LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 25 DE OCTUBRE. Jeremías 14,15,16,
Mensaje con motivo de la sequía
14
1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, con motivo de la sequía. 2Se enlutó Judá, y sus puertas se despoblaron; se sentaron tristes en tierra, y subió el clamor de Jerusalén. 3Los nobles enviaron sus criados al agua; vinieron a las lagunas, y no hallaron agua; volvieron con sus vasijas vacías; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas. 4Porque se resquebrajó la tierra por no haber llovido en el país, están confusos los labradores, cubrieron sus cabezas. 5Aun las ciervas en los campos parían y dejaban la cría, porque no había hierba. 6Y los asnos monteses se ponían en las alturas, aspiraban el viento como chacales; sus ojos se ofuscaron porque no había hierba.
7Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado. 8Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche? 9¿Por qué eres como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares.
10Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados.
11Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. 12Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.
13Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera. 14Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan. 15Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra; con espada y con hambre serán consumidos esos profetas. 16Y el pueblo a quien profetizan será echado en las calles de Jerusalén por hambre y por espada, y no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y sobre ellos derramaré su maldad.
17Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa. 18Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron.
19¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que haya remedio? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí turbación. 20Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado. 21Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros. 22¿Hay entre los ídolos de las naciones quien haga llover? ¿y darán los cielos lluvias? ¿No eres tú, Jehová, nuestro Dios? En ti, pues, esperamos, pues tú hiciste todas estas cosas.
La implacable ira de Dios contra Judá
15
1Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan. 2Y si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así ha dicho Jehová: El que a muerte, a muerte; el que a espada, a espada; el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio. 3Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir. 4Y los entregaré para terror a todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.
5Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a preguntar por tu paz? 6Tú me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto, yo extenderé sobre ti mi mano y te destruiré; estoy cansado de arrepentirme. 7Aunque los aventé con aventador hasta las puertas de la tierra, y dejé sin hijos a mi pueblo y lo desbaraté, no se volvieron de sus caminos. 8Sus viudas se me multiplicaron más que la arena del mar; traje contra ellos destruidor a mediodía sobre la madre y sobre los hijos; hice que de repente cayesen terrores sobre la ciudad. 9Languideció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma, su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión; y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.
10¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos me maldicen. 11¡Sea así, oh Jehová, si no te he rogado por su bien, si no he suplicado ante ti en favor del enemigo en tiempo de aflicción y en época de angustia! 12¿Puede alguno quebrar el hierro, el hierro del norte y el bronce?
13Tus riquezas y tus tesoros entregaré a la rapiña sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todo tu territorio. 14Y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conoces; porque fuego se ha encendido en mi furor, y arderá sobre vosotros.
Jehová reanima a Jeremías
15Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta. 16Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. 17No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación. 18¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
19Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. 20Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. 21Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.
Juicio de Jehová contra Judá
16
1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar. 3Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: 4De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
5Porque así ha dicho Jehová: No entres en casa de luto, ni vayas a lamentar, ni los consueles; porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, mi misericordia y mis piedades. 6Morirán en esta tierra grandes y pequeños; no se enterrarán, ni los plañirán, ni se rasgarán ni se raerán los cabellos por ellos; 7ni partirán pan por ellos en el luto para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones por su padre o por su madre. 8Asimismo no entres en casa de banquete, para sentarte con ellos a comer o a beber. 9Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, y toda voz de esposo y toda voz de esposa.
10Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? 11Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; 12y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí. 13Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que ni vosotros ni vuestros padres habéis conocido, y allá serviréis a dioses ajenos de día y de noche; porque no os mostraré clemencia.
14No obstante, he aquí vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; 15sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.
16He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos. 17Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos. 18Pero primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron mi heredad.
19Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho. 20¿Hará acaso el hombre dioses para sí? Mas ellos no son dioses.
21Por tanto, he aquí les enseñaré esta vez, les haré conocer mi mano y mi poder, y sabrán que mi nombre es Jehová.
LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 25 DE OCTUBRE. 1Timoteo 5
Deberes hacia los demás
5
1No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; 2a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.
3Honra a las viudas que en verdad lo son. 4Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. 5Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. 6Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta. 7Manda también estas cosas, para que sean irreprensibles; 8porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
9Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, 10que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. 11Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, 12incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. 13Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. 14Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. 15Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás. 16Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas.
17Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 18Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario. 19Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. 20A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman. 21Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad. 22No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.
23Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.
24Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. 25Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas.
