Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 27 DE OCTUBRE. Jeremías 20,21,22,       

Profecía contra Pasur

20

1El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. 2Y azotó Pasur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová. 3Y el día siguiente Pasur sacó a Jeremías del cepo. Le dijo entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre Pasur, sino Magor-misabib. 4Porque así ha dicho Jehová: He aquí, haré que seas un terror a ti mismo y a todos los que bien te quieren, y caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, y los llevará cautivos a Babilonia, y los matará a espada. 5Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia. 6Y tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos; entrarás en Babilonia, y allí morirás, y allí serás enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira.

 Lamento de Jeremías

7Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 8Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. 10Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. 12Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa.

13Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos.

14Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. 15Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. 16Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, 17porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. 18¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?


 Jerusalén será destruida

21

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen: 2Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros.

3Y Jeremías les dijo: Diréis así a Sedequías: 4Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia; y a los caldeos que están fuera de la muralla y os tienen sitiados, yo los reuniré en medio de esta ciudad. 5Pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y enojo e ira grande. 6Y heriré a los moradores de esta ciudad, y los hombres y las bestias morirán de pestilencia grande. 7Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, en mano de sus enemigos y de los que buscan sus vidas, y él los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá compasión de ellos, ni tendrá de ellos misericordia.

8Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. 9El que quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas el que saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por despojo. 10Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice Jehová; en mano del rey de Babilonia será entregada, y la quemará a fuego.

11Y a la casa del rey de Judá dirás: Oíd palabra de Jehová: 12Casa de David, así dijo Jehová: Haced de mañana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor, para que mi ira no salga como fuego, y se encienda y no haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras.

13He aquí yo estoy contra ti, moradora del valle, y de la piedra de la llanura, dice Jehová; los que decís: ¿Quién subirá contra nosotros, y quién entrará en nuestras moradas? 14Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehová, y haré encender fuego en su bosque, y consumirá todo lo que está alrededor de él.

Profecías contra los reyes de Judá

22

1Así dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra, 2y di: Oye palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu pueblo que entra por estas puertas. 3Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar. 4Porque si efectivamente obedeciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa; ellos, y sus criados y su pueblo. 5Mas si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta.

6Porque así ha dicho Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cima del Líbano; sin embargo, te convertiré en soledad, y como ciudades deshabitadas. 7Prepararé contra ti destruidores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego.

8Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad? 9Y se les responderá: Porque dejaron el pacto de Jehová su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron.

10No lloréis al muerto, ni de él os condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.

11Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y que salió de este lugar: No volverá más aquí, 12sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra.

13¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! 14Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón. 15¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? 16El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová. 17Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio. 18Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza! 19En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén. 20Sube al Líbano y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son destruidos. 21Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. 22A todos tus pastores pastoreará el viento, y tus enamorados irán en cautiverio; entonces te avergonzarás y te confundirás a causa de toda tu maldad. 23Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto!

24Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría. 25Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. 26Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis. 27Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán.

28¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido? 29¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. 30Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 27 DE OCTUBRE. 2Timoteo 1


SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A
TIMOTEO

 Salutación

1

1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, 2a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

 Testificando de Cristo

3Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 4deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 5trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 6Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

8Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. 12Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

15Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, 17sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. 18Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor. 


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 27 DE OCTUBRE. Jeremías 20,21,22,       

Capítulo 20


20.1ss Este suceso ocurrió durante el reinado de Joacim de Judá. Jeremías predicó en el valle del hijo de Hinom, centro de idolatría en la ciudad. También predicó en el templo, que debió haber sido el centro de la verdadera adoración. Ambos lugares atraían mucha gente, ambos eran de falsa adoración.


20.1–3 Pasur príncipe a cargo de mantener el orden en el templo (véase 29.26 para una descripción de su responsabilidad). También era sacerdote y pretendió ser profeta. Después de escuchar las palabras de Jeremías, Pasur lo mandó a castigar y lo puso en el cepo (con llave) en vez de aceptar su mensaje en su corazón y actuar de acuerdo a él. A veces la verdad incomoda, pero nuestra reacción hacia ella muestra el material del que estamos hechos. Podemos negar los cambios y destruir la evidencia de nuestras acciones erróneas o podemos llevar la verdad al corazón con humildad y permitir que nos cambie. A lo mejor Pasur pensaba que era un líder fuerte, sin embargo, era realmente un cobarde.


20.4–6 Esta profecía de destrucción se cumplió en tres invasiones babilónicas. La primera ocurrió en un año (605 a.C). Tal vez a Pasur lo llevaron cautivo a Babilonia durante la segunda invasión en 597 a.C., cuando llevaron cautivo al rey Joaquín. La tercera invasión ocurrió en 586 a.C.


