Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 2 DE Octubre, Isaías 24,25,26, 

El juicio de Jehová sobre la tierra

24

1He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores. 2Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe. 3La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra.

4Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. 5Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. 6Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres. 7Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón. 8Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa. 9No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la bebieren. 10Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. 11Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra. 12La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta. 13Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia.

14Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová; desde el mar darán voces. 15Glorificad por esto a Jehová en los valles; en las orillas del mar sea nombrado Jehová Dios de Israel. 16De lo postrero de la tierra oímos cánticos: Gloria al justo. Y yo dije: ¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí! Prevaricadores han prevaricado; y han prevaricado con prevaricación de desleales.

17Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra. 18Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el foso; y el que saliere de en medio del foso será preso en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas, y temblarán los cimientos de la tierra. 19Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. 20Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.

21Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra. 22Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días. 23La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso.

 Cántico de alabanza por el favor de Jehová

25

1Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza. 2Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado. 3Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas. 4Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro. 5Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.

6Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados. 7Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. 8Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.

9Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación.

10Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar. 11Y extenderá su mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia y la destreza de sus manos. 12Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo.

 Cántico de confianza en la protección de Jehová

26

1En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. 2Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades. 3Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. 4Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. 5Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo. 6La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos.

7El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, pesas el camino del justo. 8También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. 9Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia. 10Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová. 11Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá. 12Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras. 13Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre. 14Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo. 15Aumentaste el pueblo, oh Jehová, aumentaste el pueblo; te hiciste glorioso; ensanchaste todos los confines de la tierra.

16Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste. 17Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová. 18Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo. 19Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.

20Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. 21Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos. Amen.


LECTURA DE LA PALABRA EN EL N.T.PARA HOY 2 DE Octubre, Efesios 4

La unidad del Espíritu

4

1Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 7Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice:

Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,

Y dio dones a los hombres.

 9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

 La nueva vida en Cristo

17Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

25Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27ni deis lugar al diablo. 28El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Amen. Rv 1960.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 2 DE Octubre, Isaías 24,25,26

Capítulo 24

24.4,5 El pueblo no solo sufrió por sus pecados, incluso la tierra padeció los efectos de la maldad y el quebrantamiento de la Ley. En la actualidad vemos los resultados del pecado en nuestra tierra: contaminación, crimen, adicción, pobreza. El pecado afecta cada aspecto de la sociedad a tal grado, que incluso sufren los fieles a Dios. No podemos culpar a Dios por estas condiciones, ya que el pecado humano las provocó. Mientras los que somos creyentes renunciemos más al pecado, hablemos en contra de las prácticas inmorales y anunciemos la Palabra de Dios a otros, más lentamente se deteriorará nuestra sociedad. No debemos rendirnos: el pecado se ha difundido por todas partes, pero podemos distinguirnos.


24.14-16 Los creyentes que queden después que Dios juzgue a Judá cantarán glorias a su justicia. Isaías estaba apesadumbrado por el dolor que le causaba la condición de su mundo. Quizás nosotros nos deprimamos por el mal que nos rodea. En esos momentos necesitamos asirnos de las promesas de Dios para el futuro y anhelar cantar alabanzas para Él cuando restaure el cielo y la tierra.

24.21 «Ejército de los cielos en lo alto» se refiere a la fuerzas espirituales que se oponen a Dios. Nadie, ni siquiera los ángeles caídos, escaparán al merecido castigo.



Capítulo 25


25.1 Isaías exaltó y alabó a Dios porque se dio cuenta de que Él cumple sus planes según lo ha prometido. También Dios cumple las promesas que le hace a usted. Piense en las oraciones que ha contestado y alábelo por su bondad y fidelidad.


25.4 Los pobres sufrieron porque personas violentas los oprimieron. Sin embargo, a Dios le preocupan los pobres y es un refugio para ellos. Cuando estamos en desventaja o nos oprimen, podemos volvernos a Dios para recibir consuelo y ayuda. Jesús establece en Lucas 6.20 que el Reino de Dios pertenece a los pobres.


25.6 Aquí tenemos una profecía maravillosa de que «todos los pueblos» (gentiles y judíos) se unirán al banquete de Dios para celebrar la erradicación del mal y el gozo de la eternidad con Él. Indica que Dios quiere que su mensaje de salvación llegue a todo el mundo, no sólo a los judíos. Durante la fiesta, Dios destruirá a la muerte para siempre (25.7, 8). La gente que participará en este gran banquete será la que ha vivido por fe. Por eso dicen: «Este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará» (25.9). Véase también el capítulo 55 para otra descripción de este gran banquete.


25.8 Cuando Dios habla, cumple lo que dice. Consuela saber que los planes y las actividades de Dios están íntimamente relacionados a su Palabra. Cuando oramos de acuerdo a la voluntad de Dios (como se expresa en la Biblia) y reclamamos sus promesas (como declara la Biblia), Él nos escucha y responde nuestras peticiones.

