LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE OCTUBRE. Jeremías 3,4,
3
1Dicen: Si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues, has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová. 2Alza tus ojos a las alturas, y ve en qué lugar no te hayas prostituido. Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra. 3Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía; y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza. 4A lo menos desde ahora, ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud? 5¿Guardará su enojo para siempre? ¿Eternamente lo guardará? He aquí que has hablado y hecho cuantas maldades pudiste.
Jehová exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento
6Me dijo Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí fornica. 7Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá. 8Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. 9Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. 10Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová.
11Y me dijo Jehová: Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá. 12Ve y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo. 13Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.
14Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion; 15y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia. 16Y acontecerá que cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra, en esos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni se hará otra. 17En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón. 18En aquellos tiempos irán de la casa de Judá a la casa de Israel, y vendrán juntamente de la tierra del norte a la tierra que hice heredar a vuestros padres.
19Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí. 20Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová. 21Voz fue oída sobre las alturas, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido su camino, de Jehová su Dios se han olvidado. 22Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro Dios. 23Ciertamente vanidad son los collados, y el bullicio sobre los montes; ciertamente en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel.
24Confusión consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud; sus ovejas, sus vacas, sus hijos y sus hijas. 25Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre; porque pecamos contra Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día, y no hemos escuchado la voz de Jehová nuestro Dios.
4
1Si te volvieres, oh Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mí tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá, 2y jurares: Vive Jehová, en verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en él, y en él se gloriarán. 3Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos. 4Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras.
Judá es amenazada de invasión
5Anunciad en Judá, y proclamad en Jerusalén, y decid: Tocad trompeta en la tierra; pregonad, juntaos, y decid: Reuníos, y entrémonos en las ciudades fortificadas. 6Alzad bandera en Sion, huid, no os detengáis; porque yo hago venir mal del norte, y quebrantamiento grande. 7El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación; tus ciudades quedarán asoladas y sin morador. 8Por esto vestíos de cilicio, endechad y aullad; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros.
9En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas. 10Y dije: ¡Ay, ay, Jehová Dios! Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz tendréis; pues la espada ha venido hasta el alma.
11En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar. 12Viento más vehemente que este vendrá a mí; y ahora yo pronunciaré juicios contra ellos.
13He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque entregados somos a despojo! 14Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad? 15Porque una voz trae las nuevas desde Dan, y hace oír la calamidad desde el monte de Efraín. 16Decid a las naciones: He aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y lanzarán su voz contra las ciudades de Judá. 17Como guardas de campo estuvieron en derredor de ella, porque se rebeló contra mí, dice Jehová. 18Tu camino y tus obras te hicieron esto; esta es tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón.
19¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra. 20Quebrantamiento sobre quebrantamiento es anunciado; porque toda la tierra es destruida; de repente son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas. 21¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido de trompeta? 22Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron.
23Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz. 24Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. 25Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. 26Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira.
27Porque así dijo Jehová: Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo. 28Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán, porque hablé, lo pensé, y no me arrepentí, ni desistiré de ello. 29Al estruendo de la gente de a caballo y de los flecheros huyó toda la ciudad; entraron en las espesuras de los bosques, y subieron a los peñascos; todas las ciudades fueron abandonadas, y no quedó en ellas morador alguno. 30Y tú, destruida, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; te menospreciarán tus amantes, buscarán tu vida. 31Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sion que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos.
LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE OCTUBRE. 2Tesalonicenses 3
Que la palabra de Dios sea glorificada
3
1Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, 2y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. 3Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. 4Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. 5Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.
El deber de trabajar
6Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. 7Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, 8ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; 9no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. 10Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 13Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.
14Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. 15Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.
Bendición final
16Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.
17La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo. 18La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE OCTUBRE. Jeremías 3,4,
Capítulo 3
3.1 Esta ley, que aparece en Deuteronomio 24.1–4, dice que una mujer a la que su primer marido le dio carta de divorcio por haber encontrado algo indigno en ella, nunca se podrá unir de nuevo a su primer esposo. Judá «se divorció» de Dios y «se casó» con otros dioses. Dios tenía todo el derecho de repudiar a su pueblo desobediente, pero en su misericordia estaba dispuesto a volverlos a recibir.
3.2 «Como árabe en el desierto» significa que así como un ladrón árabe se escondería y esperaría para saquear una caravana en viaje, Judá corría hacia la idolatría.
3.4,5 A pesar de su gran pecado, Israel seguía hablando como si fuera hijo de Dios. De la única manera que podían hacerlo era restando importancia a su pecado. Cuando sabemos que hemos hecho algo malo, queremos pasar por alto el error liberando así algo de la culpa que sentimos. Cuando le restamos importancia a nuestra maldad, por naturaleza nos asustamos ante los cambios que debemos hacer y, por lo tanto, continuamos pecando. Sin embargo, si viéramos cada actitud o acción errónea como una ofensa seria a Dios, comenzaríamos a entender lo que significa vivir para Él. ¿Hay algún pecado en su vida que considera demasiado pequeño como para preocuparse? Dios dice que debemos confesar y apartarnos de todo pecado.