20.7-18 Jeremías clamó al Señor en su desesperación, pero no dejó de alabar abriendo su corazón a Dios. Proclamó con fidelidad su Palabra y no recibió nada a cambio más que persecución y dolor. Aun cuando se abstuvo de proclamar la Palabra de Dios por un tiempo, esta se volvió como fuego en sus huesos hasta que ya no pudo contenerla más. Cuando la Palabra viviente de Dios se vuelve fuego en sus huesos, también se sentirá impulsado a anunciarla a otros, cualquiera sea el resultado.


Capítulo 21


21.1 Los capítulos 21–28 narran los mensajes de Jeremías concernientes a los ataques de Nabucodonosor a Jerusalén entre 588 y 586 a.C. (véase también 2 Reyes 25). El rey Sedequías decidió rebelarse en contra de Nabucodonosor (2 Reyes 24.20) y los nobles aconsejaron que se aliara con Egipto. Jeremías pronunció juicio sobre los reyes (21.1–23.8) y sobre los falsos profetas (23.9–40) por llevar al pueblo por el mal camino.


21.1, 2 El rey Sedequías quizás se refería al momento en que Dios liberó a Jerusalén de Senaquerib, rey de Asiria, en los días de Ezequías (Isaías 36–37). Pero las esperanzas de Sedequías se vieron frustradas. Fue el último gobernante de Judá durante el cautiverio en 597 a.C.


21.1, 2 Pasur vino al profeta buscando ayuda (este no es el mismo Pasur que aparece en 20.1). Dios aún tenía trabajo para Jeremías. Al vivir nuestra fe, podemos encontrar que el rechazo, la desilusión o el trabajo arduo nos han llevado hasta el punto del desaliento. Pero aún somos necesarios. Dios tiene un trabajo importante para nosotros también.


21.1-14 Jeremías predijo la destrucción de Jerusalén. Los líderes de la ciudad rechazaron su palabra y se burlaron de sus advertencias. En su desesperación, el rey Sedequías se volvió a Dios para pedirle ayuda, pero sin reconocer las advertencias de Dios ni admitir su pecado. Muy a menudo esperamos que Dios nos ayude en nuestros momentos difíciles aun cuando lo hayamos olvidado en los tiempos de prosperidad. Sin embargo, Dios quiere una relación duradera. ¿Está tratando de construir una relación duradera con Dios o lo utiliza solo en ocasiones para escapar de sus problemas? ¿Qué pensaría de su familia o de sus amigos si solo pensaran en usted como un recurso temporal?


21.13 Jerusalén estaba construida sobre una meseta con valles en tres de sus lados. Sus habitantes creían estar seguros debido a su ubicación estratégica.


Capítulo 22


22.1ss Los capítulos 22–25 tal vez no estén en orden cronológico. En 21.8–10 Dios dice que es demasiado tarde para el arrepentimiento. En 22.4 Dios dice que aún hay tiempo para cambiar. Los sucesos de este capítulo ocurrieron antes de los que narra el capítulo 21.


22.3 Dios ofreció al rey las bases para reconstruir la nación: volverse del mal y hacer el bien. Hacer el bien es algo más que la simple creencia en toda la sana doctrina acerca de Dios. Es vivir en obediencia a Él. Las buenas obras no nos salvan, pero muestran nuestra fe (Santiago 2.17–26).


22.10–12 El buen rey Josías murió en la batalla de Meguido (2 Reyes 23.29). Su hijo Salum (Joacaz) reinó durante tres breves meses en 609 a.C. antes de que faraón Necao lo llevara a Egipto. Sería el primer gobernante que muriera en cautiverio. Al pueblo se le dijo que no malgastara sus lágrimas en la muerte de Josías, sino que llorara por el rey (Joacaz) que llevaban al cautiverio y nunca volvería.


22.15,16 Dios pronunció juicio sobre el rey Joacim. Su padre, el rey Josías, fue uno de los reyes más grandes de Judá, pero Joacim era malvado. Josías fue fiel al llevar a cabo su responsabilidad de enseñar a su hijo y ser modelo de una vida recta, sin embargo Joacim fue infiel al no cumplir su responsabilidad de imitar a su padre. El juicio de Dios cayó sobre el infiel Joacim. No pudo reclamar las bendiciones de su padre, pues no siguió al Dios de su padre. Nosotros podemos heredar el dinero de nuestros padres, pero no podemos heredar su fe. Una gran herencia, una buena educación o una hermosa casa no garantizan un carácter firme. Debemos tener nuestra propia relación con Dios.


