Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE Septiembre, Eclesiastés 1,2,3,

ECLESIASTÉS

 Todo es vanidad

1

1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

 La experiencia del Predicador

12Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

2

1Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.

9Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. 15Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

 Todo tiene su tiempo

3

1Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 9¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. 12Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

 Injusticias de la vida

16Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad. 17Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace. 18Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. 19Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. 21¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? 22Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él? Amen.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE Septiembre, 2 Corintios 9.

9

1Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba; 2pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría. 3Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta parte; para que como lo he dicho, estéis preparados; 4no sea que si vinieren conmigo algunos macedonios, y os hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de esta nuestra confianza. 5Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito:

Repartió, dio a los pobres;

Su justicia permanece para siempre.

 10Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 12Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; 14asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. 15¡Gracias a Dios por su don inefable! Amen. Rv


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE Septiembre, Eclesiatés 1,2,3,

Capítulo 1

1.1 El autor, Salomón (el «rey sobre Israel, en Jerusalén», véase 1.12) se refiere a sí mismo como el Predicador, o líder de la asamblea. Estaba tanto reuniendo a la gente para escuchar el mensaje, como recopilando dichos sabios (proverbios). Salomón, una persona de la Biblia que lo tuvo todo (sabiduría, poder, riquezas, honor, reputación, favor de Dios), fue el que habló sobre el vacío final de todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Trató de destruir la confianza que la gente tenía en sus propios esfuerzos, habilidades y rectitud, y dirigirla hacia el compromiso con Dios como la única razón para vivir.

1.1-11 Salomón tenía una razón para escribir en forma escéptica y pesimista. Cerca del final de su vida analizó todo lo que había hecho, y casi todo parecía sin sentido (vanidad). Era una creencia común que sólo los buenos prosperaban y que sólo los malos sufrían, pero esta demostró ser falsa en su experiencia. Salomón escribió este libro después de que lo intentó todo y de que logró mucho, sólo para descubrir que nada aparte de Dios lo había hecho feliz. Quería evitarles a sus lectores esta misma búsqueda sin sentido. Si tratamos de encontrar significado en nuestros logros en vez de encontrarlos en Dios, nunca estaremos satisfechos, y todo lo que tratemos de lograr se volverá tedioso y molesto.

1.2 El reino de Salomón, Israel, estaba en su época de oro, sin embargo Salomón quería que el pueblo viera que el éxito y la prosperidad no duran mucho (Salmo 103.14–16; Isaías 40.6–8; Santiago 4.14). Todos los logros humanos desaparecerán algún día, y debemos mantener esto en nuestra mente para poder vivir con sabiduría. Si no lo hacemos, nos podemos volver soberbios y autosuficientes cuando tengamos éxito o profundamente desilusionados cuando fracasemos. La meta de Salomón era mostrar que las posesiones terrenales y los logros a la larga carecen de sentido. Sólo la búsqueda de Dios nos proporciona verdadera satisfacción. Debemos incluirlo en todo lo que digamos, pensemos y hagamos.

1.8–11 Mucha gente se siente intranquila e insatisfecha. Se pregunta: (1) si estoy dentro de la voluntad de Dios, ¿por qué me siento tan cansado e insatisfecho? (2) ¿Cuál es el significado de la vida? (3) Cuando mire hacia atrás, ¿me sentiré feliz con mis logros? (4) ¿Por qué me siento consumido, desilusionado, seco? (5) ¿Qué será de mí? Salomón pone a prueba nuestra fe, al retarnos para que encontremos el significado verdadero y perdurable únicamente en Dios. Si usted echa un vistazo severo a su vida, como lo hizo Salomón, verá cuán importante resulta el servicio a Dios sobre las otras opciones. Quizá Dios le está pidiendo que piense una vez más en su propósito y dirección en la vida como lo hizo Salomón en Eclesiastés.

1.12-15 «Lo torcido no se puede enderezar» se refiere a la perplejidad y confusión final que tenemos por todas las preguntas acerca de la vida no contestadas. Salomón, al escribir acerca de su propia vida, descubrió que ni sus logros ni su sabiduría lo hicieron feliz. La verdadera sabiduría se encuentra en Dios y la verdadera felicidad viene cuando le agradamos a Él.