3.6–6.30 El reino del norte, Israel, cayó ante Asiria y su pueblo lo llevaron en cautiverio. La lección trágica de su caída debió haber provocado que el reino del sur, Judá, regresara a Dios, pero no prestó atención. Jeremías exhortó a Judá a que volviera a Dios para evitar un desastre seguro. Su mensaje llegó entre 627 y 621 a.C. durante el reinado de Josías. A pesar de que este rey obedeció los mandamientos de Dios, su ejemplo aparentemente no llegó al corazón del pueblo. Si el pueblo se negaba a arrepentirse, Dios dijo que destruiría la nación debido a la maldad del abuelo de Josías, el rey Manasés (2 Reyes 23.25–27).
3.11-13 Israel ni siquiera trataba de aparentar obediencia a Dios, sin embargo, Judá mantuvo su apariencia de fe verdadera sin un corazón sincero. Creer la sana doctrina sin un compromiso de corazón es como ofrecer sacrificios sin un verdadero arrepentimiento. El falso arrepentimiento de Judá trajo palabras condenatorias de Jeremías. Vivir sin fe es caso perdido y expresar dolor sin cambiar resulta traicionero y desleal. No basta con sentirse mal por el pecado. El arrepentimiento demanda un cambio de actitud y corazón que resulta en un cambio de conducta.
3.12-18 El reino del norte, Israel, estaba en cautiverio, castigado por sus pecados. El pueblo de Judá despreció a estos vecinos del norte por su herejía flagrante y por su degradación moral. Aun así, Jeremías prometió al remanente de Israel las bendiciones de Dios si se volvían a Él. Judá, todavía seguro en su propia opinión, debió haberse vuelto a Dios después de ver la destrucción de Israel. Pero rehusó hacerlo, así que Jeremías los sorprendió al hablarles acerca de la promesa de Dios al remanente de Israel si se arrepentían.
3.15 Dios prometió dar líderes del pueblo («pastores» conforme a su corazón) que lo siguieran, llenos de conocimiento (sabiduría) y entendimiento. Dios observó la falta de dirección de Israel, por lo que prometió enviar la clase correcta de liderazgo para ellos. Miramos a nuestros líderes y confiamos en ellos para que nos guíen y dirijan. Pero si no siguen a Dios, nos desviarán del camino verdadero. Ore que nuestras naciones, comunidades e iglesias tengan líderes que honren a Dios, líderes que sean buenos ejemplos y nos traigan la sabiduría de Dios.
3.16, 17 En los días que Salomón reinó sobre una nación unida, el pueblo tuvo un hermoso templo donde adoraban a Dios. El templo guardaba el arca del pacto, símbolo de la presencia de Dios con su pueblo. El arca guardaba las tablas de los Diez Mandamientos (véase Éxodo 25.10–22). En el reino futuro, no se extrañarían esos días con el arca porque Dios estaría presente en medio de su pueblo a través del Espíritu Santo.
3.22-25 Jeremías predijo el día en que la nación volvería a unirse, la verdadera adoración se reinstauraría y el pecado se vería como tal. Nuestro mundo glorifica la emoción que surge de la riqueza, competencia y placer sexual y pasa por alto el pecado que con tanta frecuencia se asocia con estas emociones. Resulta muy triste el hecho de que muy pocos vean el pecado tal y como es: un engaño. La mayoría de la gente no puede verlo hasta que se ve destruida por el pecado que ha perseguido. La ventaja de creer en la Palabra de Dios es que no tenemos que aprender por dura experiencia los resultados destructivos del pecado.
Capítulo 4
4.3 Jeremías dijo al pueblo que rompiera la dureza de sus corazones de la misma forma que un arado rompe el suelo sin labrar. Los reyes buenos como Josías trataron de hacer que el pueblo volviera a Dios, pero el pueblo continuó adorando a sus ídolos en secreto. Sus corazones se endurecieron a la Palabra de Dios. Jeremías dijo que el pueblo necesitaba quitar el pecado que endureció sus corazones antes que la buena semilla de la Palabra de Dios pudiera echar raíces. De la misma forma, debemos apartar el pecado que endurece nuestros corazones si esperamos que la Palabra de Dios eche raíces y crezca en nuestras vidas.
4.6, 7 El mal del norte vendría desde Babilonia cuando Nabopolasar y Nabucodonosor II lo atacaran (2 Crónicas 36).
4.10 Jeremías, profundamente conmovido por las palabras de Dios, expresó su lamento y confusión a Dios. Jeremías era intercesor del pueblo. Ellos tenían falsas expectativas por sus promesas pasadas de bendición, su ceguera ante su pecado y los falsos profetas que continuaban diciéndoles que todo marchaba bien.
4.15 La fatalidad se anunció antes para Dan y el monte de Efraín debido a que estaban localizados en la frontera norte de Israel y así serían los primeros en ver que se acercaban los ejércitos cuando atacaran desde el norte. Nadie detendría a los ejércitos debido a que vendrían como castigo por el pecado del pueblo.
