LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 1 DE DICIEMBRE. Ezequiel 45,46,
45
1Cuando repartáis por suertes la tierra en heredad,
apartaréis una porción para Jehová, que le consagraréis en la tierra, de
longitud de veinticinco mil cañas y diez mil de ancho; esto será santificado en
todo su territorio alrededor. 2De esto será para el santuario
quinientas cañas de longitud y quinientas de ancho, en cuadro alrededor; y
cincuenta codos en derredor para sus ejidos. 3Y de esta medida
medirás en longitud veinticinco mil cañas, y en ancho diez mil, en lo cual
estará el santuario y el lugar santísimo. 4Lo consagrado de esta
tierra será para los sacerdotes, ministros del santuario, que se acercan para
ministrar a Jehová; y servirá de lugar para sus casas, y como recinto sagrado
para el santuario. 5Asimismo veinticinco mil cañas de longitud y
diez mil de ancho, lo cual será para los levitas ministros de la casa, como
posesión para sí, con veinte cámaras.
6Para propiedad de la ciudad señalaréis cinco mil de
anchura y veinticinco mil de longitud, delante de lo que se apartó para el
santuario; será para toda la casa de Israel.
7Y la parte del príncipe estará junto a lo que se
apartó para el santuario, de uno y otro lado, y junto a la posesión de la
ciudad, delante de lo que se apartó para el santuario, y delante de la posesión
de la ciudad, desde el extremo occidental hasta el extremo oriental, y la
longitud será desde el límite occidental hasta el límite oriental. 8Esta
tierra tendrá por posesión en Israel, y nunca más mis príncipes oprimirán a mi
pueblo; y darán la tierra a la casa de Israel conforme a sus tribus.
9Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Basta ya, oh
príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia;
quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.
10Balanzas justas, efa justo, y bato justo tendréis.
11El efa y el bato serán de una misma medida: que el bato tenga la décima
parte del homer, y la décima parte del homer el efa; la medida de ellos será
según el homer. 12Y el siclo será de veinte geras. Veinte siclos,
veinticinco siclos, quince siclos, os serán una mina.
13Esta será la ofrenda que ofreceréis: la sexta parte
de un efa por cada homer del trigo, y la sexta parte de un efa por cada homer
de la cebada. 14La ordenanza para el aceite será que ofreceréis un
bato de aceite, que es la décima parte de un coro; diez batos harán un homer;
porque diez batos son un homer. 15Y una cordera del rebaño de
doscientas, de las engordadas de Israel, para sacrificio, y para holocausto y
para ofrendas de paz, para expiación por ellos, dice Jehová el Señor. 16Todo
el pueblo de la tierra estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de
Israel. 17Mas al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el
sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los
días de reposo* y en todas las fiestas de la casa de Israel; él dispondrá la
expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer
expiación por la casa de Israel.
18Así ha dicho Jehová el Señor: El mes primero, el día
primero del mes, tomarás de la vacada un becerro sin defecto, y purificarás el
santuario. 19Y el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y
pondrá sobre los postes de la casa, y sobre los cuatro ángulos del descanso del
altar, y sobre los postes de las puertas del atrio interior. 20Así
harás el séptimo día del mes para los que pecaron por error y por engaño, y
harás expiación por la casa.
21El mes primero, a los catorce días del mes, tendréis
la pascua, fiesta de siete días; se comerá pan sin levadura. 22Aquel
día el príncipe sacrificará por sí mismo y por todo el pueblo de la tierra, un
becerro por el pecado. 23Y en los siete días de la fiesta solemne
ofrecerá holocausto a Jehová, siete becerros y siete carneros sin defecto, cada
día de los siete días; y por el pecado un macho cabrío cada día. 24Y
con cada becerro ofrecerá ofrenda de un efa, y con cada carnero un efa; y por
cada efa un hin de aceite. 25En el mes séptimo, a los quince días
del mes, en la fiesta, hará como en estos siete días en cuanto a la expiación,
en cuanto al holocausto, en cuanto al presente y en cuanto al aceite.