1.16-18 Mientras más entendimiento tenga, experimentará más sufrimiento y más dificultades. Por ejemplo, mientras más sepa, más imperfecciones verá alrededor de usted. Y mientras más observe, la maldad se hará más evidente. Cuando usted, como Salomón, quiera encontrar el significado de la vida, deberá estar listo para sentir más, pensar más, cuestionar más, sufrir más y hacer más. ¿Está listo para pagar el precio que exige la sabiduría?

1.16–18 Salomón pone énfasis en dos tipos de sabiduría en el libro de Eclesiastés: (1) el conocimiento, razonamiento o filosofía humanos y (2) la sabiduría que proviene de Dios. En estos versículos Salomón está hablando acerca del conocimiento humano. Cuando el conocimiento humano deja fuera a Dios, sólo saca a relucir nuestros problemas debido a que no puede proporcionar las respuestas sin una perspectiva y una solución eternas de Dios.

Capítulo 2

2.1ss Salomón dirigió su búsqueda del significado de la vida como un experimento. Primero trató de ir en pos del placer. Comenzó con grandes proyectos, compró esclavos y ganados, amasó fortuna, adquirió cantores, agregó muchas mujeres a su harén, y se convirtió en el personaje más importante de Jerusalén. Pero nada de eso le proporcionó la satisfacción que estaba buscando: «Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol» (2.11). Algunos de los placeres que buscó Salomón eran incorrectos y algunos valían la pena, pero inclusive estos últimos eran vanidad cuando fue tras ellos como un fin en sí mismos. Debemos ver más allá de nuestras actividades para descubrir las razones por las que las llevamos a cabo. ¿Es su meta en la vida buscar significado o buscar a Dios que da significado a la vida?

2.4–6 Salomón había construido casas, un templo, un reino y una familia (véase 1 Reyes 3–11). En el curso de la historia, todo quedaría en ruinas. En el Salmo 127.1 Salomón declara: «Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia». Este libro es parte del testimonio de Salomón acerca de lo que le sucede a un reino o a una familia que se olvida de Dios. Cuando examine sus metas y proyectos analice cuál es su punto de partida, su motivación. Sin Dios como fundamento, todo aquello para lo cual usted está viviendo carece de sentido (es vanidad).

2.16 Salomón se dio cuenta de que la sabiduría por sí sola no puede garantizar la vida eterna. La sabiduría, las riquezas y los logros personales importan muy poco después de la muerte, y todos debemos morir. No debemos edificar nuestra vida sobre metas perecederas, sino sobre el fundamento sólido de Dios. Entonces, si todo nos es arrebatado, seguiremos teniendo a Dios, quien es, de todos modos, todo lo que realmente necesitamos. Este es el punto del libro de Job (véase la introducción a Job).

2.16 ¿Es la muerte el compensador final de toda la gente, sin importar lo que alcanzaron en la vida? Si bien esto parece cierto desde una perspectiva terrenal, Dios deja muy claro (como más tarde lo señala Salomón en 12.14) que lo que hagamos aquí tiene un gran impacto sobre el lugar donde pasaremos nuestra vida eterna.

2.18–23 Salomón continuó mostrando que el trabajo no produce fruto duradero para los que trabajan exclusivamente para ganar dinero y obtener posesiones. No sólo se quedará todo atrás cuando muramos, sino que puede quedar para personas que no han hecho nada para ganarlo. Además, puede que no lo cuiden, y todo lo que se ganó puede perderse (el hijo de Salomón que heredó el trono, fue a menudo necio; véase 1 Reyes 12). El trabajo arduo realizado con motivos correctos (suplir las necesidades de la familia, servir a Dios) no es malo. Debemos trabajar para sobrevivir, y más importante aún, somos responsables del bienestar físico y espiritual de las personas que tenemos bajo nuestro cuidado. Sin embargo, el fruto del trabajo arduo hecho para glorificarse uno mismo lo pueden heredar personas que quizá más tarde lo pierdan o lo arruinen todo. Tal afán a menudo lleva al sufrimiento, mientras que servir a Dios nos lleva a un gozo eterno. ¿Conoce usted la verdadera razón por la que trabaja tanto?

