Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 22 DE OCTUBRE. Jeremías 7,8,   

Mejorad vuestros caminos y vuestras obras

7

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová. 3Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 4No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este.

5Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, 6y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, 7os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.

8He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. 9Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, 10¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? 11¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová. 12Andad ahora a mi lugar en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. 13Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis; 14haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo. 15Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín.

16Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. 17¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. 19¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? 20Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.

 Castigo de la rebelión de Judá

21Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. 22Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. 23Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. 24Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, 25desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; 26pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres.

27Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán. 28Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni admitió corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada.

29Corta tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque Jehová ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira.

30Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nombre, amancillándola. 31Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón. 32Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar. 33Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. 34Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada.

8

1En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros; 2y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en pos de quienes anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron. No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra. 3Y escogerá la muerte antes que la vida todo el resto que quede de esta mala generación, en todos los lugares adonde arroje yo a los que queden, dice Jehová de los ejércitos.

4Les dirás asimismo: Así ha dicho Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no vuelve al camino? 5¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. 6Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. 7Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.

8¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. 9Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen? 10Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 11Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. 12¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo más mínimo, ni supieron avergonzarse; caerán, por tanto, entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová. 13Los cortaré del todo, dice Jehová. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos.

14¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jehová nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jehová. 15Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación. 16Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella. 17Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jehová.

 Lamento sobre Judá y Jerusalén

18A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí. 19He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está Jehová en Sion? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas? 20Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. 21Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado.

22¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?



LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 22 DE OCTUBRE. 1Timoteo 2

Instrucciones sobre la oración

2

1Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 3Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 5Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. 7Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.

8Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. 9Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 10sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. 11La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 15Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.



COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 22 DE OCTUBRE. Jeremías 7,8,   

Capítulo 7


7.1–10.25 Al inicio de esta sección, Dios envía a Jeremías a las puertas del templo para enfrentar la falsa creencia de que Dios no permitiría que dañasen el templo y a los que vivieran cerca de él. Jeremías reprende al pueblo por su falsa e inútil religión, su idolatría y la conducta desvergonzada del pueblo y sus líderes. Judá, dice él, está listo para el juicio y el cautiverio. Esto sucedió durante el reinado de Joacim, un títere de Egipto. La nación, conmocionada por la muerte de Josías, atravesaba un trastorno espiritual que dañó mucho del bien que Josías hizo. Los temas de esta sección son la falsa religión, la idolatría y la hipocresía. Casi matan a Jeremías a causa de este sermón, pero los oficiales de Judá lo salvaron (véase capítulo 26).


7.2,3 El pueblo siguió un ritual de adoración, pero mantuvo un estilo de vida pecaminoso. Era una religión sin compromiso personal con Dios. Nosotros podemos fácilmente hacer lo mismo. Asistir a la iglesia, tomar la cena, enseñar en la Escuela Dominical, cantar en el coro: todos estos son ejercicios vacíos, a menos que lo hagamos verdaderamente para Dios. Es bueno realizar estas actividades, no porque tengamos que hacerlas para la iglesia, sino porque queremos hacerlas para Dios.


7.9–11 Estos son algunos paralelos entre cómo el pueblo de Judá veía su templo y cómo muchas personas en la actualidad ven sus iglesias: (1) No hacían al templo parte de su vida diaria. Asistimos a iglesias hermosas muy bien preparadas para la adoración, pero a menudo no llevamos la presencia de Dios con nosotros a lo largo de la semana. (2) La imagen del templo se volvió más importante que la esencia de la fe. La imagen de asistir a la iglesia y pertenecer a un grupo se puede volver más importante que la esencia de una vida cambiada por Dios. (3) El pueblo utilizó el templo como un santuario. Muchos emplean la afiliación religiosa como un escondite, pensando que los protegerá del mal y los problemas.


7.11, 12 Jesús utilizó las palabras del versículo 11 al limpiar el templo (Marcos 11.17; Lucas 19.46). Este pasaje se aplica tanto al mal que había en el templo en los días de Jesús como en los de Jeremías. El tabernáculo de Dios permaneció en Silo, pero al parecer se abandonó a Silo (Salmo 78.60; Jeremías 26.6). Si Dios no preservó a Silo porque el tabernáculo se encontraba allí, ¿por qué preservaría a Jerusalén con su templo?