46
1Así ha dicho Jehová el Señor: La puerta del atrio
interior que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, y el día
de reposo* se abrirá; se abrirá también el día de la luna nueva. 2Y
el príncipe entrará por el camino del portal de la puerta exterior, y estará en
pie junto al umbral de la puerta mientras los sacerdotes ofrezcan su holocausto
y sus ofrendas de paz, y adorará junto a la entrada de la puerta; después
saldrá; pero no se cerrará la puerta hasta la tarde. 3Asimismo
adorará el pueblo de la tierra delante de Jehová, a la entrada de la puerta, en
los días de reposo* y en las lunas nuevas. 4El holocausto que el
príncipe ofrecerá a Jehová en el día de reposo* será seis corderos sin defecto,
y un carnero sin tacha; 5y por ofrenda un efa con cada carnero; y
con cada cordero una ofrenda conforme a sus posibilidades, y un hin de aceite
con el efa. 6Mas el día de la luna nueva, un becerro sin tacha de la
vacada, seis corderos, y un carnero; deberán ser sin defecto. 7Y
hará ofrenda de un efa con el becerro, y un efa con cada carnero; pero con los
corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite por cada efa. 8Y
cuando el príncipe entrare, entrará por el camino del portal de la puerta, y
por el mismo camino saldrá.
9Mas cuando el pueblo de la tierra entrare delante de
Jehová en las fiestas, el que entrare por la puerta del norte saldrá por la
puerta del sur, y el que entrare por la puerta del sur saldrá por la puerta del
norte; no volverá por la puerta por donde entró, sino que saldrá por la de
enfrente de ella. 10Y el príncipe, cuando ellos entraren, entrará en
medio de ellos; y cuando ellos salieren, él saldrá.
11Y en las fiestas y en las asambleas solemnes será la
ofrenda un efa con cada becerro, y un efa con cada carnero; y con los corderos,
conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite con cada efa. 12Mas
cuando el príncipe libremente hiciere holocausto u ofrendas de paz a Jehová, le
abrirán la puerta que mira al oriente, y hará su holocausto y sus ofrendas de
paz, como hace en el día de reposo;* después saldrá, y cerrarán la puerta
después que saliere.
13Y ofrecerás en sacrificio a Jehová cada día en
holocausto un cordero de un año sin defecto; cada mañana lo sacrificarás.
14Y con él harás todas las mañanas ofrenda de la sexta parte de un efa, y
la tercera parte de un hin de aceite para mezclar con la flor de harina;
ofrenda para Jehová continuamente, por estatuto perpetuo. 15Ofrecerán,
pues, el cordero y la ofrenda y el aceite, todas las mañanas en holocausto
continuo.
16Así ha dicho Jehová el Señor: Si el príncipe diere
parte de su heredad a sus hijos, será de ellos; posesión de ellos será por
herencia. 17Mas si de su heredad diere parte a alguno de sus
siervos, será de él hasta el año del jubileo, y volverá al príncipe; mas su
herencia será de sus hijos. 18Y el príncipe no tomará nada de la
herencia del pueblo, para no defraudarlos de su posesión; de lo que él posee
dará herencia a sus hijos, a fin de que ninguno de mi pueblo sea echado de su
posesión.
19Me trajo después por la entrada que estaba hacia la
puerta, a las cámaras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y
vi que había allí un lugar en el fondo del lado de occidente. 20Y me
dijo: Este es el lugar donde los sacerdotes cocerán la ofrenda por el pecado y
la expiación; allí cocerán la ofrenda, para no sacarla al atrio exterior,
santificando así al pueblo.
21Y luego me sacó al atrio exterior, y me llevó por
los cuatro rincones del atrio; y en cada rincón había un patio. 22En
los cuatro rincones del atrio había patios cercados, de cuarenta codos de
longitud y treinta de ancho; una misma medida tenían los cuatro. 23Y
había una pared alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y abajo fogones
alrededor de las paredes. 24Y me dijo: Estas son las cocinas, donde
los servidores de la casa cocerán la ofrenda del pueblo. Amen.