2.24-26 ¿Acaso está recomendando Salomón que hagamos de la vida una fiesta grande e irresponsable? No, pero nos está exhortando a sentir placer en lo que hacemos ahora y disfrutar la vida debido a que proviene de la mano de Dios. El verdadero gozo de la vida surge únicamente cuando seguimos los principios de Dios. Sin Él, la satisfacción es una búsqueda perdida. Las personas que saben disfrutar de la vida son los que toman cada día la vida como un regalo de Dios, y le dan las gracias y le sirven por medio de ella.

Capítulo 3

3.1–5.20 Lo que quiere decir Salomón en esta sección es que Dios tiene un plan para todas las personas. Por lo tanto, proporciona ciclos de vida y trabajo para que lo realicemos. A pesar de que nos enfrentamos con muchos problemas que parecen contradecir los planes de Dios, estos no deben ser obstáculos para creer en Él, sino más bien oportunidades para descubrir que, sin Dios, los problemas de la vida no ofrecen soluciones duraderas.

3.1-8 Ser oportuno es importante. Todas las experiencias enumeradas en estos versículos son oportunas en ciertos momentos. El secreto de estar en paz con Dios es descubrir, aceptar y apreciar el momento perfecto según Él. El peligro es dudar o resentirnos por el sentido de oportunidad de Dios. Esto puede conducirnos a la desesperación, a la rebelión o a seguir adelante sin su consejo.

3.8 ¿Cuándo es tiempo de aborrecer? No debemos aborrecer a la gente mala, sino aborrecer lo que hacen. También debemos aborrecer que maltraten a la gente, que los niños se estén muriendo de hambre y que se deshonre a Dios. Además, debemos aborrecer el pecado en nuestra vida. Esta es una actitud de Dios (véase Salmo 5.5).

3.9–13 El que usted disfrute su trabajo depende en gran manera de su actitud. El trabajo se vuelve pesado cuando uno pierde el sentido del propósito que Dios tiene con él. Podemos disfrutar de nuestro trabajo si (1) recordamos que Dios nos ha dado trabajo y nos ha capacitado para llevar a cabo ciertas tareas (3.10) y (2) nos damos cuenta de que el fruto de nuestro trabajo es un regalo que proviene de Dios (3.13). Vea su trabajo como una forma de servir al Señor.

3.11 Dios «ha puesto eternidad en el corazón de ellos» significa que nunca podremos estar completamente satisfechos con los placeres y logros terrenales. Debido a que Dios nos ha creado a su imagen, (1) tenemos ansias espirituales (2) y valores eternos, y (3) nada que no sea el Dios eterno puede satisfacernos verdaderamente. Él ha puesto en nosotros añoranza por ese mundo perfecto que sólo se halla bajo su gobierno perfecto. Nos ha permitido vislumbrar la perfección de su creación, pero sólo en un débil resplandor. No podemos ver el futuro ni comprender todas las cosas. De modo que debemos confiar en Él ahora y realizar aquí el trabajo que nos corresponde.

3.12 Ser feliz y hacer el bien mientras vivimos son metas dignas para la vida, pero podemos ir tras ellas de manera equivocada. Dios quiere que disfrutemos la vida. Cuando tenemos el mismo punto de vista de Dios, descubrimos que el verdadero placer se encuentra en disfrutar lo que tenemos como regalo de Dios, no en lo que acumulamos.

3.14 ¿Cuál es el propósito de la vida? Es llegar a temer al Dios todopoderoso. Temer a Dios significa respetar, estar delante de Él en temor por lo que Él es. El propósito de la vida comienza con la persona que conocemos, no con lo que sabemos ni con lo buenos que somos. No podrá cumplir con el propósito que Dios le ha dado a menos que usted le tema y le dé el primer lugar en su vida.

