LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE DICIEMBRE. Miqueas 4,5,
Reinado universal de Jehová
4
1Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. 2Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 3Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. 4Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.
5Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.
Israel será redimido del cautiverio
6En aquel día, dice Jehová, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; 7y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre.
8Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén. 9Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? 10Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos.
11Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion. 12Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová, ni entendieron su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era. 13Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.
El reinado del libertador desde Belén
5
1Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.
2Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. 3Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel. 4Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.
5Y éste será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra tierra, y cuando hollare nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales; 6y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines.
7El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres. 8Asimismo el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape. 9Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos.
10Acontecerá en aquel día, dice Jehová, que haré matar tus caballos de en medio de ti, y haré destruir tus carros. 11Haré también destruir las ciudades de tu tierra, y arruinaré todas tus fortalezas. 12Asimismo destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros. 13Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos. 14Arrancaré tus imágenes de Asera de en medio de ti, y destruiré tus ciudades; 15y con ira y con furor haré venganza en las naciones que no obedecieron.
LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE DICIEMBRE Apocalipsis 11
Los dos testigos
11
1Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. 2Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. 3Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. 5Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. 6Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. 7Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. 8Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. 9Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. 10Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. 11Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. 12Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron. 13En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
14El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
La séptima trompeta
15El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 16Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
19Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.
Los dos testigos
11
1Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. 2Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. 3Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. 5Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. 6Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. 7Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. 8Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. 9Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. 10Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. 11Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. 12Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron. 13En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
14El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
La séptima trompeta
15El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 16Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
19Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo. Amen. Rv
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE DICIEMBRE. Miqueas 4,5,
Capítulo 4
4.1ss La frase, «en los últimos días», describe los días cuando Dios reinará sobre su reino perfecto (véase 4.1–8). Será una era de paz y bendición, cuando la guerra terminará para siempre. No podemos fijar con exactitud su fecha, pero Dios ha prometido que llegará (véanse también Isaías 2.2; Jeremías 16; 14, 15; Daniel 8.19; Joel 3.1ss; Zacarías 14.9–11; Malaquías 3.17, 18; Apocalipsis 19–22).
Los versículos 9–13 hablan del cautiverio de Babilonia en el año 586 a.C., incluso antes de que Babilonia llegara a ser un imperio poderoso. De la misma forma que Dios promete un tiempo de paz y prosperidad, también promete castigo y castigo para todos los que se nieguen a seguirlo. Ambos resultados son seguros.
4.9–13 Miqueas predijo el final de los reyes, una declaración drástica para Judá que pensaba que su reino duraría para siempre. Y dijo que Babilonia destruiría la tierra de Judá, que se llevaría cautivo al rey, pero que luego Dios ayudaría a que su pueblo regresara a su tierra. Todo esto sucedió tal y como Miqueas lo profetizó. Estos hechos están registrados en 2 Crónicas 36.9–23 y Esdras 1; 2.
4.12 Cuando Dios revela el futuro, su propósito va más allá de la satisfacción de nuestra curiosidad. Quiere que cambiemos nuestro comportamiento presente por lo que conocemos del futuro. Por siempre comienza hoy; y un vistazo del plan de Dios para sus seguidores debe motivarnos a servirlo ahora.
Capítulo 5
5.1ss Los líderes de Jerusalén estaban obsesionados con la riqueza y la posición, sin embargo Miqueas profetizó que la poderosa Jerusalén, con toda su riqueza y poder, sería sitiada y destruida. Su rey no podría salvarla. En contraste, Belén, un pueblo pequeño, sería el lugar del nacimiento del único Rey que podría salvar a su pueblo. Este salvador, el Mesías, nacería de forma natural en Belén (Lucas 2.4–6) y a la larga reinaría como Rey eterno (Apocalipsis 19–22).
5.1 Este juez era probablemente el rey Sedequías que reinaba en Jerusalén cuando Nabucodonosor conquistó la ciudad (2 Reyes 25.1). Sedequías fue el último de los reyes en la línea de David que se sentó en el trono de Jerusalén. Miqueas dijo que el siguiente rey en la línea de David sería el Mesías, quien establecería un reino que nunca terminaría.
5.2 Este Rey es Jesús, el Mesías. Miqueas predijo con exactitud, cientos de años antes que sucediera, el lugar del nacimiento de Cristo. El Rey eterno de la línea de David prometido, que vendría a vivir como hombre, había vivido por siempre «desde los días de la eternidad». Aun cuando es eterno, entró en la historia humana como un hombre: Jesús de Nazaret.
5.5 La profecía de Miqueas acerca de siete pastores y ocho príncipes es una forma figurada de decir que el Mesías levantaría muchos líderes buenos cuando regrese a reinar. Las palabras de Miqueas en el tercer capítulo establecen un severo contraste con los líderes corruptos de Judá. Aquí «Asiria» se refiere en forma simbólica a todas las naciones de cada época que se han opuesto al pueblo de Dios. Estos líderes buenos ayudarán a Cristo a derrotar todo mal en el mundo.
5.5 Este capítulo proporciona una de las profecías más claras del Antiguo Testamento acerca de la venida de Cristo. La frase descriptiva y clave es «Él será nuestra paz». En una de las frases de despedida de Cristo dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14.27). Con la primera venida de Cristo tenemos la oportunidad de tener paz con Dios. Ya no habrá más temor de castigo, ni más conflicto ni culpabilidad. La paz de Cristo nos da la seguridad aún cuando las guerras continúen. Con la Segunda Venida de Cristo todas las guerras y las armas serán destruidas (4.3–5).
