Jaime Anacona Cuellar

 LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 7 DE Octubre, Isaías 37,38,    

Judá es librado de Senaquerib

(2 R. 19.1–37; 2 Cr. 32.20–23)


37

1Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová. 2Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz. 3Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. 4Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual el rey de Asiria su señor envió para blasfemar al Dios vivo, y para vituperar con las palabras que oyó Jehová tu Dios; eleva, pues, oración tú por el remanente que aún ha quedado.

5Vinieron, pues, los siervos de Ezequías a Isaías. 6Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada.

8Vuelto, pues, el Rabsaces, halló al rey de Asiria que combatía contra Libna; porque ya había oído que se había apartado de Laquis. 9Mas oyendo decir de Tirhaca rey de Etiopía: He aquí que ha salido para hacerte guerra; al oírlo, envió embajadores a Ezequías, diciendo: 10Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. 11He aquí que tú oíste lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, que las destruyeron; ¿y escaparás tú? 12¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que destruyeron mis antepasados, a Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que moraban en Telasar? 13¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

14Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová. 15Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: 16Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. 17Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. 18Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, 19y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron. 20Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová.

21Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib rey de Asiria, 22estas son las palabras que Jehová habló contra él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

23¿A quién vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel. 24Por mano de tus siervos has vituperado al Señor, y dijiste: Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes, a las laderas del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses escogidos; llegaré hasta sus más elevadas cumbres, al bosque de sus feraces campos. 25Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies secaré todos los ríos de Egipto.

26¿No has oído decir que desde tiempos antiguos yo lo hice, que desde los días de la antig:uedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros. 27Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confusos, fueron como hierba del campo y hortaliza verde, como heno de los terrados, que antes de sazón se seca.

28He conocido tu condición, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí. 29Porque contra mí te airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos; pondré, pues, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

30Y esto te será por señal: Comeréis este año lo que nace de suyo, y el año segundo lo que nace de suyo; y el año tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su fruto. 31Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo que hubiere escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba. 32Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

33Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. 34Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. 35Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.

36Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. 37Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en Nínive. 38Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.


 Enfermedad de Ezequías

(2 R. 20.1–11; 2 Cr. 32.24–26)


38

1En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. 2Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová, 3y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro. 4Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años. 6Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.

7Y esto te será señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho: 8He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.

9Escritura de Ezequías rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad: 10Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años. 11Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo. 12Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche. 13Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.

14Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme. 15¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.

16Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva. 17He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. 18Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. 19El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos. 20Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

21Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará. 22Había asimismo dicho Ezequías: ¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová? Amen.


LECTURA DE LA PALABRA PARA HOY 7 DE Octubre, Filipenses 3

Prosigo al blanco

3

1Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.

2Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. 3Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. 4Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. 16Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.

17Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. 18Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su verg:uenza; que sólo piensan en lo terrenal. 20Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Amen. Rv.


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 7 DE Octubre, Isaías 37,38

Capítulo 37

37.3 A Judá se le compara con una mujer que trata de dar a luz a un hijo, pero es demasiado débil para hacer algo por ella misma. Cuando la situación parecía desesperada, Ezequías no se rindió. En vez de eso, pidió al profeta Isaías que orara por la ayuda de Dios. Por difíciles que sean sus circunstancias, no se desespere. Busque a Dios.

37.4 Ezequías hizo exactamente lo que Isaías le recomendó al pueblo (capítulos 1–35). Se volvió a Dios y observó como Él venía a brindar ayuda a Judá. Volverse a Dios significa creer que Él está a nuestro lado y puede ayudarnos.

37.8–10 Si bien la respuesta a la oración de Ezequías estaba en marcha debido a que Etiopía ya estaba lista para atacar, Ezequías no lo sabía. Persistió en su oración y en la fe aun cuando no veía que la respuesta ya estaba en camino. Cuando oremos, debemos tener fe en que Dios ya ha preparado la mejor respuesta. Nuestra tarea es pedir con fe y esperar en humildad.

37.16 Los querubines son ángeles poderosos. «Moras entre los querubines» se refiere al propiciatorio del arca del pacto en el templo de Jerusalén. Esta es una descripción de la santidad, el poder y la soberanía de Dios.

37.29 Esta era una tortura común que los asirios usaban con sus cautivos. A menudo los arrastraban con garfios en las narices y frenos en los labios como muestras de humillación.

37.35 Dios defendería a Jerusalén por amor a su honor y en memoria de su promesa a David. Asiria insultó a Dios. No sería su instrumento para castigar a Jerusalén. Lo que Jerusalén no tenía posibilidades de hacer, Dios lo haría por ellos. Dios está preparado para hacer lo imposible si confiamos en Él lo suficiente para pedírselo.

