Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA A.T. PARA HOY 31 DE DICIEMBRE. Malaquías.

MALAQUÍAS

 Amor de Jehová por Jacob

1

1Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.

2Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, 3y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. 4Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. 5Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel.

 Jehová reprende a los sacerdotes

6El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? 7En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. 8Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. 9Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. 10¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. 11Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. 12Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. 13Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. 14Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

 Reprensión de la infidelidad de Israel

2

1Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. 2Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. 3He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él. 4Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. 5Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. 6La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. 7Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. 8Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. 9Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.

10¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? 11Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño. 12Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos.

13Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. 14Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. 15¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. 16Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.

 El día del juicio se acerca

17Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?

3

1He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. 2¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. 3Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. 4Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.

5Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.

 El pago de los diezmos

6Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. 7Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

 Diferencia entre el justo y el malo

13Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? 14Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? 15Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

16Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. 17Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. 18Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

 El advenimiento del día de Jehová

4

1Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. 2Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. 3Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.

4Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

5He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. Amen. 


LECTURA DE LA PALABRA N.T. PARA HOY 31 DE DICIEMBRE Apocalipsis 22

22

1Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

 La venida de Cristo está cerca

6Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

7¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

10Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 11El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

12He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.

14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

16Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

18Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

20El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 21La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. Rv.


COMENTARIO DE LA PALABRA A.T. PARA HOY 31 DE DICIEMBRE. Malaquías.

MALAQUÍAS

Capítulo 1

1.1 Un oráculo es un mensaje de Dios. Malaquías, el último profeta del Antiguo Testamento, predicó después de Hageo, Zacarías y Nehemías, aproximadamente en el año 430 a.C. El templo había sido reconstruido desde hacía casi un siglo, pero el pueblo estaba perdiendo su entusiasmo hacia la adoración. La apatía y la desilusión se habían establecido debido a que no se habían cumplido las profecías mesiánicas de Isaías, Jeremías y Miqueas. Muchos de los pecados que habían provocado la caída de Jerusalén en el año 586 a.C. se seguían practicando en Judá. Malaquías confrontó a los hipócritas con su pecado al representar, de manera gráfica, un diálogo entre el Dios justo y su pueblo insensible.

1.2 El primer mensaje de Dios por medio de Malaquías fue: «Yo os he amado». Si bien este mensaje se aplicaba especialmente a Israel, es un mensaje de esperanza para todos los pueblos de todos los tiempos. Desafortunadamente, muchas personas ponen en tela de juicio el amor de Dios, y toman el progreso político y económico como medida del éxito. Debido a que el gobierno era corrupto y la economía era deficiente, los israelitas asumieron que Dios no los amaba. Están equivocados. Dios ama a todas las personas porque Él las creó; sin embargo, sus recompensas eternas son solo para los que le son fieles.

1.2–5 La frase «y a Esaú aborrecí» no se refiere al destino eterno de Esaú. Simplemente significa que Dios escogió a Jacob para ser el medio por el que surgiría la nación de Israel y el Mesías (veáse Romanos 9.10–13). Dios permitió a Esaú ser padre de una nación, pero esta nación, Edom, más tarde se volvió uno de los principales enemigos de Israel. La historia de Esaú y Jacob se encuentra en Génesis 25.19–34; 27.30–43. Y porque Dios escogió a Jacob y a sus descendientes como la nación por medio de la cual el mundo sería bendecido, los protegía de una manera especial. Lo triste es que ellos rechazaron a Dios después de que Él los escogió.

1.6ss Dios acusó a los sacerdotes de no haberlo honrado y no haber dado buenos ejemplos espirituales al pueblo. El templo había sido reconstruido en el año 516 a.C., y la adoración se llevaba a cabo allí, pero los sacerdotes no adoraban a Dios de manera adecuada. Esdras, el sacerdote, había llevado a cabo un gran avivamiento, pero en los tiempos de Malaquías, muchos años después de la muerte de Esdras, el sacerdocio estaba en decadencia. La adoración a Dios había perdido su vitalidad y se había vuelto más un negocio para los sacerdotes que una adoración sincera.