7.15 Efraín es otro nombre dado a Israel, el reino del norte, que Asiria llevó al cautiverio en 722 a.C.


7.18 «La reina del cielo» era un nombre para Istar, la diosa mesopotámica del amor y la fertilidad. Después de la caída de Jerusalén, los refugiados de Judea que huyeron a Egipto continuaron adorándola (44.17). Un papiro del siglo V a.C, encontrado en Hermópolis, Egipto, menciona a la reina del cielo entre los dioses honrados por la comunidad judía que vivía allí.


7.19 Este versículo responde a la pregunta: «¿Quién se daña cuando nos apartamos de Dios?» ¡Nosotros! Separarnos de Dios es como apartar a una planta verde de la luz del sol y del agua. Dios es nuestra única fuente de fortaleza espiritual. Apártese de esa fuente y se apartará de la vida misma.


7.21–23 Dios estableció un sistema de sacrificios para alentar al pueblo a que lo obedeciera (véase el libro de Levítico). Demandaba que el pueblo hiciera estos sacrificios, no porque estos por sí mismos lo agradaran, sino porque hacían que el pueblo reconociera sus pecados y se centrara en vivir para Dios. Fielmente llevaron a cabo los sacrificios, pero olvidaron el porqué los ofrecían y por lo tanto desobedecieron a Dios. Jeremías recordó al pueblo que llevar a cabo rituales religiosos carecía de significado a menos que estuvieran preparados para obedecer a Dios en todas los aspectos de la vida. (Véase el cuadro en Oseas 7.)


7.25 Desde los tiempos de Moisés hasta el final del período del Antiguo Testamento, Dios envió muchos profetas a Israel y Judá. Por malas que fueran las circunstancias, Dios siempre tuvo un profeta que habló en contra de sus apáticas actitudes espirituales.


7.31, 32 Los lugares altos (los altares) de Tofet (que significa «ardiendo» o «inmundicia») estaban localizados en el valle del hijo de Hinom, lugar donde se botaban el escombro y la basura de la ciudad. Este altar se utilizaba para adorar a Moloc, un dios que demandaba sacrificios de niños (2 Reyes 23.10). Su valle de sacrificios se transformaría en valle de matanza a manos de los babilonios. En el mismo lugar en que el pueblo mató a sus hijos en pecaminosa idolatría, él también sería masacrado.


Capítulo 8


8.1,2 La amenaza de que las tumbas del pueblo de Judá se abrirían era horrible para un pueblo que honraba en gran manera a la muerte y creía que abrir tumbas era una gravísima profanación. Este sería un sarcástico castigo para los idólatras: sus cuerpos yacerían bajo el sol, la luna y las estrellas, los dioses que creían podían ayudarlos.


8.4-6 Cuando una persona cae o se percata de que va mal encaminada, la única reacción sensata sería levantarse o cambiar de dirección. Pero a medida que Dios observaba la nación, veía que la gente vivía una vida de pecado que ella misma eligió, engañándose de que no habría consecuencias. Perdieron la perspectiva respecto a la voluntad de Dios para sus vidas e intentaban minimizar su pecado. ¿Existen algunos indicadores de que usted se ha caído o va por mal camino? ¿Qué está haciendo para volver al buen camino?


8.16 Dan era la tribu ubicada más al norte de Israel.


8.18 Jeremías implora a Dios que salve a su pueblo.


8.20-22 Estas palabras ofrecen una ilustración vívida de la impresión de Jeremías cuando vio a su pueblo rechazar a Dios. Respondió con angustia a un mundo que moría en pecado. Aún vemos ese mismo mundo que muere en pecado por rechazar a Dios. Pero, ¿cuán a menudo se nos quebranta el corazón por amigos y vecinos perdidos, por nuestro mundo perdido? Solo cuando tengamos el tipo de interés que tuvo Jeremías nos sentiremos motivados a ayudar. Debemos comenzar por pedir que Dios quebrante nuestros corazones por el mundo que Él ama.

8.22 Galaad fue famosa por sus bálsamos curativos (medicina). Esta es una pregunta retórica. La obvia respuesta es: «Sí, Dios», pero Israel no aplicaba el bálsamo, no obedecía a Dios. A pesar de que la enfermedad espiritual del pueblo seguía siendo muy profunda, podía curarse. Sin embargo, el pueblo rechazó la medicina. Dios podía sanar las heridas que se ocasionaron, pero Él no los obligaría a recibir sanidad.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 22 DE OCTUBRE. 1Timoteo 2

Capítulo 2


2.1–4 Aunque Dios es todopoderoso y omnisciente, Él nos ha escogido para que le ayudemos a cambiar el mundo por medio de nuestras oraciones. Cómo tiene lugar esto, es un misterio debido a nuestro limitado entendimiento, pero es una realidad. Pablo nos exhorta a orar unos por otros y también por los que nos gobiernan. Nuestras oraciones fervorosas tendrán resultados poderosos (Santiago 5.16).