22.21 Desde la niñez, Joacim fue testarudo y tuvo un corazón duro. Dios se lo advirtió, pero se negó a escuchar. Priorizó siempre su prosperidad y no su relación con Dios. Si alguna vez se encuentra tan cómodo que no tiene tiempo para Dios, deténgase y pregúntese: ¿qué es más importante: las comodidades de esta vida o una relación íntima con Dios?


22.24, 25 Un anillo con sello era sumamente valioso debido a que el rey lo usaba para autenticar documentos valiosos. Los pecados de Joaquín echaron a perder su utilidad para Dios. Aun si fuera el anillo de Dios, lo destituirían por sus pecados (véase 24.1).

22.30 Sedequías reinó después de Joaquín, pero murió antes que él (52.10, 11). Joaquín (Conías) fue el último rey de Judea que se sentaría en el trono de Judá (1 Crónicas 3.15–20). Tuvo siete hijos, pero ninguno sirvió como rey. El nieto de Joaquín, Zorobabel, gobernó después de regresar del cautiverio (Esdras 2.2), solo fue un gobernador, no un rey.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 27 DE OCTUBRE. 2Timoteo 1

Capítulo 1


1.1 Esta carta tiene un tono sombrío. Pablo estaba prisionero por última vez, y sabía que pronto habría de morir. A diferencia de su primera prisión en Roma, cuando estuvo en una casa (Hechos 28.16, 23, 30) y pudo continuar enseñando, esta vez probablemente estaba confinado a un frío calabozo, esperando la muerte (4.6–8). En el año 64 d.C. el emperador Nerón había empezado una gran persecución como parte de su plan de traspasar a los cristianos su propia culpa por el incendio de Roma. Esta persecución se esparció a través de todo el imperio e incluyó ostracismo social, tortura pública y asesinato. Mientras Pablo esperaba su muerte, escribió una carta a su querido amigo Timoteo, un joven que había sido como un hijo para él (1.2). Escritas aproximadamente en los años 66/67 d.C., estas son las últimas palabras que tenemos del apóstol Pablo.


1.2 La segunda carta de Pablo a Timoteo fue escrita entre dos y cuatro años después de la primera. Timoteo fue su compañero en el segundo y tercer viaje misionero, y Pablo lo dejó en Éfeso para que apoyara a la iglesia allí (1 Timoteo 1.3, 4). Para mayores datos sobre Timoteo, véase su perfil en 1 Timoteo. Para más información sobre el gran misionero Pablo, véase su perfil en Hechos 9.


1.3 Pablo oraba constantemente por Timoteo, su amigo, su compañero de viaje, su hijo en la fe y un gran líder en la iglesia cristiana. Aunque los dos hombres estaban separados, sus oraciones eran una fuente de estímulo mutuo. Nosotros también debiéramos orar constantemente por otros, en especial por aquellos con quienes llevamos a cabo la obra de Dios.


1.4 No sabemos cuándo Pablo y Timoteo se separaron por última vez, pero fue probablemente cuando arrestaron a Pablo y lo llevaron a Roma para ser encarcelado por segunda vez. Las lágrimas que derramaron al separarse revela la profundidad de su relación.


1.5 Loida y Eunice, madre y abuela de Timoteo, eran cristianas convertidas con anterioridad, posiblemente por medio del ministerio de Pablo en su ciudad natal, Listra (Hechos 16.1). Ellas habían comunicado su sólida fe a Timoteo, aun cuando su padre, probablemente, no era creyente. No oculte su luz en su hogar: nuestras familias son tierra fértil para plantar la semilla del evangelio. Permita que sus padres, hijos, cónyuge, hermanos y hermanas se enteren de su fe en Jesús, y asegúrese de que ellos vean en usted el amor, la ayuda y el gozo de Cristo.


1.6 En el momento de su ordenación, Timoteo había recibido dones especiales del Espíritu que lo capacitaron para que sirviera a la iglesia (véase 1 Timoteo 4.14). Al aconsejar a Timoteo «que avives el fuego del don de Dios», Pablo lo estaba animando a perseverar. Timoteo no necesitaba nuevas revelaciones ni nuevos dones; él necesitaba el valor y la autodisciplina para aferrarse a la verdad y usar los dones que ya había recibido (véase 1.13, 14). Si salía valientemente en fe y proclamaba el evangelio una vez más, el Espíritu Santo iría con él y le daría poder. Cuando usted usa los dones que Dios le ha dado, encontrará que Dios le dará el poder que necesita.