1.6–8 La Ley de Dios requería que se sacrificaran animales vivos y sin defectos (veáse Levítico 1.3). Pero estos sacerdotes estaban ofreciendo animales ciegos, cojos y algunos ya muertos. Dios acusó a Israel de deshonrarlo al ofrecer sacrificios imperfectos. Nuestras vidas deben ser sacrificios vivos a Dios (Romanos 12.1). Si damos a Dios solo el tiempo, el dinero y la energía que nos sobran, repetiremos el mismo pecado de estos adoradores que no querían entregar nada valioso a Dios. Lo que entregamos refleja nuestra verdadera actitud hacia Él.

1.7, 8 El pueblo ofrecía sacrificios impropios a Dios al: (1) pensar solo en lo que les convenía: ser lo más barato posible, (2) ser negligentes: no les importaba lo que ofrecían en sacrificio, y (3) desobedecer totalmente, ofreciendo sacrificios a su manera y no como Dios se los había ordenado. Estos métodos que utilizaban al ofrecer sacrificios mostraban su verdadera actitud hacia Dios.

1.10 Como intermediarios entre Dios y el pueblo, los sacerdotes tenían la responsabilidad de reflejar las actitudes de Dios y su carácter. Al aceptar sacrificios impuros, estaba llevando al pueblo a creer que Dios aceptaba esos sacrificios también. Como cristianos, a menudo estamos en la misma posición de estos sacerdotes debido a que reflejamos a Dios en nuestras familias y con nuestros amigos. ¿Cómo refleja su carácter y actitud la imagen de Dios? Si usted acepta el pecado a la ligera, está siendo como estos sacerdotes de los tiempos de Malaquías.

1.11 Un tema escuchado a lo largo del Antiguo Testamento se reafirma en este libro: «Porque grande es mi nombre entre las naciones». Dios tenía un pueblo escogido, los judíos, a través de los cuales había planeado salvar y bendecir al mundo entero. En la actualidad, Dios todavía quiere salvar y bendecir al mundo por medio de su pueblo, pero ahora su pueblo son todos los que creen en Él: judíos y gentiles. Los cristianos son ahora su pueblo escogido, y nuestro sacrificio agradable al Señor es nuestra nueva vida en Cristo (véase 2 Corintios 2.14, 15). ¿Está a la disposición de Dios para ser utilizado para engrandecer su nombre ante las naciones? Esta misión comienza en su casa y en su comunidad.

1.13 Muchas personas piensan que seguir a Dios debe hacer la vida más fácil o más cómoda. Están buscando a Dios por conveniencia. La verdad es que a menudo se requiere de un trabajo arduo para vivir de acuerdo con los duros requerimientos de Dios. Quizá nos llame a vivir en la pobreza o en el sufrimiento. Sin embargo, si el servir a Dios es más importante para nosotros que cualquier otra cosa, todas las cosas a las que renunciemos tienen poca importancia comparadas con lo que obtenemos: vida eterna con Dios.

Capítulo 2

2.1,2 Dios le advirtió a los sacerdotes que si ellos no honraban su nombre, los castigaría. Nosotros, al igual que los sacerdotes, estamos llamados a honrar el nombre de Dios y adorarlo. Esto significa reconocerlo por quién es Él: El Creador Omnipotente del universo, el único que es perfecto y quién se acerca a la humanidad pecadora con un amor perfecto. De acuerdo con esta definición, ¿honra usted a Dios?

2.1, 2 Los sacerdotes no tomaron en serio las cosas más importantes para Dios, aun cuando Él se las había recordado por medio de su Palabra en muchas ocasiones. ¿Cómo descubre usted lo que es importante para Dios? Comience amándolo con todo su corazón, su alma y sus fuerzas (Deuteronomio 6.5). Esto significa escuchar lo que Él dice en su Palabra y luego poner en su corazón, mente y voluntad el deseo de llevar a cabo lo que Él dice. Cuando amamos a Dios, su Palabra es una luz brillante que guía nuestras actividades diarias. Los sacerdotes de los días de Malaquías habían dejado de amar a Dios y por lo tanto no sabían ni les interesaba saber lo que Dios quería.