5.6 La tierra de Nimrod es otro nombre que se le da a Asiria, que en este caso es un símbolo de todas las naciones perversas del mundo.
5.10 Cuando Dios gobierne en su reino eterno, nuestra fortaleza no se encontrará en el poder militar sino en el poder del todopoderoso Dios. Él destruirá todas las armas que la gente utiliza para su seguridad. No habrá necesidad de armamentos, debido a que Dios gobernará en el corazón de cada persona. Nuestros corazones no deben ser gobernados por el temor de una invasión o un ataque nuclear. Nuestra confianza debe estar en Dios.
COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 20 DE DICIEMBRE Apocalipsis 11
Capítulo 11
11.1ss Es más probable que este templo sea un símbolo de la Iglesia (todos los creyentes verdaderos) porque no habrá un templo en la nueva Jerusalén (21.22). Juan midió el templo para mostrar que Dios está construyendo muros de protección alrededor de su pueblo para salvarlo del daño espiritual, y que hay un lugar reservado para todos los creyentes que permanecen fieles a Dios.
11.2 Los que adoran dentro del templo serán protegidos espiritualmente, pero quienes lo hagan afuera se enfrentarán a gran sufrimiento. Esta es una forma de decir que los verdaderos creyentes serán protegidos mientras dure la persecución, pero los que se resisten a creer serán destruidos.
11.3 Estos dos testigos muestran una gran semejanza con Moisés y Elías, dos poderosos profetas de Dios. Con el poder de Dios, Moisés hizo caer plagas sobre la nación de Egipto (véase Éxodo 8–11). Elías venció a los profetas de Baal (1 Reyes 18). Ambas personas aparecieron con Cristo en su transfiguración (véase Mateo 17.1–7).
11.3 En el libro de Apocalipsis, los números suelen ser de carácter simbólico y no tienen un sentido verdadero. Los 42 meses o 1.260 días equivalen a tres años y medio. Como mitad del número perfecto (siete), tres y medio puede indicar incompleto, imperfecto o incluso malo. Obsérvense los acontecimientos que se predicen para este tiempo: agitación (Daniel 12.7), la ciudad santa es hollada (11.2), la mujer se refugia en el desierto (12.6) y la bestia inspirada por el demonio ejerce su autoridad (13.5). Algunos comentaristas relacionan los tres años y medio con el período de hambruna en los días de Elías (Lucas 4.25, Santiago 5.17). Debido a que Malaquías predijo el regreso de Elías antes del juicio final (Malaquías 4.5) y como que los acontecimientos en Daniel y Apocalipsis preparan el camino para la Segunda Venida, posiblemente Juan estaba haciendo una conexión. Es posible, naturalmente, que los tres años y medio sean literales. Si es así, ¡claramente reconoceremos cuando tengan lugar! Ya sean simbólicos o literales, sin embargo, indican que el demonio reinará hasta tener un final definitivo.
11.7 A este tirano también se le llama la «bestia» y pudiera referirse a Satanás o a un agente de Satanás.
11.8, 9 Jerusalén, una vez la santa ciudad y capital de Israel, es ahora territorio enemigo. Se le compara con Sodoma y con Egipto, ambas conocidas muy bien por su maldad. En la época en que Juan escribe, Jerusalén había sido destruida por los romanos en 70 d.C., se había exterminado casi un millón de judíos y se habían llevado a Roma los tesoros del templo.
11.10 Todo el mundo se regocija con la muerte de estos dos testigos, los que causaron dificultades al decir lo que la gente no quería oír: mensajes acerca de su pecado, su necesidad de arrepentimiento y el castigo venidero. Los pecadores odian a los que les llaman la atención por su pecado y a los que les exhortan a arrepentirse. Aborrecieron a Cristo y aborrecen a sus discípulos (1 Juan 3.13). Cuando usted obedece a Cristo y asume una posición contraria al pecado, prepárese para sufrir el odio del mundo. Pero recuerde que la gran recompensa lo aguarda en el cielo y que sobrepasa en valor a cualquier sufrimiento que afronte ahora.
11.15 El toque de la séptima trompeta anuncia la llegada del Rey. Ya no hay retroceso. Los juicios venideros dejan de ser parciales y son completos en su destrucción. Dios está en control de la situación y da rienda suelta a toda su ira sobre el mundo maligno que se niega a volverse a Él (9.20, 21). Cuando comience la ira, no habrá manera de escapar.
11.18 En la Biblia, Dios recompensa a su pueblo de acuerdo con lo que merece. A lo largo del Antiguo Testamento, a menudo la obediencia trajo recompensa en esta vida (Deuteronomio 28), pero la obediencia y la recompensa inmediata no siempre están ligadas. Si lo estuvieran, los buenos siempre serían ricos, y el sufrimiento siempre sería señal de pecado. Si fuéramos premiados rápidamente por cada obra fiel, muy pronto llegaríamos a pensar que somos muy buenos. Al poco tiempo nos hallaríamos haciendo obras buenas por razones puramente egoístas. Aunque es cierto que Dios nos premiará por nuestras obras en la tierra (véase 20.12), nuestra mayor recompensa es vida eterna en su presencia.
11.19 En el Antiguo Testamento, el arca del pacto fue el tesoro más preciado de la nación israelita. Para mayor información acerca del arca, véase la nota sobre Éxodo 37.1.2. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir. Rv 1960.

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