25.8 La primera parte de este versículo se cita en el Nuevo Testamento para describir la victoria de Cristo sobre la muerte (1 Corintios 15.54). La suprema victoria de Dios se verá cuando se derrote a la muerte, nuestro peor enemigo (véase también Oseas 13.14). La segunda parte de este versículo se cita en Apocalipsis 21.4, la cual describe la escena gloriosa de la presencia de Dios en su pueblo.

25.10 Moab era un símbolo de todos los que se oponían a Dios y eran rebeldes hasta el final. Moab fue el enemigo de Israel por años (véase la nota a 15.1).


Capítulo 26


26.1ss La gente alabará a Dios en el Día de Jehová cuando Cristo establezca su Reino (véase capítulo 12). El capítulo 26 es un salmo de confianza, alabanza y meditación. Una vez más, Dios reveló el futuro a Isaías.

26.3 Nunca podremos evitar los conflictos en el mundo que nos rodea, pero con Dios conoceremos la paz perfecta aun en medio del caos. Cuando nos entregamos a Él, nuestra actitud es firme y estable. Apoyados por el amor inalterable y el gran poder de Dios, la confusión que nos rodea no nos conmoverá (véase Filipenses 4.7). ¿Desea la paz? Mantenga sus pensamientos y su confianza en Dios.


26.7, 8 En ocasiones «el camino del justo» no parece ser tan apacible y no es muy fácil hacer la voluntad de Dios, pero nunca estaremos solos cuando nos enfrentemos a tiempos difíciles. Dios está ahí para ayudarnos en nuestras dificultades, para consolarnos y para guiarnos. Dios lo hace al darnos un propósito (guardando nuestras mentes centradas en Él; 26.3) y entregarnos sus provisiones a medida que avanzamos. Dios nos ofrece relaciones de familia, amigos y mentores. Nos da sabiduría para tomar decisiones y fe para confiar en Él. No se desespere, permanezca en el camino de Dios.


26.10 Aun el malvado recibe los beneficios de Dios, pero eso no le prepara para ser bueno. A veces el juicio de Dios nos enseña más que sus buenas dádivas. Si usted se ha enriquecido por la bondad y la gracia de Dios, respóndale con devoción y agradecimiento.


26.16-19 La gente se dio cuenta del dolor que traía aparejado alejarse de la presencia de Dios y aun así se les aseguró que volverían a la vida otra vez. Dios le dio las espaldas a Israel cuando lo desobedeció, pero un pequeño número nunca perdió la esperanza y continuó buscándolo. No importa cuán difíciles sean los tiempos, tenemos esperanza cuando seguimos confiando en Él. ¿Puede esperar con paciencia a que Dios actúe?


26.19 Algunas personas dicen que no hay vida después de la muerte. Otros creen que la hay, pero que no es física. Sin embargo, Isaías nos dice que nuestros cuerpos resucitarán. De acuerdo con 1 Corintios 15.50–53, todos los muertos en Cristo se levantarán con cuerpos nuevos e incorruptibles: semejante al que tuvo Jesús cuando resucitó (véase Filipenses 3.21). Isaías 26.19 no es el único versículo del Antiguo Testamento que habla de la resurrección, véanse también Job 19.26; Salmo 16.10; Daniel 12.2, 13.


26.20, 21 Cuando Dios venga a juzgar la tierra, el culpable no encontrará dónde esconderse. Jesús dijo que todas las conspiraciones secretas se convertirían en información pública, ya que su verdad, como una luz brillante en un rincón oscuro, las revelará (Mateo 10.26). En lugar de tratar de esconder sus pensamientos y acciones vergonzosas, confiéselas a Dios y reciba su perdón.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 2 DE Octubre, Efesios 4

Capítulo 4

4.1, 2 Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo. Esto incluye ser humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. La gente observa su vida. ¿Pueden ver a Cristo en usted? ¿Qué tan bien cumple como representante?
4.1–6 Pablo dice que somos parte de un solo cuerpo. La unidad no aparece por sí sola, hay que trabajar para lograrla. Muchas veces las diferencias que existen entre las personas, pueden conducir a la división; esto no necesariamente tiene que ser así en la iglesia. En lugar de concentrarnos en lo que nos divide, debiéramos recordar qué nos une: ¡un cuerpo, un Espíritu, una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios! ¿Sabe apreciar las personas diferentes a usted? ¿Es capaz de ver cómo los dones y puntos de vista distintos pueden contribuir a que la iglesia cumpla con la obra de Dios? Aprenda a disfrutar cómo los miembros del cuerpo de Cristo nos complementamos unos a otros (véase 1 Corintios 12.12, 13 para ampliar estos pensamientos).