2.4–6 Leví «anduvo conmigo[...] y a muchos hizo apartar de la iniquidad», dijo Dios. Leví fundó la tribu que lleva su nombre. Los levitas llegaron a ser ministros de Dios, primero en el tabernáculo, luego en el templo. En estos versículos Dios se dirigía a los sacerdotes que descendían de esta tribu, diciéndoles que debían prestar atención a la ley que Él dio a sus antepasados. Los levitas fueron una tribu apartada para el servicio a Dios (Números 1.47–54).

2.7,8 Malaquías estaba enojado con los sacerdotes porque a pesar de ser los mensajeros de Dios, no conocían su voluntad. Y su falta de conocimiento ocasionó que el pueblo se descarriara. Su ignorancia era voluntaria e inexcusable. Los pastores y los líderes del pueblo de Dios deben conocer la Palabra de Dios, lo que dice, lo que significa y la forma en que se aplica a la vida diaria. ¿Cuánto tiempo dedica usted a la Palabra de Dios?

2.9 Los sacerdotes permitían que la gente influyente y favorecida quebrantara la Ley. Dependían tanto de estas personas económicamente que no podían confrontarlas cuando hacían algo malo. ¿Existen acaso en su iglesia algunas personas a las que se les permite hacer cosas malas sin que se les critique? No deben existir normas diferentes basadas en la riqueza ni en la posición. Permita que sus normas sean las que se muestran en la Palabra de Dios. No tenga favoritismos ni se vuelva despreciable a los ojos de Dios (véase Santiago 2.1–4).

2.10–16 El pueblo era infiel. No decía abiertamente que rechazaba a Dios, pero estaba viviendo como si no existiera. Los hombres se casaban con paganas que adoraban ídolos. El divorcio era común, y ocurría sin otra razón que no fuera el deseo de un cambio. La gente actuaba como si pudiera hacer cualquier cosa sin ser castigada. Y el pueblo se preguntaba por qué Dios rechazaba sus ofrendas y no les bendecía (2.13). No podemos separar nuestro trato diario con Dios del resto de nuestra vida y esperar tener éxito. Él debe ser el Señor de todo.

2.11, 12 Después de que el templo fue reconstruido y se terminaron los muros, el pueblo se entusiasmó al ver que las profecías pasadas se estaban cumpliendo. Pero pasó el tiempo, y las profecías acerca de la destrucción de los enemigos de Dios y de la llegada del Mesías no se cumplieron de inmediato. El pueblo se desalentó y se volvió apático en su obediencia a las leyes de Dios. Esta apatía los llevó gradualmente al pecado flagrante, tal como el matrimonio con idólatras. Esdras y Nehemías también se enfrentaron con estos problemas años antes (Esdras 9, 10; Nehemías 13.23–31).

2.14 El pueblo se quejaba de las circunstancias adversas cuando únicamente ellos eran los responsables. A menudo la gente trata de evadir los sentimientos de culpabilidad al culpar a otros. Sin embargo, esto no resuelve el problema. Cuando se enfrente con problemas, primero analícese usted mismo. Si usted cambiara de actitud o conducta, ¿resolvería el problema?

2.14,15 El divorcio en estos tiempos era practicado exclusivamente por los hombres. Faltaban a la palabra dada a sus esposas, divorciándose para poder casarse con mujeres más jóvenes. Obviaban el vínculo entre los cónyuges que Dios estableció (ser una sola carne) y el propósito que tenía para ellos (criar hijos piadosos). No solo los hombres estaban faltando a la palabra dada a sus esposas, sino pasando por alto el lazo emocional y el propósito espiritual de estar unidos con Dios.