3.16 Hay maldad en lugar de justicia. Esto incluso afecta al sistema legal. Salomón se preguntó cómo podía ser perfecto el plan de Dios cuando hay tanta injusticia y opresión en el mundo (4.1). Concluyó que Dios no pasa por alto la injusticia, sino que terminará con ella cuando llegue el momento que tiene señalado (12.13, 14).

3.16ss Salomón reflexina sobre varias aparentes contradicciones en cuanto al control que Dios tiene sobre el mundo: (1) existe la impiedad donde debía haber justicia (3.16, 17), (2) personas creadas a la imagen de Dios mueren como animales (3.18–21), (3) nadie consuela a los oprimidos (4.1–3), (4) demasiada gente está motivada por la envidia (4.4–6), (5) la gente está sola (4.7–12), (6) el reconocimiento por los logros es temporal (4.13–16). Es muy fácil utilizar esas contradicciones como excusas para no creer en Dios. Sin embargo, Salomón las utilizó para mostrar la forma en la que podemos mirar sinceramente los problemas de la vida y aun así mantener nuestra fe en Dios. Esta vida no es todo lo que hay, y aun así en esta vida no debemos juzgar a Dios porque no lo sabemos todo. El plan de Dios es que vivamos para siempre con Él. Por lo tanto viva con los valores eternos a la vista, y tome nota de que todas esas contradicciones serán aclaradas algún día por el Creador mismo (12.14).

3.19–22 Nuestros cuerpos no pueden vivir para siempre en el estado presente. En ese sentido, la humanidad y los animales son iguales. Sin embargo, Salomón reconoció que Dios ha dado al hombre la esperanza de la eternidad, y que Dios nos juzgará en el más allá (3.17; 12.7, 14), lo que nos hace diferentes de las bestias. Debido a que el hombre tiene la eternidad implantada en su corazón, tiene un propósito único en el plan general de Dios. Aun así, el propósito de Dios no lo podemos descubrir por nuestros propios esfuerzos, sino estableciendo una relación con Él y buscando su dirección. ¿Está usted viviendo ahora como Dios quiere? ¿Ve la vida como un regalo divino?

COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 17 DE Septiembre, 2Corintios 9.

Capítulo 9

9.3–5 Pablo les recordó a los corintios que cumplieran con el compromiso contraído (véase también 8.10–12). Habían dicho que enviarían una ofrenda en dinero para las iglesias en Jerusalén. Pablo estaba enviando a algunos hombres antes que él, para que estuvieran seguros de que el regalo estaba en camino, además sería una importante ofrenda y no daría la impresión de que la gente tuvo que dar bajo presión o a último momento («lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra»). Trataba de lograr que estuvieran dispuestos a mantener su promesa, para que ni él ni los corintios estuvieran en aprietos.

9.6-8 Las personas pueden dudar en dar generosamente a Dios si temen no tener lo necesario para satisfacer sus propias necesidades. Pablo les asegura que Dios es capaz de suplir sus necesidades. La persona que da poco recibirá poco en recompensa. No permita que la falta de fe le impida que dé libre y generosamente.

9.7 Nuestra actitud al dar es más importante que la cantidad que damos. No debemos sentirnos avergonzados si sólo pudimos dar una pequeña ofrenda. Dios está preocupado por cómo damos de los recursos que tenemos (véase Marcos 12.41–44). Según esta norma, la generosidad de la iglesia de Macedonia era difícil de igualar (8.3).

9.10 Dios nos da recursos para usarlos e invertirlos para Él. Pablo usó la ilustración de las semillas para explicar que los recursos de Dios no deben ser escondidos, devorados negligentemente o malgastados, sino cultivados a fin de producir mayor cosecha. Cuando invertimos lo que Dios nos ha provisto, nos dará aún mucho más para dar.

9.12-15 Pablo enfatiza en la recompensa espiritual para aquellos que dan generosamente para la obra de Dios. No debiéramos esperar enriquecernos por medio de nuestras donaciones. Aquellos que reciben sus donaciones se alegrarán y orarán por usted. Al bendecir a otros usted mismo es bendecido. Biblia del Diario Vivir.



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