LECTURA DE LA PALABRA A.T. PARA HOY 29 DE DICIEMBRE. Zacarías 10,11,12
Jehová redimirá a su pueblo
10
1Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno. 2Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor.
3Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra. 4De él saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él también todo apremiador. 5Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán avergonzados.
6Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré. 7Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová.
8Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes. 9Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de mí; y vivirán con sus hijos, y volverán. 10Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará. 11Y la tribulación pasará por el mar, y herirá en el mar las ondas, y se secarán todas las profundidades del río; y la soberbia de Asiria será derribada, y se perderá el cetro de Egipto. 12Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová.
11
1Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus cedros. 2Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados. Aullad, encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado. 3Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del Jordán es destruida.
Los pastores inútiles
4Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza, 5a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas. 6Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.
7Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas. 8Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí. 9Y dije: No os apacentaré; la que muriere, que muera; y la que se perdiere, que se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera. 10Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos. 11Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová. 12Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. 13Y me dijo Jehová: Echalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro. 14Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel.
15Y me dijo Jehová: Toma aún los aperos de un pastor insensato; 16porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas. 17¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado! Hiera la espada su brazo, y su ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido.
Liberación futura de Jerusalén
12
1Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: 2He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. 3Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. 4En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera. 5Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.
6En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.
7Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. 8En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. 9Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.
10Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. 11En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. 12Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; 13los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; 14todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí. Amen.
LECTURA DE LA PALABRA N.T. PARA HOY 29 DE DICIEMBRE Apocalipsis 20
Los mil años
20
1Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 3y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
4Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
7Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. 9Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. 10Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
El juicio ante el gran trono blanco
11Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Amen. Rv.
COMENTARIO DE LA PALABRA A.T. PARA HOY 29 DE DICIEMBRE. Zacarías 10,11,12
, Capítulo 10
10.2 Cuán a menudo creamos ídolos del dinero, del poder, de la fama o del éxito y luego esperamos que nos den felicidad y seguridad. Sin embargo, estos ídolos no pueden proporcionar lo que necesitamos, de la misma forma que una imagen de piedra no puede hacer llover. ¡Cuán tonto resulta confiar en los ídolos! En vez de eso, confíe en las promesas de Dios para su futuro.
10.4 La profecía de Zacarías, más de quinientos años antes de la primera venida de Cristo, lo llamó «la piedra angular» (véase también Isaías 31.10), «la clavija» (Isaías 22.23), «arco» que gana la batalla y «apremiador» que es un hombre de acción (véanse también Génesis 49.10; Miqueas 5.2) Este Mesías sería fuerte, estable, victorioso y confiable, todo esto al mismo tiempo. La solución a los problemas de Israel. Solo mediante el Mesías se cumplirán todas las promesas para el pueblo de Dios.
10.6 La «casa de Judá» se refiere al reino del sur y «la casa de José» al reino del norte. Efraín era la tribu más destacada en el reino del norte, llevaba el nombre del hijo de José. Algún día Dios unirá a su pueblo. Este versículo nos habla acerca de la reunificación de los judíos (véase también Jeremías 31.10). Esta era una idea sorprendente: el pueblo del reino del norte se diluyó tanto entre otras culturas después del cautiverio, que la reunificación no sería posible por esfuerzo humano sino solo por Dios.
Capítulo 11
11.4–17 En este mensaje, Dios pide a Zacarías que interprete el papel de dos tipos diferentes de pastores. El primero tenía que demostrar cómo Dios rechazaría a su pueblo (las ovejas) debido a que lo rechazaron a Él (el pastor). El segundo pastor tenía que demostrar cómo Dios entregaría a su pueblo a pastores malvados (véase Ezequiel 34).
11.4 Dios dijo a Zacarías que realizara el trabajo de pastor de un rebaño engordado para matadero. El rebaño representaba al pueblo alimentado de su propia codicia y deseos malvados hasta que estuvieran listos para el juicio de Dios.
11.7 Zacarías tomó dos cayados y los llamó Gracia y Ataduras; partió en dos el primero («Gracia») para mostrar que el pacto misericordioso de Dios con su pueblo estaba roto y luego rompió el segundo («Ataduras») para mostrar que «el lazo de unión entre Judá e Israel quedaba roto» (11.14).
11.8 La identidad de los tres pastores malvados se desconoce, pero Dios sabía que no eran capaces para pastorear a su pueblo y por lo tanto Él los quitó.