2.15,16 «Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales» significa mantener el mismo compromiso hacia el matrimonio que Dios mantenía con las promesas que había hecho a su pueblo. Necesitamos pasión en la relación matrimonial para mantener el compromiso y la satisfacción íntima, pero la pasión debemos concentrarla en nuestro cónyuge.

2.17–3.6 Dios estaba cansado de la forma cínica en la que el pueblo distorsionaba sus verdades. Él castigaría a los que insistían que cuando Dios guardaba silencio, esto significaba que apoyaba sus acciones. También castigaría a los que de manera despreocupada profesaran una fe falsa (véase 3.5).

Capítulo 3

3.1 Hay dos mensajeros en este versículo. El primero por lo general se entiende que es Juan el Bautista (Mateo 11.10; Lucas 7.27). El segundo mensajero es Jesús, el Mesías, para quien tanto Malaquías como Juan el Bautista prepararon el camino.

3.2,3 En el proceso de refinar los metales, éste es calentado con fuego hasta que se funde. Las impurezas se separan y suben a la superficie. Luego son retiradas, para dejar el metal puro. Sin calentamiento ni fundición, no habría purificación. Cuando las impurezas son retiradas de la superficie, la imagen del metalúrgico aparece en una superficie lisa y pura. Cuando somos purificados por Dios, su reflejo en nuestra vida será cada vez más claro para los que nos rodean. Dios dice que los líderes (aquí los levitas) deben estar especialmente dispuestos a pasar por el proceso de purificación de sus vidas.

3.6–12 Malaquías instó al pueblo a que entregara sus diezmos, y que dejara de quedarse con lo que pertenece a Dios. El sistema del diezmo comenzó durante el tiempo de Moisés (Levítico 27.30–34; Deuteronomio 14.22). Los levitas recibían una parte del diezmo debido a que no podían tener posesiones de tierra (Números 18.20, 21). Durante los días de Malaquías, los diezmos no eran utilizados para mantener a los obreros de Dios, así que los levitas iban a trabajar para ganarse el sustento. Todo lo que tenemos proviene de Dios; así que cuando no queremos regresarle a Él parte de lo que nos ha dado, le robamos. ¿Quiere quedarse egoístamente con el ciento por ciento de lo que se le ha dado, o está dispuesto a entregar la décima parte para el progreso del Reino de Dios?

3.7 ¡La paciencia de Dios parece inagotable! A lo largo de la historia, su pueblo ha desobedecido, e incluso se ha burlado de sus leyes; pero siempre Él ha estado dispuesto a aceptarlos, si se arrepienten. Sin embargo, aquí todavía se atreven a decir que ¡nunca lo han desobedecido! (¿En que hemos de volvernos?) Muchos le han dado la espalda al perdón y a la restauración porque no han querido reconocer que han pecado. No siga el ejemplo de ellos. Dios está listo para perdonar a todo el que vuelve a Él.

3.8–12 El pueblo en los días de Malaquías desobedeció el mandamiento de Dios de dar el diezmo de sus ingresos al templo. Quizá pudieron haber tenido miedo de perder todo por lo que habían trabajado tanto, pero juzgaron mal a Dios en esto. «¡Dad y se os dará!», dice Él (Lucas 6.38). Cuando damos, debemos recordar que las bendiciones que Dios promete no siempre son materiales y quizá no las experimentemos aquí en la tierra, pero con seguridad las recibiremos en nuestra vida futura con Él.

3.10 El alfolí (granero) era un lugar en el templo donde se guardaban granos y otros alimentos donados como diezmos. Los sacerdotes vivían de estas donaciones.