4.2 Nadie logrará ser perfecto aquí en la tierra, por lo tanto debemos aceptar y amar a otros cristianos a pesar de sus faltas. Cuando vemos errores en otros creyentes, debiéramos actuar con paciencia y amabilidad. ¿Le incomoda las acciones de alguien o su personalidad? En lugar de detenerse en las debilidades o buscar errores de dicha persona, ore por ella. Luego haga algo más, pasen tiempo juntos y vea si usted puede lograr ser de su agrado.

4.3 Guardar la unidad es una de las funciones importantes del Espíritu Santo. Él guía, pero debemos estar dispuestos a que nos guíe. Lo hacemos al poner nuestra mira en Dios y no en nosotros mismos. Si desea más información acerca de quién es el Espíritu Santo y lo que hace, véanse las notas a Juan 3.6; Hechos 1.5 y Efesios 1.13, 14.

4.4–7 Todos los creyentes en Cristo pertenecen a un solo cuerpo, todos se han unido bajo la misma cabeza, que es Cristo mismo (véase 1 Corintios 12.12–26). Dios otorgó a cada creyente habilidades que pueden fortalecer todo el cuerpo. Su habilidad especial pudiera parecerle pequeña o grande, pero está en usted para usarla en el servicio de Dios. Pida a Dios que use sus dones para contribuir al fortalecimiento y la salud del cuerpo de creyentes.

4.6 Dios está sobre todos nosotros, esto muestra su cuidado de gobernante (transcendencia). Él está por todos, y en todos, esto muestra su presencia activa en el mundo y en las vidas de los creyentes (inmanencia). Cualquier visión de Dios que viole su transcendencia o su inmanencia no es una imagen real de Él.

4.8 El Salmo 68.18, muestra a Dios como un conquistador que marcha y obtiene tributos de la ciudad vencida. Pablo usa esa figura para enseñar que Cristo, en su crucifixión y resurrección, obtuvo la victoria sobre Satanás. Cuando ascendió al cielo, dio dones a la Iglesia, algunos de los cuales detalla en 4.11–13.

4.9 «Las partes más bajas de la tierra» pueden ser: (1) la tierra en sí misma (baja en comparación al cielo), (2) la tumba, o (3) el Hades (que para muchos creyentes es el lugar de descanso de las almas entre la muerte y la resurrección). Cualquiera que sea la interpretación que usted le dé, no cambia el hecho de que Cristo es el Señor de todo el universo, presente, pasado y futuro. Nada ni nadie está oculto de Él. El Señor de todo vino a la tierra y aceptó la muerte para rescatar a todos. Nadie está fuera de su alcance.

4.11,12 Nuestra unidad con Cristo no destruye nuestra individualidad. El Espíritu Santo ha dado a cada cristiano dones especiales para edificar la Iglesia. Ahora que los tenemos es crucial usarlos. ¿Tiene la madurez suficiente para ejercitar los dones que Dios le ha dado? Si sabe cuáles son sus dones, busque oportunidades para servirle. Si no lo sabe, pida a Dios que se los muestre, quizá mediante sus ministros o amigos cristianos. Luego, a medida que empiece a reconocer su campo de servicio especial, use sus dones para fortalecer y alentar a la iglesia.

4.12 Dios ha dado a su Iglesia una enorme responsabilidad: hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28.18–20). Involucra predicar, enseñar, sanar, nutrir, dar, administrar, edificar y muchas tareas más. Si tuviéramos que cumplir este mandato como individuos, podríamos rendirnos aun antes de intentarlo, sería tarea imposible. Pero Dios nos ha llamado a ser miembros de su cuerpo. Algunos podemos cumplir con una tarea, otros harán otra. Juntos podemos obedecerle mejor de lo que lo haríamos en forma individual. Trabajando juntos, como el cuerpo de Cristo, podemos expresar la plenitud de Él (véase la nota en 3.19).

4.14–16 Cristo es la Verdad (Juan 14.6) y el Espíritu Santo que guía a la Iglesia es el Espíritu de verdad (Juan 16.13). Satanás, por el contrario, es el padre de mentira (Juan 8.44). Como seguidores de Cristo, debemos dedicarnos a la verdad. Esto significa que nuestras palabras serán sinceras como también nuestras acciones reflejarán la integridad de Cristo. Seguir la verdad en amor no siempre es fácil, conveniente ni placentero, pero es necesario si la Iglesia va a cumplir con la obra de Cristo en el mundo.