11.12 Pagarle a este pastor treinta piezas de plata era un insulto, este era el precio que el dueño de un buey pagaba si un animal acorneaba a un esclavo (Éxodo 21.32). Además, por esta cantidad Judas traicionó a Jesús (Mateo 27.3–9). Al precioso Mesías lo vendieron por el precio de un esclavo.
11.14 Debido a que rechazaron al Mesías, Dios los rechazaría, y esto simbolizó Zacarías rompiendo el cayado llamado Ataduras. No pasó mucho tiempo después de los días de Zacarías, cuando los judíos comenzaron a dividirse en numerosas facciones: fariseos, saduceos, esenios, herodianos, zelotes. La discordia entre estos grupos fue un factor determinante en la destrucción de Jerusalén en 70 d.C.
11.15–17 Israel no solo rechazaría al verdadero Pastor; sino que aceptaría en su lugar a un pastor impío (insensato). Este pastor serviría solo a sus intereses en lugar de preocuparse por las necesidades de su rebaño y lo destruiría en vez de defenderlo (Apocalipsis 13.7). «Ay» es su condenación merecida. Debido a que confió en su brazo (poder militar) y en su ojo (intelecto), Dios destruiría ambas áreas.
11.17 Es una gran tragedia para el pueblo de Dios cuando sus líderes no lo cuidaba como debían. Dios hace a los líderes responsables en forma particular por la condición de su pueblo. El Nuevo Testamento nos habla de los líderes de las iglesias: «Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación» (Santiago 3.1). Si Dios lo coloca a usted en un puesto de liderazgo, recuerde que también es un lugar de gran responsabilidad.
Capítulo 12
12.1-14 Este capítulo ilustra el sitio final en contra del pueblo de Jerusalén.
12.3,4 Este versículo habla de una gran batalla futura en contra de Jerusalén. Algunos dicen que es el Armagedón, la última gran batalla en la tierra. Los que van en contra del pueblo de Dios no prevalecerán para siempre. Algún día se abolirá de una vez y para siempre el mal, el sufrimiento y la opresión.
12.7 Así como el agua corre colina abajo, la influencia de una ciudad por lo general corre hacia sus alrededores. Pero esta vez, el resto de Judá tendría prioridad sobre Jerusalén para que así el pueblo de Jerusalén no se ensoberbeciera. No piense que debe testificar primero a la gente «importante» (atletas profesionales, estrellas de cine y altos funcionarios o empresarios), Cristo vino para buscar y salvar a los perdidos, incluso a los pobres. Debemos tener cuidado de evitar la soberbia espiritual o quizás nosotros, al igual que Jerusalén, seremos los últimos en saber lo que Dios está haciendo.
12.10 El Espíritu Santo se derramó en Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de Cristo (véase Hechos 2). Zacarías llama al Espíritu Santo, «Espíritu de gracia y de oración». Es este Espíritu el que hace que nos demos cuenta de nuestro pecado, el que nos revela la santidad y el juicio de Dios y el que nos ayuda cuando oramos (véase Romanos 8.26).
12.10–14 Al final, toda la gente se dará cuenta de que Jesús, el hombre al que traspasaron y murió, era en verdad el Mesías. Habrá un despertar y un avivamiento. El Mesías crucificado se revelará claramente (Filipenses 2.10; Apocalipsis 5.13).
COMENTARIO DE LA PALABRA N.T. PARA HOY 29 DE DICIEMBRE Apocalipsis 20
Capítulo 20
20.2–4 A menudo se refieren los mil años al milenio (del latín millennium, = «mil»). Cómo y cuándo tendrán lugar estos mil años se explica en diversas formas entre los cristianos que estudian el tema. Las tres opiniones más notables al respecto son el postmilenarismo, el premilenarismo y el amilenarismo.
(1) El postmilenarismo espera un período literal de mil años en que la Iglesia traerá paz en la tierra. Al final de los mil años, se pondrá en libertad a Satanás una vez más, pero luego Cristo volverá para derrotarlo y reinar para siempre. La Segunda Venida de Cristo no tiene lugar sino hasta que finalice el período de los mil años.
(2) El premilenarismo también ve los mil años como un período literal, pero sostiene que la Segunda Venida de Cristo inicia los mil años del reinado, que tiene lugar antes que se quite definitivamente a Satanás.