LECTURA
DE LA PALABRA PARA HOY 1 DE DICIEMBRE 2Pedro 3
El día
del Señor vendrá
3
1Amados,
esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación
vuestro limpio entendimiento, 2para que tengáis memoria de las palabras que
antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y
Salvador dado por vuestros apóstoles; 3sabiendo primero esto, que en los
postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias,
4y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en
que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el
principio de la creación. 5Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo
antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra,
que proviene del agua y por el agua subsiste, 6por lo cual el mundo de entonces
pereció anegado en agua; 7pero los cielos y la tierra que existen ahora, están
reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y
de la perdición de los hombres impíos. 8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que
para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9El Señor no
retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento. 10Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el
cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
11Puesto
que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en
santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la venida del
día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán! 13Pero nosotros esperamos, según sus
promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
14Por lo
cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser
hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 15Y tened entendido que la
paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado
hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi en
todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen,
como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17Así que
vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados
por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18Antes bien, creced
en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
LECTURA DE LA
PALABRA PARA HOY 1 DE DICIEMBRE 2Pedro 3
El
día del Señor vendrá
3
1Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y
en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2para
que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos
profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;
3sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores,
andando según sus propias concupiscencias, 4y diciendo: ¿Dónde está
la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 5Estos
ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra
de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua
subsiste, 6por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
7pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la
misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición
de los hombres impíos. 8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para
con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9El
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento. 10Pero el día del Señor vendrá como
ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los
elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay
serán quemadas.
11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas,
¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando
y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos,
encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
13Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra
nueva, en los cuales mora la justicia.
14Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas
cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles,
en paz. 15Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es
para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría
que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi en todas sus epístolas,
hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de
entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las
otras Escrituras, para su propia perdición. 17Así que vosotros, oh
amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error
de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18Antes bien, creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. Rv 1960.
COMENTARIO
DE LA PALABRA PARA HOY 1 DE DICIEMBRE. Ezequiel 45,46,
Capítulo
45
45.1-7
La tierra designada para el templo estaba localizada en el centro de la nación.
Dios es el centro de la vida. Debe ser nuestra máxima prioridad.
45.8–12
La ambición y la extorsión eran dos de los principales pecados sociales de la
nación durante este tiempo (véase Amós 5.10–13). En la nueva economía habría
abundancia de tierra para los «príncipes» (45.7, 8) y ya no habría bases para
la codicia. Por lo tanto, se les ordenaba a los príncipes y al pueblo ser
rectos y honestos, sobre todo al hacer negocios. Considere cómo mide sus
bienes, dinero o servicios. Si se le paga por hora de trabajo, asegúrese de
trabajar una hora completa. Si vende una tonelada de manzanas, asegúrese de que
sea una tonelada completa. Dios es totalmente digno de confianza y sus
seguidores deben serlo también.
45.17
Las condiciones y las regulaciones para estas ofrendas se describen en detalle
en Levítico 1–7.
45.21
La Pascua era una fiesta anual de siete días que Dios instituyó para que su
pueblo recordara cuando los liberó de la esclavitud de Egipto. En esa primera
noche de Pascua, «el heridor» pasó sobre las casas marcadas con sangre de
cordero y solo hirió a las que no tenían marca (véase Éxodo 11; 12).
45.25
A esta fiesta anual celebrada en octubre se le llama la Fiesta de los
Tabernáculos. La misma conmemora la protección que Dios dio a su pueblo cuando
viajó por el desierto desde Egipto hacia la tierra prometida (véanse Levítico
23.33–43; Deuteronomio 16.13–17).
Capítulo
46
46.1-15
Ezequiel continúa describiendo diversos aspectos de la adoración diaria. Si
bien Dios permite la diversidad en la adoración, prescribe un orden y una
continuidad. Esta continuidad dio un ritmo saludable a la vida espiritual de su
pueblo.
COMENTARIO
DE LA PALABRA PARA HOY 1 DE DICIEMBRE 2Pedro 3
Capítulo
3
3.3,4
Los burladores de los últimos días dirán que Jesucristo nunca volverá, pero
Pedro refutó su argumento explicando el plan maestro de Dios en el tiempo. Los
«postreros días» es el tiempo intermedio entre la primera y segunda venida de
Cristo. En ese sentido, nosotros, como Pedro, vivimos en los postreros días.
Debemos cumplir con la tarea a que Dios nos ha llamado y creer que volverá tal
como lo prometió.
3.7
En la época de Noé la tierra fue juzgada mediante el agua; en la segunda venida
de Cristo será juzgada por el fuego. El fuego se describe en Apocalipsis 19.20;
20.10–15.
