Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 19 DE OCTUBRE. Jeremías 1, 2, 

JEREMÍAS

 Llamamiento y misión de Jeremías

1

1Las palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín. 2Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. 3Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto.

4Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 7Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. 8No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. 9Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. 10Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. 11La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. 12Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

13Vino a mí la palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte. 14Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra. 15Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá. 16Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron. 17Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. 18Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. 19Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.

 Jehová y la apostasía de Israel

2

1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. 3Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.

4Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 5Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? 6Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? 7Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. 8Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.

9Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. 11¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. 13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

14¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? 15Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. 16Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. 17¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? 18Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Eufrates? 19Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

20Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? 22Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. 23¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, 24asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán. 25Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir.

26Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, 27que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen: Levántate, y líbranos. 28¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.

29¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. 30En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador. 31¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? 32¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

33¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. 34Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: 35Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. 36¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás por ellos.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 19 DE OCTUBRE. 2Tesalonicenses 2

Manifestación del hombre de pecado

2

1Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 5¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? 6Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. 7Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. 8Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; 9inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, 10y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, 12a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.

 Escogidos para salvación

13Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, 14a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

16Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, 17conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.



COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 19 DE OCTUBRE. Jeremías 1, 2, 

Capítulo 1


1.1, 2 Después de la muerte de Salomón, el reino unido de Israel se dividió en los reinos rivales del norte y del sur. Al reino del norte se le llamaba Israel; al del sur, Judá. Jeremías era de Anatot, ciudad a unos 6, 5 km de Jerusalén en el reino del sur. Jeremías vivió y profetizó durante los reinados de los últimos reyes de Judá. Este fue un tiempo caótico política, moral y espiritualmente hablando. Mientras Babilonia, Egipto y Asiria luchaban por la supremacía mundial, Judá se vio atrapada en medio de un triángulo. A pesar de que Jeremías profetizó durante cuarenta años, nunca vio que su pueblo le prestara atención y se apartara de sus pecados.


1.5 Dios lo conoció de la misma manera que a Jeremías, mucho antes de que usted naciera o incluso lo concebieran. Pensó en usted e hizo planes para usted. Cuando se sienta descorazonado o que no es digno, recuerde que Dios siempre le ha considerado muy valioso y ha tenido en su mente un propósito para usted.

1.5 De Jeremías dice: «Te di por profeta a las naciones». Dios tiene un propósito para cada cristiano, pero Él designa a algunos para una clase específica de trabajo. Sansón (Jueces 13.3–5), David (1 Samuel 16.12, 13), Juan el Bautista (Lucas 1.13–17) y Pablo (Gálatas 1.15, 16) recibieron el llamado para realizar un trabajo especial para Dios. Cualquiera que sea el trabajo que usted haga, debe hacerlo para la gloria de Dios (Filipenses 1.11). Si Dios le da una tarea específica, acéptela con gozo y hágala con excelencia. Si Dios no le ha dado una asignación específica, procure cumplir la misión común para todos los creyentes: amar, obedecer y servir a Dios, hasta que su dirección se defina.


1.6-8 A menudo la gente lucha con nuevos retos debido a su desconfianza. Sienten que no tienen la habilidad, capacidad ni experiencia adecuadas. Jeremías pensó que era solo «un niño», demasiado joven e inexperto para ser el vocero de Dios para el mundo. Sin embargo, Dios le prometió estar con él. Nunca debemos permitir que nuestros sentimientos de insuficiencia nos impidan obedecer el llamado de Dios. Siempre estará con nosotros. Cuando se vea tratando de evadir algo que sabe debe hacer, asegúrese de no utilizar la falta de autoestima como una excusa. Si Dios le da un trabajo que realizar, Él va a suplir todas sus necesidades para que lo haga.


1.8 Dios prometió librar a Jeremías durante los problemas, no evitar que estos vinieran. Dios no lo eximió de prisiones, deportación ni insultos. Dios no evita que nos enfrentemos a las tormentas de la vida, pero Él nos ayudará. Es más, camina por estas tormentas con nosotros y nos libra.