2.2 El mandato de Pablo de orar por los gobernante es digno de todo encomio, tomando en cuenta que por ese entonces el emperador romano era Nerón, un gobernante especialmente cruel (54–68 d.C.). Cuando Pablo escribió esta carta la persecución era una amenaza creciente para los cristianos. Más tarde, cuando en el año 64 d.C. Nerón necesitó un chivo expiatorio para el gran incendio que destruyó una buena parte a Roma, culpó a los cristianos romanos para desviar la atención de sí mismo. Luego la persecución se esparció por todo el Imperio Romano. No sólo se privó a los cristianos de ciertos privilegios en la sociedad, sino que algunos fueron públicamente muertos de manera cruel, quemados o echados a las fieras.

2.2 Cuando nuestras vidas transcurren quieta y reposadamente, es difícil recordar que debemos orar por los que están en autoridad, porque a menudo suponemos que todos los gobiernos son buenos. Es más fácil acordarnos de orar cuando experimentamos problemas. Pero debemos orar por aquellos que están en autoridad en el mundo para que sus sociedades sean favorables a la difusión del evangelio.


2.4 Tanto Pedro como Pablo dicen que Dios quiere que todos sean salvos (véase 2 Pedro 3.9). Esto no significa que todos serán salvos, porque la Biblia deja en claro que muchos rechazan a Cristo (Mateo 25.31–46; Juan 12.44–50; Hebreos 10.26–29). El mensaje del evangelio tiene un alcance mundial, no está limitado a una raza, un sexo o a un trasfondo nacional. Dios ama a todo el mundo y envió a su Hijo para salvar a todos los pecadores. Nunca asumas que alguien está fuera de la misericordia de Dios o más * allá de alcanzar su ofrecimiento de salvación.


2.5,6 Como seres humanos estamos separados de Dios por el pecado, y sólo una persona en el universo puede pararse entre nosotros y Dios y unirnos otra vez: Jesús, que es Dios y hombre al mismo tiempo. El sacrificio de Cristo trajo nueva vida a la humanidad. ¿Le ha permitido usted que lo lleve al Padre?

 


2.6 Jesús dio su vida como rescate por nuestros pecados (Marcos 10.45). Un rescate era el precio pagado para liberar a un esclavo de su cautividad. Jesús, nuestro mediador, dio su vida a cambio de la nuestra. Él pagó con su muerte nuestra culpa por el pecado.


2.7 Pablo se define a sí mismo como un heraldo o predicador. A él se le dio el privilegio especial de anunciar el evangelio a los gentiles. En 1 Corintios 15.7–11 presenta sus credenciales como apóstol.


2.8 Además de desagradar a Dios, la rabia y las rivalidades hacen difícil el orar. Por eso Jesús nos dice que debemos interrumpir nuestra adoración, si es necesario, para hacer la paz con otros (Mateo 5.23, 24). Dios quiere que le obedezcamos inmediata y enteramente. Nuestra meta debería ser tener una relación correcta con Dios y también con los demás.


2.9, 10 Al parecer, algunas mujeres cristianas buscaban ganar respeto por parecer hermosas más que por parecerse a Cristo en su carácter. Algunas quizás pensaban que podrían llegar a ganar a sus esposos no creyentes por medio de su apariencia (véase en 1 Pedro 3.1–6 el consejo de Pedro a tales mujeres). No es contrario a las Escrituras que una mujer quiera ser atractiva. La belleza, sin embargo, empieza dentro de la persona. Un carácter gentil, modesto, amoroso da una luz al rostro que no puede ser duplicado ni por el mejor cosmético ni por la mejor joya del mundo. Un peinado cuidadoso y un exterior muy bien decorado es una apariencia artificial y fría a menos que esté presente la belleza interior.

