos con tablas de cedro.

10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,

Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,

La cual entregó a guardas,

Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;

Las mil serán tuyas, oh Salomón,

Y doscientas para los que guardan su fruto.

13 Oh, tú que habitas en los huertos,

Los compañeros escuchan tu voz;

Házmela oír.

14 Apresúrate, amado mío,

Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,

Sobre las montañas de los aromas. 


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 23 DE Septiembre, Gálatas 1

LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS

GÁLATAS

Salutación

Capitulo 1

1Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), 2y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: 3Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, 4el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 No hay otro evangelio

6Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

10Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

 El ministerio de Pablo

11Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. 13Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; 14y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, 16revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, 17ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.

18Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; 19pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. 20En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. 21Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, 22y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 23solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. 24Y glorificaban a Dios en mí. Amen. Rv


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 23 DE Septiembre, Cantar de los Cantares 6,7,8

Capítulo 6

6.3 La joven dijo que ella y su amado se pertenecían el uno al otro, se entregaron mutuamente sin reservas. No importa cuán compatibles seamos con nuestros padres o nuestros mejores amigos, solo en el matrimonio existe una unión completa de mente, corazón y cuerpo.

6.4 Tirsa era una ciudad que estaba aproximadamente a 55 km al noreste de Jerusalén. Su nombre significa «placer» o «belleza». El rey Jeroboam convirtió a Tirsa en la primera capital del reino dividido del norte (1 Reyes 14.17). «Imponente como ejércitos en orden» significa que la amada quizás tenía una presencia deslumbrante, como un gran ejército listo para la batalla.

6.8, 9 Salomón sí tuvo muchas reinas (esposas) y concubinas (1 Reyes 11.3). La poligamia, aunque Dios no la apoyaba, era común en los días del Antiguo Testamento. Salomón dice que su amor por esta mujer no había disminuido desde la noche de bodas, aun cuando tenía muchas otras mujeres a su disposición.

Capítulo 7

7.4,5 La frase «tus ojos, como los estanques de Hesbón», sugiere ojos brillantes. Hesbón era la capital antigua de los amorreos. Bat-rabim pudo haber sido una de las puertas de Hesbón. «La torre del Líbano» quizás era un atalaya (no cabe dudas de que era muy prominente y considerada muy hermosa). Algunos sugieren que esto se refiere a la cadena montañosa del Líbano. El monte Carmelo tenía a la vista al mar Mediterráneo y a Palestina.

7.10-13 Conforme el matrimonio madura, debe haber más amor y libertad entre los cónyuges. Aquí la joven toma la iniciativa. Muchas culturas tienen estereotipos de los papeles que deben jugar el hombre y la mujer para tener relaciones sexuales, pero la seguridad del amor verdadero da a ambos cónyuges la libertad de iniciar los actos de amor y expresar sus verdaderos sentimientos.

7.13 La mandrágora era una especie de planta rara que a menudo la gente creía que incrementaba la fertilidad. Las mandrágoras también se mencionan en Génesis 30.14–17.

Capítulo 8

8.1 En el antiguo Cercano Oriente, era impropio mostrar el afecto públicamente, excepto entre miembros de la familia. La joven deseaba mostrar con libertad el afecto por su amado aun en público.

8.6, 7 En esta descripción final de su amor, la joven incluye algunas de sus características significativas (véase también 1 Corintios 13). El amor es tan fuerte como la muerte, no puede aniquilarlo el tiempo ni un desastre, ni puede comprarse por ningún precio porque se da libremente. El amor no tiene precio e incluso hasta el rey más rico no puede comprarlo. Se debe aceptar como un regalo de Dios para luego disfrutarlo dentro de las reglas establecidas por Él. Acepte el amor de su cónyuge como un regalo de Dios y luche por hacerlo un reflejo del amor perfecto que viene de Dios mismo.

8.8, 9 La joven medita en los días cuando era más joven y estaba bajo el cuidado de sus hermanos, que se preguntaban cómo podían ayudarla a prepararse para el matrimonio. Decidieron que si era como un muro, firme ante cualquier tentación sexual, la alabarían. Pero si era como una puerta, abierta a la inmoralidad, tomarían las medidas necesarias para guardarla de realizar algo tonto. En 8.10, ella testifica que ha persistido en su moralidad y por lo tanto ha encontrado gracia ante los ojos de Salomón.

8.11,12 Salomón podía demandar por el alquiler a los inquilinos de su viñedo, pero la doncella tenía su propia viña y estaba en su derecho de asignarla a quien quisiera. Pero ella entregó de buena voluntad su fruta a Salomón. En el matrimonio no existe la propiedad privada, ya que todo se comparte entre los cónyuges. Nota: Esta es la única mención de Baal-hamón en la Biblia y su ubicación se desconoce.

8.14 El amor entre Salomón y su esposa no disminuyó en intensidad desde la noche de bodas. Los enamorados confiaron el uno en el otro y no tuvieron secretos. La devoción y el compromiso fueron la clave de su relación, así como los son también en nuestras relaciones conyugales, y nuestra relación con Dios. La fidelidad de nuestro amor matrimonial debe reflejar la perfecta fidelidad de Dios para con nosotros.

Pablo nos muestra cómo el matrimonio representa la relación de Cristo con su Iglesia (Efesios 5.25–33), y Juan nos ilustra la Segunda Venida como una gran fiesta de bodas para Cristo y su Esposa, sus seguidores fieles (Apocalipsis 19.7, 8; 21.1, 2). Muchos teólogos consideran que Cantar de los cantares es una alegoría que muestra el amor de Cristo por su Iglesia. Tiene aún más sentido decir que es un poema de amor sobre una relación amorosa real y humana, y que todos los matrimonios amorosos y comprometidos reflejan el amor de Dios.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 21 DE Septiembre, Gálatas 1

Salutación

Capitulo 1

1Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), 2y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: 3Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, 4el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

No hay otro evangelio

6Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

10Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

El ministerio de Pablo

11Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. 13Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; 14y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, 16revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, 17ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.

18Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; 19pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. 20En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. 21Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, 22y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 23solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. 24Y glorificaban a Dios en mí. Comentarios de Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.


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