1.10 Dios designó a Jeremías para que llevara su Palabra a naciones y reinos. El trabajo era advertirle no solo a los judíos, sino a todas las naciones del mundo acerca del juicio de Dios sobre el pecado. Al leer el Antiguo Testamento, no olvide que si bien Dios trabajaba constantemente a través del pueblo de Judá e Israel, su plan era comunicarse con cada nación y persona. Estamos incluidos en el mensaje de juicio y esperanza de Jeremías y, como creyentes, debemos tener el mismo deseo de Dios de alcanzar al mundo entero para Él.


1.11-14 La visión de la vara de almendro revela el comienzo del juicio de Dios, ya que el almendro es de los primeros en florecer en la primavera. Dios vio el pecado de Judá y de las naciones, y llevaría a cabo un juicio rápido y certero. La olla que hierve, derramándose sobre Judá representaba a Babilonia entregando el juicio ardiente de Dios, en contra del pueblo de Jeremías.


1.14-19 Los problemas que enfrentamos quizás no sean tan nefastos como los de Jeremías, ¡pero son demasiado críticos para nosotros y pueden abrumarnos! La promesa de Dios a Jeremías y a nosotros es que nada nos podrá derrotar por completo. Él nos ayudará a atravesar los problemas más angustiosos. Enfrente cada día con la seguridad de que Dios estará con usted y lo ayudará.


1.16 El pueblo de Judá pecó en gran manera al continuar quemando incienso a los ídolos y adorándolos. Dios les advirtió en específico en contra de esto (Éxodo 20.3–6), debido a que el idólatra confía en la creación y no en el Creador. Aunque este pueblo pertenecía a Dios, optó por seguir dioses falsos. Muchos «dioses» nos engañan para separarnos de Dios. Las posesiones materiales, los sueños para el futuro, la aprobación de otros y las metas profesionales compiten con nuestro compromiso total. Buscar alcanzar estas metas a costa de nuestro compromiso con Dios coloca el corazón donde estaba el corazón de Judá y Dios la castigó con severidad.


Capítulo 2


2.1–3.5 En esta sección, la analogía del matrimonio contrasta tremendamente el amor de Dios para su pueblo con el amor de este por otros dioses y revela la infidelidad de Judá. Jeremías condena a Judá (algunas veces llama a Judá «Jerusalén», el nombre de su ciudad capital) por buscar la seguridad en cosas indignas, cambiantes y no en el inalterable Dios. Quizás nos sintamos tentados a buscar la seguridad en las posesiones, en la gente o en nuestras habilidades, pero estos nos fallarán. No existe seguridad duradera aparte de nuestro eterno Dios.


2.2 Apreciamos a un amigo que permanece fiel a su compromiso y nos desilusiona el que no puede cumplir una promesa. A Dios le complació cuando su pueblo lo obedeció al principio, pero se contrarió cuando se negaron a cumplir su compromiso. Las tentaciones nos distraen de Dios. Piense en su compromiso original de obedecer a Dios y pregúntese si sigue permaneciendo fiel.


2.3 La primicia, o la primera porción, de la cosecha se separaba para Dios (Deuteronomio 26.1–11). De esa misma forma Israel estaba dedicada a Dios en sus años anteriores: ansiaba complacer a Dios, como si fuera su joven esposa, un pueblo santo y devoto. Esto era un gran contraste con el pueblo de los tiempos de Jeremías.


2.4–8 La nación unida incluía «la casa de Israel» y «la casa de Jacob» (Judá). Jeremías conocía bien la historia de Israel. Los profetas recitaban la historia al pueblo por varias razones: (1) recordarles la fidelidad de Dios; (2) asegurarse de que el pueblo no la olvidaría (no tenían Biblias que leer); (3) enfatizar el amor de Dios hacia ellos; y (4) recordarles que hubo un tiempo en que estuvieron cerca de Dios. Debemos aprender de la historia para así construir sobre los éxitos y evitar repetir los fracasos de los demás.