3.13-15 Estos versículos confrontan la actitud arrogante del pueblo hacia Dios. Cuando decimos: «¿Qué aprovecha que guardemos su Ley?», estamos diciendo: «¿Qué provecho obtengo yo?» Nuestro enfoque es egoísta. Nuestra pregunta debiera ser: «¿Qué provecho obtiene Dios?» Debemos adorar a Dios solo por el hecho de que Él es Dios y es digno de ser adorado.

3.16 El punto es que Dios recordará a todos aquellos que permanecen fieles a Él, lo aman, temen, honran y respetan.

3.17 Al pueblo de Dios se le llama «especial tesoro», joya. Una joya está hecha de materia bruta que se expone al tiempo, calor y presión para convertirla en una piedra preciosa. La piedra entonces debe ser cortada para que su belleza real pueda ser vista. Un artesano toma la piedra y la taja con cincel para retirar un extremo, reduce la falla, la pule y la coloca en el entorno adecuado para que pueda mostrar su belleza. Esté dispuesto a permitir que Dios haga de usted una joya; pídale que lo cincele y lo pula en dónde lo necesite; y sea paciente mientras Él trabaja. Asegúrese de estar listo para el cambio, debido a que cuando Dios comienza a hacer una joya, no se detiene hasta que es perfecta.

Capítulo 4

4.2 En el día del juicio, la ira de Dios hacia los malvados será como un horno ardiente (4.1). Pero será como la calidez sanadora del sol para aquellos que lo aman y lo obedecen. Juan el Bautista profetizó que con la llegada de Jesús, el amanecer estaba a punto de romper para alumbrar a los que estaban en la oscuridad del pecado (Lucas 1.76–79). En Isaías 60.20 y en Apocalipsis 21.23, 24 aprendemos que no se necesitará ninguna luz en la ciudad santa de Dios porque Dios mismo será la luz.

4.2ss Estos últimos versículos del Antiguo Testamento están llenos de esperanza. A pesar de la manera en la que se vea la vida ahora, Dios controla el futuro y todo será hecho bueno. Nosotros, quienes hemos amado y servido a Dios, esperaremos una hermosa celebración. Esta esperanza en cuanto al futuro es nuestra tan pronto encomendamos a Dios nuestra vida entera.

4.4 Estas leyes, que Moisés recibió en el Monte Horeb (Sinaí), son el cimiento de la vida civil, moral y ceremonial de la nación (Éxodo 20; Deuteronomio 4.5, 6). Nosotros debemos continuar obedeciendo estas leyes morales: se aplican a todas las generaciones.

4.5, 6 Elías fue uno de los más grandes profetas (su historia aparece en 1 Reyes 17-2 Reyes 2). Con la muerte de Malaquías, la voz de los profetas de Dios permanecería en silencio durante cuatrocientos años. Luego vendría un profeta semejante a Elías para anunciar la llegada de Cristo (Mateo 17.10–13; Lucas 1.17). Ese profeta fue Juan el Bautista. Preparó los corazones del pueblo para Jesús al instar a la gente a que se arrepintiera de sus pecados. Esto traería unidad y paz, pero también juicio sobre los que no quisieran volverse de sus pecados.

4.6 Malaquías nos da principios prácticos acerca del compromiso con Dios. Dios merece lo mejor (1.7–10). Debemos estar dispuestos a dejar cualquier estilo de vida pecaminoso (2.1, 2). Debemos hacer de la familia una prioridad durante toda la vida (2.13–15). Debemos estar listos para el proceso de refinamiento de Dios en nuestra vida (3.3). Debemos dar el diez por ciento de nuestro ingreso (3.8–12). No hay lugar para la soberbia (3.13–15).

Malaquías cierra sus mensajes señalando el gran día del juicio final. Para todos los que están dedicados a Dios, será un día de gozo debido a que morarán en la eterna presencia de Dios. Los que han despreciado a Dios «serán estopa» (4.1). Para ayudar al pueblo a estar preparado para ese día, Dios enviaría a un profeta semejante a Elías (Juan el Bautista) a prepararle el camino a Jesús, el Mesías. El Nuevo Testamento comienza cuando este profeta hace un llamado para que el pueblo se vuelva de sus pecados y regrese a Dios. Tal compromiso con Dios demanda un sacrificio por nuestra parte, pero podemos estar seguros de que al final, valdrá la pena todo lo que hagamos.