2.9–15 Para entender estos versículos, debemos entender la situación en la que trabajaban Pablo y Timoteo. En el primer siglo de la cultura judía, a las mujeres no se les permitía estudiar. Cuando Pablo dice que las mujeres deben aprender en silencio y total sumisión, les está ofreciendo una sorprendente nueva oportunidad. Pablo no quiso que las mujeres de Éfeso enseñaran porque aun no tenían suficiente conocimiento o experiencia. La iglesia en Éfeso tenía un problema particular con los falsos maestros. Evidentemente las mujeres eran especialmente susceptibles a sus falsas enseñanzas (2 Timoteo 3.1–9) porque todavía no habían recibido instrucción bíblica suficiente para poder discernir la verdad. Además, algunas de las mujeres, aparentemente, hacían alarde de su nueva libertad cristiana usando ropa inadecuada (2.9). Pablo decía a Timoteo que no debía poner a nadie (en este caso, mujeres) en posición de liderazgo si todavía no era maduro en la fe (véase 5.22). El mismo principio se aplica a las iglesias hoy (véase la nota en 3.6).


2.12 Algunos interpretan este pasaje como que las mujeres nunca deberían enseñar en las reuniones de la iglesia. Sin embargo, otros comentaristas dicen que Pablo no prohibió siempre a que la mujer enseñara. La reconocida colaboradora de Pablo, Priscila, enseñó a Apolos, el gran predicador (Hechos 18.24–26). Además, con frecuencia Pablo menciona a otras mujeres que tenían posiciones de responsabilidad en la iglesia. Febe trabajó en la iglesia (Romanos 16.1). María, Trifena y Trifosa eran obreras del Señor (Romanos 16.6, 12) así como lo fueron Evodia y Síntique (Filipenses 4.2). Es muy probable que Pablo haya prohibido a las mujeres de Éfeso, no a todas las mujeres, que enseñaran (véase la nota en 2.9–15).

2.12 En la referencia de Pablo de que las mujeres estén en silencio, la palabra silencio expresa una actitud de quietud y compostura. (Para comunicar «completo silencio» usualmente se utiliza en el griego una palabra diferente.) Además, el propio Pablo reconoce que las mujeres públicamente oraban y profetizaban (1 Corintios 11.5). Aparentemente, sin embargo, las mujeres en la iglesia de Éfeso estaban abusando de su recién adquirida libertad cristiana. Debido a que estas mujeres eran recién convertidas, no tenían la experiencia necesaria, el conocimiento o la madurez cristiana para enseñar a aquellos que ya poseían una buena educación bíblica.


2.13, 14 En cartas previas Pablo había analizado los roles del hombre y de la mujer en el matrimonio (Efesios 5.21–33; Colosenses 3.18, 19). Aquí habla de los roles del hombre y de la mujer dentro de la iglesia. Algunos estudiosos de la Biblia ven estos versículos acerca de Adán y Eva como una ilustración de lo que estaba sucediendo en la iglesia de Éfeso. Así como Eva había sido engañada en el jardín del Edén, así las mujeres en la iglesia estaban siendo engañadas por falsos maestros. Y así como Adán fue el primer ser humano creado por Dios, así los hombres en la iglesia en Éfeso serían los primeros en hablar y enseñar, porque tenían más experiencia. Este punto de vista entonces, enfatiza que la enseñanza de Pablo aquí no es universal, sino que se aplica a las iglesias con problemas similares. Otros eruditos, sin embargo, sostienen que los roles que Pablo destaca son los designios de Dios para su orden creado. Él estableció estos roles para mantener la armonía tanto en la familia como en la iglesia.


2.14 Pablo no está justificando a Adán por su participación en la caída (Génesis 3.6, 7, 17–19). Por el contrario, en su carta a los Romanos, Pablo pone sobre Adán la culpa primaria por la naturaleza pecaminosa del hombre (Romanos 5.12–21).


2.15 Hay distintas maneras de entender la frase «se salvará engendrando hijos». (1) El hombre pecó y por eso los hombres fueron condenados a un trabajo doloroso. La mujer pecó y por eso las mujeres fueron condenadas a sufrir dolores de parto. Hombres y mujeres, sin embargo, pueden ser salvos al confiar en Cristo y obedecerle. (2) Las mujeres que cumplen los roles dados por Dios están demostrando verdadero compromiso y obediencia a Cristo. Uno de los roles más importantes para una esposa y madre es cuidar de su familia. (3) El nacimiento que se menciona aquí se refiere al nacimiento de Jesucristo. Las mujeres (y los hombres) son salvos espiritualmente gracias al nacimiento más importante, el nacimiento de Cristo. (4) De la lección aprendida por medio del sufrimiento del parto, las mujeres pueden desarrollar cualidades que les enseñan del amor, la confianza, la sumisión y el servicio. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.





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