4.15, 16 Algunos cristianos temen que cualquier error destruya su testimonio por el Señor. Ven su propia debilidad y saben que muchos incrédulos parecen tener un carácter más fuerte del que en realidad tienen. ¿Cómo crecemos en Cristo? La respuesta es que Él nos forma en un cuerpo, en un grupo de individuos unidos en su propósito y en su amor unos por otros y por Cristo. Si uno de ellos tambalea, el resto está allí para apoyarlo y ayudarle a caminar con su Señor otra vez. Si otro peca, puede hallar restauración mediante la iglesia (Gálatas 6.1), al mismo tiempo que esta continúa testificando la verdad de Dios. Como miembro del cuerpo de Cristo, ¿refleja usted parte del carácter de Cristo y lleva a cabo su función especial en la obra?

4.17 Vivir en «la vanidad de su mente» se refiere a la tendencia natural y humana de pensar sus caminos lejos de Dios. El orgullo intelectual, la racionalización y las excusas alejan a la gente de Dios. No se sorprenda si las personas no aceptan el evangelio. El evangelio parecerá locura a quienes abandonan la fe y se apoyan en su propio entendimiento.

4.17–24 La gente debiera poder ver una diferencia entre los cristianos y los que no lo son por la forma de vivir de los primeros. Ahora vivimos como hijos de luz (5.8). Pablo dice a los efesios que deben dejar la vida pasada de pecado, ahora que son seguidores de Cristo. La vida cristiana es un proceso. Aunque tenemos una nueva naturaleza, no adquirimos automáticamente todos los pensamientos y las actitudes buenas cuando nos convertimos en nuevas personas en Cristo. Pero si nos mantenemos atentos a Dios, siempre estaremos cambiando. ¿Nota un proceso de cambio para mejorar pensamientos, actitudes y acciones en comparación con los años pasados? A pesar de que el cambio puede ser lento, ocurrirá de todas maneras si confía en que Dios le cambiará. Si desea más información acerca de nuestra nueva naturaleza como creyentes, véanse Romanos 6.6; 8.9; Gálatas 5.16–26; Colosenses 3.3–8.

4.22–24 Nuestra vieja manera de vivir, la que teníamos antes de que creyéramos en Cristo, es cosa del pasado. Debemos dejarla atrás como ropa vieja que necesita desecharse. Esto es tanto una decisión que hacemos para toda la vida cuando decidimos aceptar el regalo de salvación que Cristo nos da (2.8–10), como un compromiso consciente diario. No andamos por impulsos ni deseos. Debemos ubicarnos en nuestro nuevo papel, apuntar en la nueva dirección y apropiarnos de la nueva línea de pensamiento que el Espíritu Santo nos da.

4.25 Mentirle a otro quebranta la unidad, crea conflicto y destruye la confianza. Rompe las relaciones y conduce a una guerra abierta en la iglesia.

4.26,27 La Biblia no nos dice que debemos evitar sentir enojo, pero sí destaca que debemos saber controlarlo apropiadamente. Si somos descuidados al hablar, el enojo herirá a otros y destruirá las relaciones. Si las guardamos, motivará amargura y nos destruirá por dentro. Pablo nos dice que debemos enfrentar nuestro enojo de inmediato, de modo que edifique relaciones antes que las destruya. Si alimentamos nuestro enojo, daremos a Satanás la oportunidad para dividirnos. ¿Está molesto con alguien en este momento? ¿Qué puede hacer para resolver las diferencias? No deje que termine el día antes de que empiece a hacer algo para solucionar el conflicto y salvar su relación.

4.28-32 Podemos contristar al Espíritu Santo por la forma en que vivimos. Pablo nos amonesta en contra del lenguaje vulgar, sin sentido, uso inapropiado del lenguaje, amargura, palabras torpes y actitudes impropias contra otros. En cambio, debiéramos perdonar, así como Dios lo hizo con nosotros. ¿Lastima o agrada a Dios con sus actitudes y acciones? Actúe en amor con sus hermanos en Cristo en la forma que Dios lo hizo al enviar a su Hijo para morir por sus pecados.

4.30 El Espíritu de Dios en nosotros es un sello de que le pertenecemos. Si desea más información, véase la nota a 1.13, 14.

4.32 Esta es ley de Cristo relacionada con el perdón tal como se enseña en los Evangelios (Mateo 6.14, 15; 18.35; Marcos 11.25). También la hallamos en la oración del Señor: «Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores». Dios no nos perdona porque perdonamos a otros, sino por su gran misericordia. Al entender su misericordia, sin embargo, anhelaremos ser como Él. Ya que hemos sido perdonados, actuaremos de igual modo con otros. Los que no están dispuestos a perdonar no llegan a ser uno con Cristo. Él estuvo dispuesto a perdonar aun a los que lo crucificaron (Lucas 23.34). Comentarios en la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.


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