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 25 DE OCTUBRE. Jeremías 14,15,16,
Capítulo 14
14.1ss La sequía fue un juicio con consecuencias devastadoras. Como siempre, cuando se sentían acorralados, el pueblo clamaba a Dios. Sin embargo, Él rechazó su súplica porque no se arrepintió, solo quería que Dios lo rescatara. Ni siquiera las oraciones de Jeremías los ayudaría. Su única esperanza era volverse a Dios.
14.1–15.21 Esta sección da inicio con la sequía que Dios envió a Judá y cómo Él se negó a responder las oraciones que pedían lluvia. Continúa con la descripción que Jeremías hace del juicio venidero.
14.14 ¿Qué llevó al pueblo a escuchar y apoyar a los falsos profetas? Decían lo que el pueblo quería escuchar. Los falsos maestros ganan fama y dinero por decirle a la gente lo que esta quiere escuchar, pero estos falsos maestros apartan a la gente de Dios. Si los alentamos, somos tan culpables como ellos.
14.19–22 Al interceder por el pueblo, Jeremías le preguntó a Dios si lo ayudaría en caso que se arrepintieran. Pero Dios se negó en ir en su auxilio (15.1) debido a que el pueblo era falso, malvado y obstinado. Sabía que Él los quería bendecir y sabía lo que debía hacer para recibir esa bendición. Quería que Dios hiciera su parte, pero Judá no quería hacer la suya. Es muy fácil expresar dolor por las malas acciones, sobre todo cuando queremos algo, pero debemos estar dispuestos a dejar de hacer esas malas acciones. Dios perdonará a los que se arrepienten de veras, pero la hipocresía la castigará con severidad.
Capítulo 15
15.1 Moisés y Samuel fueron dos de los más grandes profetas de Dios. Al igual que Jeremías, ambos intercedieron entre Dios y el pueblo (Éxodo 32.11; Números 14.11–20; 1 Samuel 7.9; 12.17; Salmo 99.6). A menudo la intercesión es eficaz. En este caso, sin embargo, el pueblo era tan malvado y obstinado que Dios sabía que no se volvería a Él.
15.3, 4 La meta de estos castigos era destruir la vida y devorar la muerte. Esto sucedería debido al reinado perverso de Manasés y al pecado del pueblo (2 Reyes 21.1–16; 23.26; 24.3) y la destrucción sería total. El pueblo pudo haber argumentado que no debían culparlos de los pecados de Manasés, pero ellos siguieron lo que Manasés comenzó. Si a sabiendas seguimos a líderes corruptos, no tendremos excusas de ser culpables de sus malos ejemplos.
15.17–21 Jeremías acusó a Dios de no ayudarlo cuando realmente lo necesitaba. Jeremías dejó de poner los ojos en los propósitos de Dios y sentía lástima de sí mismo. Estaba enojado, herido y asustado. En respuesta, Dios no se enojó con él, respondió volviendo a orientar las prioridades de Jeremías. Como vocero de Dios, debía influir en el pueblo, no permitir que ellos influyeran en él. Hay tres lecciones importantes en este pasaje: (1) en la oración podemos revelarle a Dios nuestros más profundos pensamientos; (2) Dios espera que confiemos en Él a pesar de las circunstancias; y (3) estamos aquí para influir en otros para Dios.
Capítulo 16
16.1–17.18 Esta sección describe el día de desastre que se aproximaba. Comienza mostrando la soledad de Jeremías. Es un paria social debido a sus duros mensajes y a su estilo de vida célibe. No debía casarse, ni tener hijos, ni tomar parte en funerales ni banquetes. Esta sección concluye con otra súplica para evitar el juicio al volverse a Dios. Sin embargo, el pueblo no hizo caso a las palabras de Jeremías y la primera ola de destrucción vino casi de inmediato, en 605 a.C. (2 Reyes 24.8–12). La segunda vino en 597 a.C. y Judá quedó totalmente destruida en 586 a.C.
16.5-7 En la cultura de Jeremías era inconcebible no mostrar el dolor públicamente. La ausencia de duelo indicaba cuán completa sería la devastación del pueblo. Morirían tantos que sería imposible celebrar rituales de duelo para todos.
16.8-13 A Jeremías se le pidió que no participara de fiestas ni otras actividades alegres a fin de expresar cuán en serio Dios tomaba el pecado de la nación. En ambos casos (no manifestar en público su dolor o gozo) la vida de Jeremías era para llamar la atención e ilustrar la verdad de Dios. A veces pensamos que la única manera de comunicación es hablar o enseñar, pero Dios puede usar una amplia variedad de hechos para darnos su mensaje. Use su creatividad.