37.38 Isaías profetizó la muerte de Senaquerib en 10.12, 33, 34 y en 37.7. Su muerte se narra en 2 Reyes 19.


Capítulo 38

38.1ss Los hechos de los capítulos 38 y 39 ocurrieron antes de los narrados en los capítulos 36 y 37.

38.1-5 Cuando Isaías fue a Ezequías, quien estaba muy enfermo, y le habló acerca de su muerte inminente, Ezequías se volvió de inmediato a Dios. Él contestó su oración, permitiendo que viviera otros quince años. En respuesta a una oración ferviente Dios puede cambiar el curso de nuestras vidas también. Nunca dude en pedirle cambios radicales si lo va a honrar con esos cambios.

38.1–6 De acuerdo con 2 Crónicas 32.24–26, Ezequías tenía un problema con su soberbia aun después de este doble milagro de sanidad y liberación. A la larga, él y sus súbditos se humillaron y el juicio de Dios se pospuso durante varias generaciones más.

38.16–18 Ezequías se dio cuenta de que su oración les dio liberación y perdón. Sus palabras «el Seol no te exaltará» quizás revelen que no estaba consciente de la bienaventuranza de la vida futura para los que confían en Dios (57.1, 2), o a lo mejor solo significan que los cuerpos muertos no pueden alabar a Dios. En cualquier caso, Ezequías sabía que Dios le salvó la vida y sus palabras lo alaban. Ezequías reconoció el bien que surgió de su amarga experiencia. La próxima vez que pase por una amarga experiencia, ore que Dios produzca lo mejor de ella.

38.19 Ezequías habla del significado de trasmitir el gozo del Señor de padre a hijo, de generación en generación. La herencia de fe nos ha llegado debido a los fieles que han llevado el mensaje de Dios a lo largo de los siglos. ¿Trasmite usted a sus hijos o a otra gente joven el gozo de su relación con Dios?


COMENTARIO DE LA PALABRA PARA HOY 7 DE Octubre, Filipenses 3

Capítulo 3

3.1 Como protector, Pablo hace una revisión de lo básico con estos creyentes. La Biblia es nuestra salvaguardia tanto en lo moral como en lo teológico. Cuando la leemos en forma particular y pública en la iglesia, ella corrige lo que necesitan nuestros pensamientos, actitudes y acciones.

3.2,3 Estos «perros» y «malos obreros» eran como los judaizantes cristianos judíos, que creían erróneamente que era esencial para los gentiles cumplir con todas las leyes judías del Antiguo Testamento, especialmente lo relacionado con el rito de la circuncisión, para poder obtener la salvación. Muchos judaizantes estaban motivados por el orgullo espiritual. Como habían invertido mucho tiempo y esfuerzo en cumplir sus leyes, no podían aceptar que todos sus esfuerzos no les ayudaban a acercarse, ni un paso, a la salvación.

Pablo los criticó porque miraban el cristianismo al revés, pensando que lo que ellos hacían (la circuncisión, cortar o mutilar la carne) los hacía más creyentes que el regalo de gracia dado por Cristo. Lo que los creyentes hacen es el resultado de la fe, no un prerrequisito para la fe. Esto fue confirmado por los líderes de la iglesia primitiva en el concilio de Jerusalén once años antes (Hechos 15). ¿Quiénes son los judaizantes en nuestros días? Son aquellos que dicen que debe agregarse algo a la fe. Ninguna persona debe intentar agregar algo al ofrecimiento de salvación de Cristo, que es por gracia por medio de la fe.

3.2,3 Es fácil enfatizar más en los esfuerzos religiosos («confianza en la carne») que en la fe interna, pero Dios da valor a la actitud de nuestros corazones por encima de todo. No juzgue a las personas y su espiritualidad por el cumplimiento de ritos o el nivel de actividad humana. Y no piense que logrará satisfacer a Dios por el fervor con que hace su trabajo. Dios se da cuenta de lo que usted hace para Él y lo premiará por eso, pero solo si primero acepta en amor su regalo de salvación.

3.4–6 A primera vista, parece que Pablo alardeaba con sus logros. Pero es todo lo contrario, muestra que los logros humanos, pese a lo significativos que sean, no permiten obtener la salvación personal y la vida eterna con Dios. Pablo tenía cartas de presentación impresionantes: formación, nacionalidad, trasfondo familiar, herencia, ortodoxia, actividad y moralidad. (Si desea más información sobre las credenciales, véanse 2 Corintios 11; Gálatas 1.13, 24.) Sin embargo, su conversión a la fe en Cristo (Hechos 9), no se basó en sus credenciales, sino en la gracia de Dios. Pablo no dependía de sus obras para agradar a Dios, porque aun las credenciales más impresionantes no son suficientes ante las normas de un Dios santo. ¿Está usted dependiendo de sus padres cristianos, su afiliación a una iglesia, o simplemente de lo bueno que es, para quedar bien con Dios? Cartas credenciales, logros o reputación no nos sirven para obtener la salvación. Esta viene solo a través de la fe en Cristo.

