Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 18 DE Septiembre Eclesiastés 4,5,6 

4

1Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. 2Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. 3Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. 8Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

9Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 11También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; 14porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. 15Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. 16No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

 La insensatez de hacer votos a la ligera

5

1Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

 La vanidad de la vida

8Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. 9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

13Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

6

1Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. 3Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. 4Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. 5Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél. 6Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?

7Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. 8Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? 9Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. 11Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol? Amen.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 18 DE Septiembre, 2°Corintios 10

Pablo defiende su ministerio

10

1Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros; 2ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. 3Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 6y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

7Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. 8Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; 9para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. 10Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. 11Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes. 12Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. 13Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros. 14Porque no nos hemos extralimitado, como si no llegásemos hasta vosotros, pues fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo. 15No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla; 16y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado. 17Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; 18porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba. Amen. Rv


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 18 DE Septiembre Eclesiastés 4,5,6 

Capítulo 4

4.4-6 Algunas personas son perezosas mientras que otras son adictas al trabajo. Los primeros, viendo la futilidad de apresurarse hacia el éxito, se cruzan de brazos y perjudican a los que dependen de ellas y a sí mismas. Los que tienen adicción por el trabajo muchas veces están motivados por la envidia, la ambición y un deseo constante de permanecer por delante de los demás. Ambos extremos son necios e irresponsables. El antídoto para ambos es el trabajo arduo pero con moderación. Tómese tiempo para disfrutar los otros dones que Dios le ha dado, y comprenda que Dios es el que nos proporciona tanto las asignaciones como las recompensas, no nosotros.

4.9-12 Existen ventajas al cooperar con otros. La vida no está diseñada para el aislamiento, sino para el compañerismo; no para la soledad, sino para la intimidad. Algunas personas prefieren el aislamiento debido a que sienten que no pueden confiar en nadie. Sin embargo, no estamos aquí en la tierra para servirnos a nosotros mismos, sino para servir a Dios y a los demás. No se aisle de los demás ni trate de ir por su cuenta. Busque compañeros, sea miembro de algún equipo.

4.13-16 Ser promovido y llegar a la cima es vanidad. La posición, la popularidad y el prestigio son metas deficientes para el trabajo en la vida. A pesar de que muchos los buscan, son sombras sin sustancia. Muchos buscan reconocimiento por sus logros; pero las personas son variables, y cambian con rapidez y facilidad. Cuánto mejor es buscar la aprobación de Dios. Su amor nunca cambia.

Capítulo 5

5.1 «Guarda tu pie» significa ser cuidadoso. Cuando entramos en la casa de Dios, debemos ir con una actitud correcta para poder estar abiertos y listos para escucharle, no para dictarle lo que pensamos que Él debe hacer.

5.4, 5 Salomón advierte a sus lectores que no deben hacer votos (promesas) necios a Dios. En la cultura israelita, el hacer votos era un asunto serio. Los votos eran voluntarios, pero una vez que se hacían, eran inquebrantables (Deuteronomio 23.21–23). Es muy tonto hacer votos que no se pueden cumplir o jugar con Dios al cumplir un voto parcialmente (Proverbios 20.25). Es mejor no prometer que hacer una promesa a Dios y no cumplirla. Todavía mejor es hacer un voto y cumplirlo. 

5.10, 11 Siempre queremos más de lo que tenemos. Salomón observó que aquellos que aman el dinero y lo buscan obsesivamente nunca encuentran la felicidad que el dinero promete. Por otro lado, la riqueza atrae a los que viven a expensas de otros y a los ladrones que la desean, ocasiona insomnio y temor, y a la larga termina en pérdida porque no podemos llevárnosla (Marcos 10.23–25; Lucas 12.16–21). No importa cuánto gane, si usted trata de lograr la felicidad acumulando riquezas, nunca tendrá suficiente. El dinero no es malo en sí mismo, pero el amor al dinero lleva a toda clase de pecados. Cualquiera que sea su situación financiera, no dependa del dinero para ser feliz. En vez de eso, utilice lo que tiene en las cosas del Señor.

5.19,20 Dios quiere que veamos lo que tenemos (ya sea mucho o poco) desde la perspectiva correcta: nuestras posesiones son un regalo de Dios. Son motivos de regocijo, pero no fuente de gozo, ya que todo lo bueno proviene de Dios. Debemos enfocarnos más en el Dador que en el regalo. Podemos contentarnos con lo que tenemos cuando nos damos cuenta de que con Dios tenemos todo lo que necesitamos.

Capítulo 6

6.1–8.15 En esta sección Salomón muestra que tener la actitud correcta acerca de Dios puede ayudarnos a lidiar con las injusticias presentes. La prosperidad no siempre es buena y la adversidad no siempre es mala. Sin embargo, Dios es bueno siempre, y si vivimos como Él, experimentaremos contentamiento.