16.14, 15 El libro de Éxodo narra el milagroso rescate que Dios llevó a cabo para su pueblo librándolos de la esclavitud egipcia (Éxodo 1–15). El regreso del pueblo del cautiverio iba a ser tan trascendental que sería aun más importante que el éxodo de Egipto. A pesar de la gran obstinación de su pueblo, Dios mostraría una vez más su gran misericordia.
16.17 Los niños pequeños piensan que si no nos ven, no podemos verlos a ellos. El pueblo de Israel pudo desear que con solo cerrar los ojos se ocultara de Dios. A pesar de que cerraron sus ojos a sus caminos de maldad, sus pecados sin duda no quedaron ocultos ante Dios. No se puede engañar al que lo ve todo. ¿Tiene alguna actitud pecaminosa o ha cometido algún pecado que espera que Dios no note? Él conoce todo. El primer paso hacia el arrepentimiento es reconocer que Dios conoce nuestros pecados.
16.19 En esta oración, Jeremías se acerca a Dios con tres nombres descriptivos: fortaleza, fuerza y refugio. Cada uno nos da una visión un poco diferente de cómo Jeremías experimentó la presencia de Dios, y a su vez es una descripción de seguridad y protección. Permita que Dios sea su fortaleza cuando los enemigos vengan en su contra, su fuerza cuando se sienta débil y su refugio cuando necesite apartarse de las presiones de la vida.
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 25 DE OCTUBRE. 1Timoteo 5
Capítulo 5
5.2 Los hombres en el ministerio pueden evitar actitudes impropias hacia las mujeres, tratándolas como miembros de la familia. Si los hombres ven a las mujeres como miembros en la familia de Dios, las protegerán y procurarán su crecimiento espiritual.
5.3ss Pablo quería que hasta donde fuera posible, las familias cristianas se sostuvieran a sí mismas. Insistió que en las familias, los hijos y nietos cuidaran de sus viudas (5.4); sugirió que las viudas jóvenes se volvieran a casar y empezaran nuevas familias (5.14); y ordenó que la iglesia no apoyara a los miembros flojos que no querían trabajar (2 Tesalonicenses 3.10). Sin embargo, cuando era necesario, los creyentes compartían sus recursos (Hechos 2.44–47); daban con generosidad para ayudar a las iglesias que enfrentaban desastres (1 Corintios 16.1–4), y asumían la responsabilidad de cuidar a un gran número de viudas (Hechos 6.1–6). La iglesia siempre ha tenido recursos limitados, y siempre ha tenido que balancear las necesidades económicas con la generosidad. Esto sólo tiene sentido para los miembros que trabajan tan arduamente como les es posible y son tan independientes como pueden, para poder sostenerse a sí mismos y a los miembros menos afortunados. Cuando los miembros de la iglesia son responsables y generosos, es posible satisfacer las necesidades de todos.
5.3–5 Las viudas por lo general no se podían mantener a sí mismas ya que tenían pensión, jubilación, seguro de vida y los trabajos dignos eran muy limitados. Naturalmente, la responsabilidad de cuidar de los necesitados recaía primero sobre sus familiares, las personas que estaban más estrechamente relacionadas con ellas. Pablo recalca la importancia de las familias en el cuidado de las viudas, y no dejarlo a la iglesia. Así, la iglesia podría encargarse de las viudas que no tenían familiares. Una viuda que no tenía hijos u otros familiares para que la sustentara estaba abandonada a la pobreza. Desde el principio, la iglesia cuidó de sus viudas, que en retribución daban un valioso servicio a la comunidad de fieles.
La iglesia debería mantener a los desamparados y ayudar a los ancianos, jóvenes, incapacitados, enfermos o pobres, con sus necesidades emocionales y espirituales. Con frecuencia, las familias que cuidan a sus propios miembros en necesidad tienen que llevar una carga muy pesada. Pueden necesitar dinero extra, un oído que los escuche, una mano amiga o una palabra de aliento. Es interesante que con frecuencia aquellos que son ayudados ayudan a otros, haciendo que la iglesia sea una comunidad más ayudadora. No espere que se lo pidan, tome la iniciativa y busque la manera de servir a otros.
5.8 Casi todos tenemos familia o familiares de algún grado de parentesco. Las relaciones familiares son importantes a los ojos de Dios. Pablo dice que quien descuida sus responsabilidades familiares ha negado la fe. ¿Está usted cumpliendo con su parte para satisfacer las necesidades de aquellos que forman parte de su círculo familiar?