3.5 Pablo pertenecía a la tribu de Benjamín, una herencia muy estimada entre los judíos. De esta tribu vino el primer rey de Israel, Saúl (1 Samuel 10.20–24). Las tribus de Benjamín y Judá fueron las únicas que regresaron a Israel después del cautiverio (Esdras 4.1). Pablo también era fariseo, miembro de una secta judía muy devota, que guardaba escrupulosamente sus numerosas reglas en adición a las leyes de Moisés. Los oyentes judíos debieron sentirse impresionados por todas esas credenciales.

3.6 ¿Por qué Pablo, un líder judío devoto, persiguió a la iglesia? En armonía con los líderes del sistema religioso, Pablo pensó que el cristianismo era herético y blasfemo. Como Jesús no satisfizo sus expectativas de cómo sería el Mesías, Pablo creyó que las declaraciones de Él eran falsas, y por lo tanto perversas. Además, vio al cristianismo como una política amenazadora porque pretendía trastornar la frágil armonía entre los judíos y el gobierno romano.

3.7 Cuando Pablo habló de su «ganancia», se refería a sus credenciales, estudios y éxitos. Después de mostrar que podía superar a los judaizantes en su propio juego (por el orgullo de lo que era y de lo que había conseguido), les indica que están en el juego equivocado. Tenga cuidado al considerar sus logros del pasado tan importantes que lo aparten de su relación con Cristo.

3.8 Después que Pablo consideró todo lo que había logrado en la vida, manifiesta que nada de eso tenía valor, cuando se comparaba con el conocimiento de Cristo. Esta es una declaración profunda acerca de los valores: la relación de una persona con Cristo es más importante que cualquier otra cosa. Conocer a Cristo debe ser nuestra meta final. Considere sus valores. ¿Hay algo más importante que su relación con Cristo? Si sus prioridades están equivocadas, ¿cómo puede reordenarlas?

3.9 Ni guardar la ley, ni el mejoramiento personal, la disciplina ni ninguna cantidad de esfuerzos religiosos pueden hacernos perfectos delante de Dios. La justificación viene solo de Él. Somos hechos justos (recibir la justicia al permanecer con Él) al confiar en Cristo. Él cambia nuestros pecado y nuestras faltas por su completa justicia. Véase 2 Corintios 5.21 para más detalles sobre el regalo de la justificación en Cristo.

3.9,10 Pablo entrega todo, familia, amistades y libertad, a fin de conocer a Cristo y el poder que lo resucitó. También nosotros tenemos acceso a ese conocimiento y a ese poder, pero es necesario hacer algunos sacrificios para disfrutarlos. ¿Qué está dispuesto a dar a fin de conocer a Cristo? ¿Una agenda repleta a fin de dedicar unos pocos minutos cada día para orar y estudiar la Biblia? ¿La aprobación de sus amigos? ¿Algunos de sus planes o placeres? Sea lo que sea, conocer a Cristo es más valioso que el sacrificio.

3.10 Cuando nos unimos a Cristo confiando en Él, experimentamos el poder que lo resucitó de la muerte. Ese mismo poder maravilloso nos ayudará a vivir moralmente, renovará y regenerará nuestras vidas. Pero antes de que caminemos en nueva vida debemos morir al pecado. Así como la resurrección de Cristo nos da el poder de Cristo para vivir para Él, su crucifixión señala la muerte de nuestra vieja naturaleza pecadora. No podemos conocer la victoria de la resurrección sin usar personalmente la crucifixión.

3.11 Cuando Pablo escribió: «Si en alguna manera llegase a la resurrección» no estaba sugiriendo alguna duda o incertidumbre. Él no sabía el camino que lo llevaría a la presencia de Dios: ejecución o muerte natural. Pablo no dudó que resucitaría, pero si sabía que esto se lograría por el poder de Dios y no por el suyo.

3.11 Así como Cristo fue exaltado después de su resurrección, un día compartiremos la gloria de Él (Apocalipsis 22.1–7). Pablo sabía que podría morir pronto, pero tenía fe en que resucitaría a la vida otra vez.

3.12-14 Pablo dice que su meta era conocer a Cristo, ser como Él, y ser todo lo que Cristo pensaba en cuanto a él. Esta meta absorbió todas sus energías. Esto es un ejemplo valioso para nosotros. No debiéramos permitir que nada aparte la meta de nuestros ojos: conocer a Cristo. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos poner a un lado todo lo que es perjudicial y olvidarnos aun de las cosas buenas que podrían distraernos e impedir que seamos cristianos efectivos. ¿Qué lo retiene?