3.8,
9 Dios pudo haber parecido muy lento para estos creyentes cuando afrontaban la
persecución cada día y anhelaban ser librados. Pero Dios no es lento y no actúa
de acuerdo con nuestra medición del tiempo (Salmo 90.4). Jesucristo está
esperando que más pecadores se arrepienten y se vuelvan a Él. No debemos
sentarnos a esperar el regreso de Cristo, sino vivir con la consigna de que el
tiempo es corto y tenemos una tarea importante que realizar. Debe estar listo
para encontrarse con Cristo en cualquier momento; sin embargo, planifique los
pasos de su servicio como si demorara varios años más en volver.
3.10,
11 El día del Señor es el día del juicio de Dios en la tierra. Aquí se menciona
como referencia al regreso de Cristo. La segunda venida de Cristo será
sorpresiva y terrible para quienes no creen en Él. Pero si estamos limpios en
lo moral y vigilantes en lo espiritual, no nos tomará por sorpresa. Para
considerar otras figuras proféticas del día del Señor, véanse Isaías 34.4; Joel
3.15, 16; Mateo 24, Marcos 13; Lucas 21; Apocalipsis 6.12–17. Al tomar
conciencia de que la tierra será envuelta en llamas, debiéramos poner nuestra
confianza en lo que es permanente y eterno, y no atarnos a lo terrenal y sus
tesoros ni a nuestra profesión secular. ¿Usted emplea más tiempo en acumular
bienes materiales o en esforzarse por cultivar su carácter cristiano?
3.13
El propósito de Dios para el ser humano no es destruirlo sino recrearlo (véanse
Isaías 66.22; Apocalipsis 21.22). Él purificará los cielos y la tierra con
fuego, y luego hará una nueva creación de ambos. Podemos mirar con gozo hacia
adelante, hacia la restauración del mundo bueno de Dios.
3.14
No debemos ser ociosos ni sentirnos satisfechos de nosotros mismos por el hecho
de que Cristo no haya regresado todavía. Por el contrario, nuestra vida debe
expresar nuestra gran expectativa en su venida. ¿Qué le gustaría estar haciendo
cuando Cristo venga? Así es cómo usted debe vivir cada día.
3.15,
16 En el tiempo en que Pedro escribió, las cartas de Pablo ya habían logrado
una amplia reputación. Obsérvese que Pedro habla de las cartas de Pablo como si
estuvieran a un mismo nivel con «las otras Escrituras». La Iglesia primitiva ya
las consideraba inspiradas por Dios.
3.15–18
Pedro y Pablo tenían muy diferentes conocimientos y personalidades, y
predicaron desde diferentes puntos de vista. Pablo ponía énfasis en la
salvación por gracia, no por la ley; mientras que Pedro prefería hablar de la
vida y el servicio cristianos. Los dos no se contradijeron; más bien, siempre
se tuvieron alta estima. Los falsos maestros usaron mal los escritos de Pablo
con todo propósito, tergiversándolos a fin de tolerar el desorden. Sin duda eso
los hizo populares porque a la gente le gusta justificar sus pecados
predilectos, pero eso destruía totalmente el mensaje de Pablo. Pablo pudo estar
pensando en los maestros de esa manera cuando escribió Romanos 6.15: «¿Qué,
pues? Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera.» Pedro les advierte a sus lectores que deben evitar los errores de esos
maestros perversos al crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.
Cuanto más conozcamos a Cristo, tanto menos nos atraerá la enseñanza atractiva
de los falsos maestros.
3.18
Pedro concluye su breve epístola de la misma forma que empezó, exhortando a sus
lectores a crecer en la gracia y el conocimiento del Señor y Salvador
Jesucristo, conociéndolo cada vez más. Este es el paso más importante para
refutar a los falsos maestros. Sin que importe dónde nos hallemos en nuestro
viaje espiritual ni cuán maduros seamos en nuestra fe, el mundo pecaminoso
siempre se enfrenta a nuestra fe de una u otra forma. Nos queda todavía mucho
camino por recorrer. Si cada día hallamos formas de acercarnos más a Cristo,
estaremos preparándonos para defender la verdad en todas las circunstancias.
Comentarios de la Biblia del diario Vivir. Rv 1960.

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