5.9–16 Al parecer, algunas viudas ancianas habían sido «puestas en la lista» lo que significaba que habían hecho voto comprometiéndose a trabajar para la iglesia a cambio del apoyo financiero que recibían. Pablo hace una breve lista de las calificaciones para estas trabajadoras de la iglesia: tendrían que tener a lo menos sesenta años, haber sido fieles a sus maridos y ser reconocidas por sus buenas obras. No se incluían a las viudas jóvenes porque podrían desear casarse otra vez y de esta manera romper su promesa (5.11, 12).
En el día de hoy tres de cuatro mujeres enviudan, y muchas de las mujeres ancianas en nuestras iglesias han perdido a sus esposos. ¿Provee su iglesia alguna forma de servicio para estas mujeres? ¿Puede usted ayudar a que sus dones y habilidades puedan ser útiles a las necesidades de su iglesia? A menudo su madurez y sabiduría pueden ser de gran ayuda en la iglesia.
5.10 «Si ha lavado los pies de los santos» significa ayudar y servir a otros creyentes con humildad, siguiendo el ejemplo de Jesús, que lavó los pies de sus discípulos en la Última Cena (Juan 13.1–17).
5.15 «Se han apartado en pos de Satanás» se refiere a la conducta inmoral que identificaba a estas mujeres con sus vecinos paganos.
5.17, 18 Líderes fieles de la iglesia deben ser respaldados y apreciados. Con demasiada frecuencia son blanco de críticas porque las congregaciones tienen expectativas irreales. ¿Cómo trata usted a los líderes de su iglesia? ¿Disfruta encontrándoles fallas o les muestra su aprecio? ¿Reciben un salario adecuado para que les permita vivir sin preocupaciones y proveer para las necesidades de sus familias? Jesús y Pablo enfatizaron la importancia de sostener a los que nos guían y enseñan (véase Gálatas 6.6 y las notas en Lucas 10.7 y 1 Corintios 9.4–10).
5.17, 18 Predicación y enseñanza están íntimamente relacionadas. Predicación es proclamar la Palabra de Dios y confrontar a los oyentes con la verdad de la Escritura. Enseñar es explicar la verdad de la Escritura, ayudar a los principiantes a entender los pasajes difíciles, y ayudarles a aplicar la Palabra de Dios a la vida diaria. Pablo dice que estos ancianos son dignos de doble honor. Desafortunadamente, sin embargo, muchas veces lo damos por hecho y no suplimos adecuadamente sus necesidades o no nos controlamos de hacerles duras críticas. Piense en la forma en que puede honrar a sus predicadores y maestros.
5.19-21 Los líderes de la iglesia no están exentos de pecados, faltas y equivocaciones. Pero muchas veces son criticados por razones no válidas: imperfecciones menores, fallas en satisfacer las expectativas de alguien, choques de personalidad. Por esto es que Pablo dice que las acusaciones ni siquiera deberían ser oídas a menos que dos o tres testigos las confirmen. Algunas veces los líderes de la iglesia deberían ser confrontados por su conducta, y algunas veces reprendidos. Pero toda reprensión debe ser hecha con imparcialidad y amor y con el propósito de restauración.
5.21 «Ángeles escogidos» son todos aquellos ángeles que no se rebelaron contra Dios como lo hizo Satanás.
5.21 Constantemente debemos estar en guardia en contra de favoritismos y en contra de dar tratamientos preferenciales a unos ignorando a otros. Vivimos en una sociedad que tiene favoritismos. Es fácil tratar de manera especial a aquellos que son talentosos, inteligentes, ricos o hermosos sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo. Asegúrese de honrar a las personas por lo que son en Cristo y no por lo que son en el mundo.
5.22 Pablo dice que una iglesia nunca debería apresurarse a escoger sus líderes, especialmente el pastor, porque podemos pasar por alto problemas importantes o pecados. Es una gran responsabilidad elegir a los líderes de la iglesia. Deben tener una fe sólida y ser moralmente intachables, poseyendo las cualidades descritas en 1 Timoteo 3.1–13 y Tito 1.5–9. No cualquiera que quiera ser líder de iglesia puede serlo. Asegúrese de las calificaciones del candidato antes de pedirle que asuma una posición de liderazgo.
5.24,25 Pablo instruye a Timoteo a elegir cuidadosamente a los líderes de la iglesia porque algunas veces sus pecados no son obvios y lleva un tiempo en que salgan a la luz. Los líderes de la iglesia deberían vivir vidas por encima de todo reproche. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.
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