1.6 Los dones espirituales de Timoteo los recibió cuando Pablo y los ancianos le impusieron las manos y lo apartaron para el ministerio (véase 1 Timoteo 4.14). Dios da dones a los cristianos para que los usen en la edificación del cuerpo de Cristo (véase 1 Corintios 12.4–31), y da dones especiales a algunos a través de los líderes de la iglesia, que sirven como instrumentos suyos.

1.6, 7 Timoteo estaba experimentando gran oposición a su mensaje y a él mismo como líder. Su juventud, su asociación con Pablo y su liderazgo se hallaban bajo fuego por parte de creyentes y no creyentes. Pablo lo anima a mantenerse firme. Cuando permitimos que la gente nos intimide, neutralizamos nuestra efectividad para con Dios. El poder del Espíritu Santo puede ayudarnos a vencer nuestro temor de lo que alguien pueda decir o hacernos, y así continuar haciendo la obra de Dios.


1.7 Pablo menciona tres características del líder cristiano efectivo: poder, amor y dominio propio. Estas están a nuestra disposición porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Siga su guía cada día y su vida mostrará más efectivamente estas características. En Gálatas 5.22, 23 podrá encontrar una lista de las características que son el resultado del Espíritu Santo que mora en nosotros.


1.8 En este tiempo de mucha persecución, Timoteo pudo haber sentido temor de continuar predicando el evangelio. Sus temores estaban basados en hechos, porque los creyentes estaban siendo arrestados y ejecutados. Pablo le había dicho que esperara sufrimientos; Timoteo, como Pablo, sería apresado por predicar el evangelio (Hebreos 13.23). Pero Pablo prometió a Timoteo que Dios le daría fuerza y que estaría listo cuando fuera su turno de sufrir. Aún cuando no haya persecución, puede sernos difícil compartir nuestra fe en Cristo. Afortunadamente nosotros, como Pablo y Timoteo, podemos contar con que el Espíritu Santo nos dará valor. No se avergüence de testificar.


1.9,10 Pablo da un breve resumen del evangelio. Dios nos ama, nos llamó y envió a Cristo para que muriera por nosotros. Podemos tener vida eterna por medio de la fe en Él porque con su resurrección, él destruyó el poder de la muerte. No merecemos ser salvados pero Dios nos ofrece la salvación de todos modos. Todo lo que tenemos que hacer es creer en él y aceptar su ofrecimiento.


1.12 Pablo estaba preso pero esta circunstancia no detuvo su ministerio. Lo llevó adelante por medio de otros, como Timoteo. Pablo había perdido todas sus posesiones materiales, pero nunca perdería su fe. Confió en que Dios lo usaría sin importar las circunstancias. Si su situación se presenta sombría, entregue sus preocupaciones a Cristo. Él protegerá su fe y guardará seguro todo lo que usted le ha confiado hasta el día de su regreso. Para más sobre nuestra seguridad en Cristo, véase Romanos 8.38, 39.

1.12 La frase «para guardar mi depósito» tiene tres interpretaciones principales: (1) Pablo sabía que Dios protegería las almas de aquellos que se habían convertido por medio de su predicación; (2) Confió en que Dios guardaría su alma hasta la segunda venida de Cristo, o (3) Confiaba en que, aun cuando él estaba preso y enfrentaba la muerte, Dios llevaría adelante el ministerio del evangelio por medio de otros como Timoteo. Pablo pudo haber expresado su confianza para alentar a Timoteo, quien se hallaba desanimado por los problemas en Éfeso y temeroso de la persecución. Aun en la cárcel, Pablo sabía que Dios todavía estaba en el control. A pesar de los contratiempos y problemas que enfrentemos, podemos confiar completamente en Dios.


1.13,14 Timoteo se hallaba en un período de transición. Había sido el brillante ayudante de Pablo; muy pronto dependería de sí mismo como líder de una iglesia en un ambiente difícil. Aunque sus responsabilidades estaban cambiando, Timoteo no estaba desamparado. Tenía todo lo necesario para enfrentar el futuro, si se aferraba a los recursos del Señor. Cuando pase por situaciones difíciles, es bueno que siga el consejo de Pablo a Timoteo y dé una mirada a sus experiencias pasadas. ¿Quién es el fundamento de su fe? ¿Cómo puede usted construir sobre el fundamento? ¿Qué dones le ha dado el Espíritu Santo? Use los dones que ya ha recibido.

1.15,16 Nada más se sabe acerca de Figelo y Hermógenes, los que evidentemente se opusieron al ministerio de Pablo. Estos hombres son una advertencia de que aun los líderes pueden caer. A Onesíforo se le menciona como un ejemplo positivo, en contraste con aquellos otros. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.


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