2.8 Baal era el jefe masculino de los dioses de la religión cananea. «Baales» (2.23) se refiere al hecho de que, en la práctica cananea, Baal se adoraba en varios lugares. Baal era el dios de la fertilidad. Su adoración incluía sacrificio de animales, prostitución sagrada (hombres y mujeres) en los lugares altos. Jezabel, la esposa del rey Acab, inició la práctica de la adoración a Baal en el reino del norte y finalmente se difundió por todo Judá. La orientación sexual de la adoración de este ídolo era una constante tentación para los israelitas, quienes tenían el llamado a ser santos.


2.10 Dios decía que aun las naciones paganas como Quitim (Chipre, en el oeste) y Cedar (residencia de las tribus árabes que vivían en el desierto al este de Palestina) permanecieron leales a sus dioses nacionales. Pero Israel abandonó al único Dios verdadero por un objeto indigno de adoración.


2.13 ¿Quién apartaría un manantial de agua resplandeciente por una cisterna, un pozo que recogía agua de lluvia? Dios le dijo a los israelitas que hacían exactamente eso cuando se apartaban de Él, la fuente de agua viva, para adorar a otros ídolos. No solo eso, las cisternas que escogieron estaban rotas y vacías. El pueblo construyó sistemas religiosos para almacenar la verdad, pero no tenían valor alguno. ¿Por qué nos debemos asir de las promesas quebrantadas de «cisternas» inestables (dinero, poder, sistemas religiosos o cualquier cosa pasajera que colocamos en lugar de Dios), cuando Dios nos promete refrescarnos constantemente con Él mismo, fuente de agua viva (Juan 4.10)?


2.16, 17 Menfis estaba cerca de lo que hoy es El Cairo, en el bajo Egipto, y Tafnes estaba en la región nordeste del mismo país. Jeremías a lo mejor se refería a la anterior invasión de Judá por el faraón Sisac en 926 a.C. (1 Reyes 14.25), o quizás haya estado prediciendo la invasión del faraón Necao en 609 a.C., cuando moriría el rey Josías de Judá (2 Reyes 23.29, 30). Jeremías quiso señalar que el pueblo se acarreó esto al rebelarse contra Dios.


2.22 La mancha del pecado es más profunda que la piel. Israel tenía manchas que no podían limpiarse, ni siquiera con los limpiadores más fuertes. La purificación espiritual debe ir hasta el corazón y este trabajo solo lo puede hacer Dios. No podemos obviar los efectos del pecado y esperar que desaparezcan. Su pecado ha originado una profunda mancha que Dios puede quitar y lo hará si usted está dispuesto a que Él lo limpie (Isaías 1.18; Ezequiel 36.25).


2.23-27 El pueblo se compara a animales que buscan pareja en tiempos de celo. Con desenfreno, corren hacia el poder, el dinero, las alianzas con potencias extranjeras y a otros dioses. Los ídolos no buscan a nadie. La gente busca a los ídolos y luego corre con ligereza en pos de ellos. Después se siente tan cómoda en su pecado que no puede pensar en renunciar a él. Su única vergüenza es que la atrapen. Si deseamos algo a tal punto que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguirlo, esta es una señal de que somos adictos a ella y estamos fuera de sintonía con Dios.


2.30 Ser un profeta en esos tiempos implicaba grandes riesgos. Los profetas tenían que criticar las políticas de reyes malvados y esto los hacía parecer traidores. Los reyes odiaban a los profetas por levantarse en contra de sus políticas y, por lo general, el pueblo los odiaba por predicar en contra de sus estilos idólatras de vida. (Véase Hechos 7.52.)

2.31,32 El olvido ya sea accidental o intencional puede ser peligroso. Israel se olvidó de Dios al centrar sus afectos en los encantos del mundo. Mientras más nos 

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