6.1-6 «Dios no le da facultad de disfrutar de ello» probablemente se refiere a que la persona muere. Aun si viviese una larga vida, a la postre carece de sentido (es vanidad) en sí mismo porque uno no se puede llevar las riquezas materiales. Todos morimos. Tanto los ricos como los pobres terminan en la tumba. Mucha gente trabaja arduamente para prolongar la vida y mejorar su condición física, pero no invierten ni siquiera el mismo tiempo o esfuerzo en su salud espiritual. Cuán corto de vista es el que se esfuerza por prolongar esta vida y no da los pasos necesarios para ganar la vida eterna.

6.6 «¿No van todos al mismo lugar?» significa que todos mueren.

6.9 «Más vale vista de ojos que deseo que pasa» se refiere a perder tiempo en soñar y desear lo que uno no tiene.

6.10 Dios conoce y dirige todo lo que sucede. Dios tiene las riendas de nuestra vida, aunque a veces no lo parezca. Como seres creados, resulta muy tonto de nuestra parte discutir con nuestro Creador, quien nos conoce completamente y puede ver el futuro. (Véase también Jeremías 18.6; Romanos 9.19–24.)

6.12 Salomón está señalando la profunda verdad de que no podemos predecir lo que nos depara el futuro. El único que conoce lo que sucederá después de que nos hayamos ido es Dios. Ningún humano conoce el futuro, así que cada día debe vivirse por su propio valor. Salomón está rebatiendo la noción de que el hombre puede hacerse cargo de su propio destino. En todos nuestros planes debemos volver la vista a Dios, no sólo hacia el futuro.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 18 DE Septiembre, 2°Corintios 10

Capítulo 10

10.1, 2 Los oponentes de Pablo cuestionaron su autoridad. De 7.8–16 podemos deducir que la mayoría de los corintios estuvieron del lado de Pablo. Sin embargo, una minoría siguió denigrándolo diciendo que en sus cartas era estricto, pero que en persona no tenía autoridad. Los capítulos 10 al 13 son la respuesta de Pablo a esta acusación.

10.3–6 Nosotros, como Pablo, somos simples y frágiles humanos, pero no necesitamos usar planes y métodos humanos para ganar nuestras batallas. Las poderosas armas de Dios están disponibles para pelear contra las «fortalezas» de Satanás. Los cristianos deben decidir qué métodos emplearán, los de Dios o los del hombre. Pablo nos asegura que las poderosas armas de Dios son efectivas: oración, fe, esperanza, amor, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo (véase Efesios 6.13–18). Estas armas pueden destruir el argumento del orgullo humano que se levanta contra Dios y los muros que Satanás construye para que la gente no encuentre al Señor. Al enfrentar al orgullo que aparta a las personas de su relación con Dios, podemos vernos tentados a utilizar nuestros propios métodos. Pero nada puede derribar estas barreras como las armas de Dios.

10.5 Pablo usó términos militares para referirse a esta guerra contra el pecado y Satanás. Dios debe ser el comandante en jefe, inclusive nuestros pensamientos deben someterse a su control si vivimos para Él.

10.7–9 Aquellos que se oponen a Pablo lo presentan como débil y sin autoridad, pero Pablo les recuerda a los corintios que tiene poder y autoridad de Cristo. Los falsos maestros inducían a la gente a desconocer a Pablo, pero él les explica que las palabras de su carta deben ser tomadas con mucha seriedad. Tenía autoridad porque él y sus colaboradores habían sido los primeros en traer el evangelio a Corinto (10.14). En base a su autoridad sobre ellos, Pablo les escribe para ayudarles a crecer.

10.10 Algunos decían que las palabras de Pablo eran vacías. Grecia era conocida por sus oradores elocuentes y persuasivos. Evidentemente, algunos estaban juzgando a Pablo comparándolo con otros disertantes que habían escuchado y quizás no era uno de los predicadores más poderosos (aunque era un excelente polemista). Pero respondió obedientemente al llamado de Dios e introdujo el cristianismo en el Imperio Romano. Moisés y Jeremías también tuvieron problemas de oratoria (véanse Éxodo 4.10–12; Jeremías 1.6). ¡La habilidad de predicar no es el requisito prioritario de un gran líder!

10.12,13 Pablo criticó a los falsos maestros que procuraron demostrar su bondad comparándose con otros en vez de hacerlo con las normas Dios. Cuando nos comparamos con otros, podemos sentirnos orgullosos porque pensamos que somos mejores. Pero cuando nos medimos con las normas de Dios, llega a ser obvio que no somos lo suficientemente buenos. No se preocupe por los logros de otros. Al contrario, pregúntese continuamente: ¿Cómo encaja mi vida en lo que Dios quiere? ¿En qué forma se compara mi vida con la de Jesucristo?

10.17,18 Cuando hacemos algo bien, queremos decirlo a otros para ser reconocidos. Pero el reconocimiento es peligroso, puede inflar nuestro orgullo. Es mucho mejor buscar la aprobación de Dios antes que la de los hombres. Luego, cuando somos tomados en cuenta somos libres de darle a Dios la honra. ¿Qué cambios debiera hacer en su vida para recibir la aprobación de Dios? Comentarios de la Biblia del Diario Vivir.


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