COMENTARIO DE LA PALABRA N.T. PARA HOY 31 DE DICIEMBRE Apocalipsis 22

Capítulo 22

22.1 El agua de vida es símbolo de vida eterna. Jesús empleó ese mismo símbolo con la mujer samaritana (Juan 4.7–14). Describe la plenitud de vida con Dios y la bendición eterna que viene cuando creemos en Él y le permitimos satisfacer nuestra sed espiritual (véase 22.17).

22.2 Este árbol de la vida es semejante al árbol de la vida del huerto del Edén (Génesis 2.9). Después que Adán y Eva pecaron, se les prohibió que comieran del árbol de la vida porque no podrían tener vida eterna mientras permanecieran bajo el dominio del pecado. Pero gracias al perdón de pecado mediante la sangre de Cristo, no habrá maldad ni pecado en esa ciudad. Podremos comer libremente del árbol de la vida cuando sea destruido el control que tiene sobre nosotros el pecado y se asegure nuestra eternidad con Dios.

22.2 ¿Por qué será necesario que se sanen las naciones si el mal ya no existe? Juan se refiere a Ezequiel 47.12, donde el agua que salía del templo producía árboles con hojas curativas. Él no está indicando que habrá enfermedad en la nueva tierra, sino que el agua de vida produce salud y fuerza dondequiera que vaya.

22.3 «Y no habrá más maldición» significa que nada maldito estará en la presencia de Dios. Eso cumple la profecía de Zacarías (véase Zacarías 14.11).

22.8, 9 Oír o leer el relato de un testigo ocular es lo mejor que uno puede hacer si es que no ha podido observarlo personalmente. Juan fue testigo de los acontecimientos descritos en Apocalipsis y los escribió para que pudiéramos ver y creer al igual que él vio y creyó. Si ha leído hasta aquí, usted ha visto. ¿Ha creído también?

22.8, 9 El primero de los diez mandamientos es «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20.3) Jesús dijo que el mayor mandamiento de Moisés fue: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mateo 22.37). Aquí, al final de la Biblia, se reitera esa verdad. El ángel instruye a Juan: «Adora a Dios». Solo Dios es digno de ser adorado. Él está por encima de la creación, aun sobre los ángeles. ¿Hay personas, ideas, metas o posesiones que ocupan un lugar principal en su vida, desplazando a Dios? Adore solo a Dios; no permita que nadie lo distraiga de su devoción a Él.

22.10, 11 El ángel le dice a Juan lo que debe hacer después que termine la visión. En lugar de sellar lo que ha escrito, como se le ordenó hacer a Daniel (Daniel 12.4–12), el libro debe quedar abierto para que todos lo lean y comprendan. El mensaje de Daniel fue sellado porque no era un mensaje para aquella época. Pero el libro de Apocalipsis fue un mensaje para los días de Juan, y también es pertinente hoy. A medida que se acerca la venida de Cristo, hay cada vez una mayor polarización entre los seguidores de Dios y los de Satanás. Debemos leer el libro de Apocalipsis, oír su mensaje y estar preparados para la inminente venida de Cristo.

22.12–14 Los que están lavando sus ropas son los que tratan de purificarse de un estilo de vida pecaminoso. Cada día están procurando mantenerse fieles y estar preparados para la venida de Cristo. Este concepto también se explica en la segunda nota sobre 7.14.