4.19-31 Jeremías estaba angustiado por la devastación segura que habría de venir por el juicio. Este juicio seguiría hasta que el pueblo se volviera de su pecado y escuchara a Dios. A pesar de que esta profecía se refiere a la futura destrucción babilónica, también puede describir el juicio para todos los pecadores en el fin del mundo.
4.22 Judá demostró talento en hacer el mal y no supo cómo hacer el bien. La vida recta es algo más que evitar el pecado. Se requiere decisión y disciplina. Debemos desarrollar habilidades para vivir correctamente debido a que nuestra conducta atrae la atención de Dios. Debemos tratar de alcanzar la excelencia en la vida cristiana con el mismo esfuerzo que perseguimos la excelencia en el trabajo.
4.27 Dios advirtió que la destrucción era segura. Sin embargo, prometió que el remanente fiel sería salvo. Dios está comprometido a preservar a quienes le son fieles.
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE OCTUBRE. 2Tesalonicenses 3.
Capítulo 3
3.1–3 Una dura batalla de los poderes espirituales invisibles se está tramando bajo la superficie de la vida cotidiana. Nuestra defensa principal es orar para que Dios nos proteja del maligno y que nos haga fuertes. (Véase también los comentarios en Efesios 6.10–19 referente a nuestra armadura para la guerra espiritual). Las siguientes pautas le pueden ser de ayuda para estar preparado y sobrevivir a los ataques satánicos: (1) tome en serio la amenaza del ataque espiritual; (2) ore pidiendo fuerzas y ayuda de Dios; 3) estudie la Biblia para reconocer las tácticas y estilo de Satanás, (4) memorice pasajes de las Escrituras para que le sean de ayuda sin importar el lugar en que esté; (5) Relaciónese con aquellos que hablan verdad; y (6) ponga en práctica lo que le han enseñado sus líderes espirituales.
3.6–10 Aquí, Pablo está escribiendo acerca de las personas indolentes. Les dice que cuando él y sus compañeros estuvieron en Tesalónica, trabajaron duro para comprar lo que necesitaban en lugar de ser una carga para algunos de los creyentes. La regla que siguieron fue «si alguno no quiere trabajar, tampoco coma». Hay diferencia entre descanso y ociosidad. El relajarse y recrearse provee un balance necesario para nuestras vidas, pero cuando es tiempo de trabajar, los cristianos deben ser diligentes en hacerlo. Debemos usar al máximo nuestro talento y tiempo y hacer todo lo necesario para buscar nuestro sustento y el de los que dependen de nosotros. Descanse cuando tiene que descansar y trabaje cuando tiene que trabajar.
3.6–15 Algunas personas en la iglesia de Tesalónica habían sido enseñadas erróneamente que debido a que la venida de Cristo podría tener lugar cualquier día, debían abandonar sus responsabilidades, dejar de trabajar, no hacer planes para el futuro y sólo esperar que llegara el Señor. Pero su falta de actividad sólo les condujo al pecado. Se convirtieron en carga para la iglesia, la que tuvo que sostenerlos, desperdiciando un tiempo valioso que pudo ser usado para ayudar a otros; y se entrometieron con lo ajeno (3.11). Estos miembros de la iglesia quizás hayan pensado que serían más espirituales si no trabajaban, pero Pablo les dijo que fueran responsables y que volvieran al trabajo. Estar preparados para Cristo significa obedecerle en cada área de la vida. Ya que sabemos que Cristo viene, debemos vivir de tal manera que nuestra fe y nuestra vida diaria le agraden cuando Él llegue.
3.11,12 Entrometerse en lo ajeno es chismear. La persona ociosa, que no trabaja, termina llenando su tiempo con actividades nocivas, como chismear. Los rumores y habladurías son tentadores y excita el oírlos y nos hacen aparecer como personas bien informadas. Pero destruyen a las personas. Si usted con frecuencia encuentra su nariz metida en los asuntos de otros, posiblemente esté desempleado. Si es así, busque algo que hacer por Cristo o por su familia y póngase a trabajar.
3.14,15 Pablo aconseja a la iglesia a no apoyar económicamente ni reunirse con aquellos que persisten en su ociosidad. Hambre y soledad pueden ser medios muy efectivos para conseguir que la persona ociosa se convierta en productiva. Pablo no estaba aconsejando frialdad o crueldad sino la clase de amor firme que se debería mostrar a un hermano o a una hermana.
3.18 El libro de 2 Tesalonicenses es especialmente significativo para aquellos que están siendo perseguidos o que están bajo presión por causa de su fe. En el capítulo 1 se nos dice lo que el sufrimiento puede hacer por nosotros. En el capítulo 2 se nos asegura la victoria final. En el capítulo 3 se nos anima a vivir en forma responsable a pesar de las circunstancias difíciles. El regreso de Cristo es más que una doctrina, es una promesa. Esta epístola no es sólo para el futuro sino que tiene un impacto vital en la forma como vivimos hoy. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir.
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