(3) El amilenarismo entiende el período de mil años como simbólico y que comprende el tiempo de la ascensión de Cristo y su venida. Este milenio es el reinado de Cristo en el corazón de los creyentes y en su Iglesia; esta es otra manera de referirse a la era de la Iglesia. Este período terminará con la Segunda Venida de Cristo.
Estos diferentes puntos de vista acerca del milenio no tienen por qué causar división y controversia en la Iglesia, porque cada uno de ellos toma en cuenta lo que es más importante en el cristianismo: ¡Cristo volverá, derrotará a Satanás y reinará para siempre! Sea lo que fuere y cuando fuere el milenio, Jesucristo unirá a todos los creyentes; por lo tanto, no debemos permitir que este asunto nos divida.
20.3 Juan no dice por qué Dios pone en libertad una vez más a Satanás, pero es parte de su plan para juzgar al mundo. Es posible que sea para poner al descubierto a quienes se rebelan en su corazón contra Dios y para confirmar a los que son fieles a Dios. Sin que importe cuál sea la razón, la libertad de Satanás resulta en la destrucción final de toda maldad (20.12–15).
20.5, 6 Los cristianos mantienen dos puntos de vista fundamentales relacionados con la primera resurrección: (1) Algunos creen que la primera resurrección es espiritual (en nuestro corazón cuando nos salvamos) y que el milenio es nuestro reinado espiritual con Cristo entre su primera y su Segunda Venida. En ese lapso somos sacerdotes de Dios porque Cristo reina en nuestro corazón. Según este punto de vista, la segunda resurrección es la resurrección corporal de todas las personas para el juicio. (2) Otros creen que la primera resurrección tendrá lugar después que Satanás sea anulado. Es una resurrección física de los creyentes, los que luego reinarán con Cristo en la tierra durante mil años. La segunda resurrección ocurre al final de este milenio a fin de juzgar a los no creyentes que hubieran muerto.
20.6 La muerte segunda es muerte espiritual, separación eterna de Dios (véase 21.8).
20.7–9 Gog y Magog simbolizan todas las fuerzas del mal que se unen para enfrentarse a Dios. El hijo de Noé, Jafet, tuvo un hijo llamado Magog (Génesis 10.2). Ezequiel presenta a Gog como un líder de fuerzas que se levantan contra Israel (Ezequiel 38; 39).
20.9 Esta no es una batalla típica en la que el resultado está en duda durante el fragor del conflicto. Aquí no hay competencia. Hay dos fuerzas poderosas del mal, las que vienen de la bestia (19.19) y de Satanás (20.8), unidas para enfrentarse a Dios. La Biblia emplea dos versículos para describir cada batalla: la bestia y sus fuerzas son apresadas y lanzadas en el lago de fuego (19.20, 21), y el fuego de Dios consume a Satanás y sus fuerzas (20.9, 10). Para Dios es de lo más sencillo. No habrá duda ni temor en los creyentes acerca de si escogieron el lado correcto. Si usted ha escogido a Dios, experimentará esa formidable victoria con Cristo.
20.10 El poder de Satanás no es eterno; se enfrentará su condena. Empezó su obra maligna en la humanidad al principio (Génesis 3.1–6) y la continúa hoy; pero será destruido cuando sea lanzado en el lago de fuego. El diablo será liberado del pozo del abismo («su prisión», 20.7); pero nunca se le sacará del lago de fuego. Nunca más volverá a engañar a nadie.
20.12-15 En el juicio, se abren los libros. Representan el juicio de Dios y en ellos están registradas las obras de cada uno, buenas o malas. No somos salvos por obras, pero estas se ven como una clara evidencia de la relación de una persona con Dios. El libro de la vida contiene los nombres de quienes han puesto su confianza en Cristo para ser salvos.
20.14 La muerte y el Hades son lanzados al lago de fuego. Ha terminado el juicio de Dios. El lago de fuego es el destino final de todo lo impío: Satanás, la bestia, el falso profeta, los demonios, la muerte, el Hades y todos aquellos cuyos nombres no han sido inscritos en el libro de la vida porque no pusieron su fe en Jesucristo. La visión de Juan no permite ninguna transigencia en el juicio de Dios. Si por la fe no nos hemos identificado con Cristo, confesándolo como Señor, no habrá esperanza alguna, ninguna segunda oportunidad, ninguna otra apelación. Comentarios de la Biblia del diario vivir. Rv 1960.

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