22.14 En el Edén, a Adán y Eva se les impidió que disfrutaran del árbol de la vida por causa de su pecado (Génesis 3.22-24). En la nueva tierra, el pueblo de Dios comerá del árbol de la vida porque se han quitado sus pecados por la muerte y resurrección de Cristo. Los que coman del fruto de este árbol vivirán para siempre. Si Jesucristo lo ha perdonado de sus pecados, tendrá el derecho de comer de ese árbol. Para ampliar este concepto,

22.15 No se conoce la ubicación exacta de estos pecadores, ni tampoco es importante conocerla. Ellos están afuera. Fueron juzgados y condenados en 21.7–8. El énfasis es que nada maligno ni pecador estará en la presencia de Dios para corromper o hacer daño a cualquiera de los fieles.

22.16 Jesucristo es la «raíz» y el «linaje de David». Como Creador de todo, Él ha existido mucho antes que David. Como ser humano, sin embargo, fue uno de los descendientes directos de David (véanse Isaías 11.1–5; Mateo 1.1–17). Como el Mesías, es la «estrella resplandeciente de la mañana», la luz de salvación para todos.

22.17 Tanto el Espíritu Santo como la Esposa, la Iglesia, extienden la invitación a todo el mundo para que acuda a Jesucristo y experimente las alegrías de la salvación en Cristo.
22.17 Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana en el pozo, le dijo que podía darle agua viva (Juan 4.10–15). Esa metáfora se emplea una vez más cuando Cristo invita a todos a que acudan a Él para que beban del agua de la vida. El evangelio tiene un alcance ilimitado: todas las personas de todo lugar pueden recibirlo. No se puede ganar la salvación; Dios la da gratuitamente. Vivimos en un mundo sediento del agua de la vida, y muchos mueren de sed. Pero no es demasiado tarde. Invitemos a todos a que acudan a Cristo y beban de esa agua.

22.18, 19 Esta advertencia es para quienes intencionalmente tergiversan el mensaje de este libro. Moisés hizo una advertencia similar en Deuteronomio 4.1–4. Nosotros también debemos usar la Biblia con cuidado y gran respeto, de modo que no tergiversemos su mensaje, ni siquiera sin intención. Debemos estar dispuestos a poner en práctica sus principios en nuestra vida. Ninguna explicación ni interpretación humana de la Palabra de Dios debe estar por encima de la autoridad del texto mismo.

22.20 No sabemos ni el día ni la hora, pero Jesucristo viene pronto y en un momento en que nadie lo espera. Esa es una buena noticia para los que confían en Él, pero un mensaje terrible para quienes lo han rechazado y están condenados. En breve significa en cualquier instante, y debemos estar siempre preparados para su venida. ¿Podría sorprenderlo desprevenido la aparición de Jesucristo?

22.21 Apocalipsis pone fin a la historia humana así como Génesis le da inicio en el paraíso. Pero hay una diferencia notable en Apocalipsis: el mal deja de existir para siempre. Génesis describe a Adán y Eva que caminan y hablan con Dios; Apocalipsis describe a las personas que lo adoran cara a cara. Génesis describe un huerto con una serpiente maligna. Apocalipsis describe una ciudad perfecta sin maldad. El huerto del Edén fue destruido por el pecado, pero el paraíso es creado en la nueva Jerusalén.

El libro de Apocalipsis termina con una exhortación urgente: «Ven, Señor Jesús». En un mundo de problemas, persecución, maldad e inmoralidad, Cristo nos llama a permanecer en nuestra fe. Nuestros esfuerzos por mejorar nuestro mundo son importantes, pero sus resultados no pueden compararse con la transformación que Jesucristo traerá consigo cuando vuelva. Solo Él controla la historia humana, perdona el pecado y volverá a crear la tierra y traerá paz duradera.
Apocalipsis es sobre todo un libro de esperanza. Muestra que, sin que importe lo que ocurra en la tierra, Dios está al mando. Promete que el mal no permanecerá para siempre. Y describe la recompensa maravillosa que les aguarda a todos los que creen en Jesucristo como Señor y Salvador. Comentarios de la Biblia del diario vivir. Rv 1960.

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