3.13, 14 Pablo tenía razón para olvidar lo que estaba atrás: él cuidó la ropa de los que apedrearon a Esteban, el primer mártir cristiano (Hechos 7.57, 58; aquí Pablo es llamado Saulo). Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos y vivimos en la tensión de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. Como nuestra esperanza está en Cristo, sin embargo, podemos olvidar la culpa pasada y proyectarnos a lo que Él nos ayudará a ser. No se estanque en su pasado. Más bien, crezca en el conocimiento de Dios, concentrándose en su relación con Él ahora. Sepa que ha sido perdonado, y muévase en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyéctese hacia una vida plena y de mayor significado gracias a su esperanza en Cristo.

3.15, 16 Algunas veces tratar de vivir una perfecta vida cristiana puede ser tan dificultoso que nos puede agotar y desanimar. Podemos sentirnos tan lejos de lo perfecto, que nunca agradaremos a Dios con nuestras vidas. Pablo usó el término perfecto (3.12), para significar maduro o completo, no intachable en cada detalle. Aquellos que son maduros deberían perseverar en el poder del Espíritu Santo, sabiendo que Cristo revelará y llenará cualquier discrepancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Esta provisión de Cristo no es una excusa para una devoción pobre, pero provee alivio y confianza para aquellos que se sienten apremiados.

3.16 La madurez cristiana implica actuar en base a la guía que usted ya ha recibido. Siempre podemos excusarnos diciendo que todavía tenemos mucho por aprender. La instrucción para nosotros es vivir de acuerdo con lo que ya conocemos y dejar aquello que ya aprendimos que no debemos hacer. No nos conviene distraernos con una búsqueda interminable de la verdad.

3.17 Pablo desafió a los filipenses a buscar la semejanza a Cristo, invitándolos a que siguieran su ejemplo. Esto no significaba, naturalmente, que debían copiar cada cosa que él hacía; él ya había establecido que no era perfecto (3.12). Quiso darles a entender que así como su vida estaba centrada en Cristo, la de ellos también debería estarlo. Da la impresión de que ninguno de los evangelios había sido aún escrito, de manera que Pablo no podía decirles que leyeran la Biblia para ver cómo era Cristo. Por tanto, los exhorta a que lo imiten. Que Pablo pudiera decir a la gente que siguieran su ejemplo es un testimonio de su carácter. ¿Puede usted hacer lo mismo? ¿Qué clase de seguidor sería un cristiano nuevo si lo imitara a usted?

3.17 Pablo desafió a los filipenses a buscar la semejanza a Cristo, invitándolos a que siguieran su ejemplo. Esto no significaba, naturalmente, que debían copiar cada cosa que él hacía; él ya había establecido que no era perfecto (3.12). Quiso darles a entender que así como su vida estaba centrada en Cristo, la de ellos también debería estarlo. Da la impresión de que ninguno de los evangelios había sido aún escrito, de manera que Pablo no podía decirles que leyeran la Biblia para ver cómo era Cristo. Por tanto, los exhorta a que lo imiten. Que Pablo pudiera decir a la gente que siguieran su ejemplo es un testimonio de su carácter. ¿Puede usted hacer lo mismo? ¿Qué clase de seguidor sería un cristiano nuevo si lo imitara a usted?

3.17–21 Pablo criticó no solo a los judaizantes (véase la primera nota a 3.2, 3), sino también a los cristianos autoindulgentes. Estas son personas que afirman ser cristianos pero no viven de acuerdo al modelo de Cristo, en cuanto a su servicio y sacrificio. Satisfacen sus propios deseos, aun pensando en las necesidades de otros. La libertad en Cristo no significa libertad para ser egoísta. Significa oportunidad para servir y llegar a ser la mejor persona que usted puede ser.

3.20 Los ciudadanos de Filipos tenían los mismos derechos y privilegios que los de Roma porque Filipos era una colonia romana. De igual manera los cristianos experimentaremos un día todos los privilegios especiales de nuestra ciudadanía celestial porque pertenecemos a Cristo. No nos apeguemos tanto a esta vida que lleguemos a lamentar el regreso de Cristo.

3.21 El «cuerpo de la humillación» no representa una actitud negativa hacia el cuerpo humano. Sin embargo, el cuerpo que recibiremos cuando resucitemos será similar al cuerpo resucitado de Cristo. Aquellos que lucharon contra el dolor, las limitaciones físicas o la incapacidad pueden tener una maravillosa esperanza en la resurrección. Para ampliar esta información véanse 1 Corintios 15.35ss y 2 Corintios 5.1–10. Comentarios de la Biblia del Diario Vivir.


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